domingo, 28 de febrero de 2010

TERREMOTO EN CHILE: MENSAJE URGENTE

Mientras se escriben estas palabras, en Concepción cientos de personas afectadas brutalmente por el terremoto que remeció a Chile desde la Quinta hasta la Novena Región –incluyendo la Región Metropolitana- abren las bodegas del supermercado Líder (Wal Mart en Chile) para llevarse mercancías de primera necesidad, cajas de leche, sacos de azúcar, pañales, arroz y alimentos en general. Según algunos medios informativos, lo mismo ocurre en la ciudad de Talcahuano.

En Concepción, la muerte y la destrucción de viviendas e infraestructura en los sectores más pobres de la ciudad y sus alrededores han sido los más dañados. No hay agua, no hay electricidad, no hay