Andrés Figueroa Cornejo
“Para mí el sacerdocio
fue algo que la Compañía (de Jesús) me
entregó para poder servir mejor al pueblo. (…)Y yo en realidad me sentía
obrero: jesuita obrero, por qué no, jesuita obrero.”
Padre José Aldunate sj, creador del Movimiento contra la tortura
Sebastián Acevedo y luchador inagotable por la justicia social y los DDHH
A
los jóvenes Manuel Núñez y Omar Miranda les restaba un semestre para
licenciarse de la carrera de Ciencias Políticas. Fueron expulsados por la
Universidad jesuita Alberto Hurtado, luego de tres semanas de movilizaciones
que arrancaron desde que carabineros
agredió violentamente el 23 de agosto pasado dentro del recinto al estudiante
de la misma casa universitaria, Benjamín Coopman, hasta dejarlo inconciente. La
policía ingresó a la U mientras los jóvenes realizaban en la esquina de la
misma, una protesta por la educación gratuita y su democratización, por la
participación triestamental en la toma de decisiones, contra las
subcontrataciones de docentes y funcionarios, y en el marco de las luchas de la
CONFEH (Confederación de Estudiantes de Chile).
“Es
un conjunto de actividades de la mayoría para transformar la enseñanza. Las
demandas fueron entregadas al Secretario General de la Universidad, Matías Provoste
y al resto de las autoridades. Y las imputaciones que nos hacen se basan
puntualmente en lo acontecido el 6 de septiembre, mientras vendíamos completos
con vienesa en medio de las iniciativas de la carrera de Ciencias Políticas”,
explicó Manuel Núñez.
Al
día siguiente, Manuel recibió una carta vía correo electrónico y Omar fue
llamado a declarar como testigo por los representantes de los dueños de la U.
Pero rápidamente, de testigo pasó a culpable en una sesión privada, solo, no
avisada ni publicada y en la cual la autoridad ocupó de argumento el supuesto
‘perfil psicológico` de Omar (!).
El
Secretario General de la UAH convocó a un tribunal de tres individuos elegidos
a dedo: Francisca Márquez, Decana de la facultad de Ciencias Sociales que hace
dos años también participó estelarmente es la expulsión de estudiantes de la
Universidad de Humanismo Cristiano (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=109338);
Karen Tapia, académica de la escuela de Derecho, y a un profesor X de planta.
LOS HECHOS
-¿De qué situación específica se les
acusa?
MN: “La medida que la administración universitaria toma para expulsarnos
es, textualmente, que vio en mi persona
y a Omar golpear a un guardia de la institución por detrás y en la nariz. Pero
el guardia en el juicio público del 14 de septiembre, donde participaron todas
las personas de la UAH, señaló una cosa muy distinta: que él no sabe quién lo
agredió. Todos los que declararon en el juicio público dijeron que ni Omar ni
yo tuvimos alguna actuación en el incidente.”
-Entonces la inocencia de ustedes es
irrefutable…
MN: “Luego del juicio público, el 14 de septiembre en la mañana, hubo una
sesión en privada donde el jefe de
Servicios Generales (que es como el departamento de ‘Inteligencia’),
Tomás Fuenzalida, que no estuvo tampoco en el sitio, llegó a las 02:00hrs. de
la mañana del día siguiente y colocó la demanda en nuestra contra. Señaló que
alguien le había contado que una persona de lentes había golpeado al guardia. Ese
es el argumento fundamental que se emplea para castigarnos a Omar y a mí.”
OM: “Servicios Generales tiene identificado a todos los estudiantes que
cuentan con una opinión política que se escapa de su criterio estrecho y
discriminatorio. En una ocupación del año pasado en la universidad unos
compañeros encontraron un cuaderno con información privada y detallada de todas
las actividades de los estudiantes que tenían alguna figuración destacada en el
movimiento estudiantil. Sobre todo los nombres de la agrupación política
‘Nosotros’, con su caracterización, las reuniones que tenían con gente dentro y
fuera de la universidad, que éramos revoltosos y agitadores, y que la principal
tarea de Servicios Generales era acabar con ‘Nosotros’.”
-¿Cómo transcurrió el juicio público,
nítidamente político a estas alturas?
MN: “Duró desde las 08:30 hrs. hasta las 16:30 hrs., en su parte pública.
La administración mostró videos donde no aparezco, hecho corroborado por todos
los guardias de la U. Después el juicio continuó, pero en privado. Allí Matías
Provoste me amenazó, como lo afirma en una declaración el representante del
Centro de Estudiantes de mi carrera (http://www.kaosenlared.net/america-latina/item/30875-chile-expulsan-ileg%C3%ADtimamente-a-dos-estudiantes-de-universidad-jesuita.html),
acudiendo a razones políticas como mi participación
en las movilizaciones. En ese momento, Provoste se alteró muchísimo y me acusó
de ser ‘amenazante’ para la institución, que yo mismo habría intimidado a una
persona que estuvo en el juicio y que por eso ella ‘supuestamente’ no declaró
nada en mi contra en su tramo público, pero que después habría ‘dicho la
verdad’, de lo cual no existe prueba alguna. ¡Además me gritó que por ser buen
ajedrecista y cientista político cuadré toda la situación, a todos mis
compañeros y a los testigos! Le faltó incriminarme de haber intervenido los
videos. La persona que yo, teóricamente, habría amedrentado, a solas firmó a la
administración universitaria una declaración en la que aparece que yo golpee al
guardia por la espalda y en la nariz, mientras Omar lo sostenía. Y en el
público, esa persona enfatizó que Omar ni siquiera estaba en el lugar. Ahora
bien, ya en el juicio uno de los estudiantes asistentes dijo directamente que
él peleó con el guardia Merino, y todos los guardias corroboraron sus dichos,
cuestión que pasó premeditadamente inadvertida por el tribunal y contradice de
plano toda la acusación. El 15 de septiembre, Provoste sacó una nueva carta
para la comunidad universitaria donde inventa que las imaginarias amenazas que
yo hiciera contra el guardia, habrían sido mucho tiempo antes del juicio y que
consistirían en ‘revelar’ mis conocimientos en artes marciales (!). No está
bien el señor Provoste. Un día escribe declaraciones que dicen blanco y al
otro, unas que dice negro.”
-¿Qué medidas tomarán ante la expulsión
absurda?
MN: “Estamos volviendo conocido nuestro situación; los estudiantes de la
universidad ya están preparando movilizaciones ante los vicios del caso (no
hubo sumario, se publicó nuestra falso ‘crimen’ sólo para intentar imponer una
versión mentirosa en la comunidad donde se nos tacha de drogadictos,
alcohólicos, subversivos, etc.). El lunes 23 de septiembre se efectuará una
actividad donde entregaremos una carta pública en la que se pedirá que se anule
el juicio. Asimismo, ante la justicia ordinaria, presentaremos un recurso de
amparo e iniciaremos acciones legales.”
OM: “Si la medida prospera, será difícil volver a estudiar en otra parte.
Mi sanción es de un año de expulsión, sin derecho a apelación, y queda como
antecedente ante todo el sistema de enseñanza superior.”
APARTA DE MÍ ESE CÁLIZ
Yo,
el que realizó la entrevista, egresé en la segunda mitad de los 80’ del Colegio
San Ignacio –el paradigma formativo de los jesuitas- con distinciones
literarias en uno de los mejores establecimientos escolares de Chile. Después
de mi familia, los valores resumidos en el mensaje ignaciano ‘Entramos para
aprender, salimos para servir’, más allá de mis opciones religiosas o no, marcaron
a fuego una ética que me llevó hasta hoy, a convertirme en un militante social
y político en la vereda ancha de los trabajadores y el pueblo, en la lucha
emancipadora de los castigados de La Tierra. Las figuras de los sacerdotes
jesuitas José Aldunate, José Correa,
Mariano Puga, Roberto Bolton; los denominados ‘Trabajos de Fábrica’ que hacía
con nosotros el colegio, llevándonos a vivir a villas miseria de Santiago y
empleándonos en una fábrica como un obrero más (a mi me tocó en una papelera de
Gran Avenida), sensibilizó socialmente a buena parte de mi generación, la que
enfrentó la dictadura pinochetista con todas las formas de lucha. Entonces los
jesuitas eran sinónimo de justicia social, promoción de la democracia y defensa
de los Derechos Humanos. Nos hicieron ver muchas veces la película ‘La Misión’,
donde un cura jesuita pelea cuerpo a cuerpo junto a los indígenas guaraníes en
Paraguay contra la invasión española. Allí los jesuitas con los originarios
crearon un verdadero Estado paralelo basado en la cultura y economía política
no capitalista propia de los guaraníes. Sin duda, lo que hoy sucede en la
Universidad Alberto Hurtado, dependiente de la Compañía de Jesús, rompe una
tradición noble con violencia extraña.
Y, disculpando mí primera persona, lamento y me
indigna que el Secretario General del departamento universitario que los jóvenes
llaman ‘servicio de Inteligencia’, cuyo encargado pusiera la demanda contra los
estudiantes expulsados sea mi antiguo compañero de curso y de banco, Tomás Fuenzalida.
Recuerdo como si fuera hoy que fue el primero en defenderme cuando un
retrógrado cura que sustituía accidentalmente al que nos impartía Pastoral me
echó de la sala de clases por no levantarme de mi puesto a persignarme.
¿Qué te pasó Tomás? ¿Qué le pasó a los jesuitas
que propulsaban y facilitaban la organización de los estudiantes en las clases,
los recreos, las fiestas, y las horas fuera de clases; prestaban locales de la
Congregación a organizaciones políticas de izquierda y a la Federación de Estudiantes
Secundarios de la época a cuenta y riesgo de su situación en el país? ¿Qué pasó
con la biblioteca y Centro jesuita Bellarmino, único lugar bajo la dictadura
donde se podía leer a Marx, Lenin, Mariátegui, Gramsci, textos sobre la Unidad
Popular de Allende, Teología de la Liberación, Marginalidad en América Latina de Roger Vekemans y toda la literatura prohibida por la
tiranía?
La expulsión de Manuel y Omar, mancilla de la
peor manera un derrotero pleno de decoro, inteligencia, voluntad
transformadora, libertad y praxis obrera desde un Cristo del pueblo brutalmente
explotado y expoliado. Sólo apelo a lo mejor de lo que aprendí en un colegio de
curas distinguido, audaz y profundamente humanista. No quiero negar lo que me
enorgullece. De lo contrario, con modestia de uno más en la lucha por y con los
empobrecidos de cualquier lugar donde me pare, aparten de mí ese cáliz.
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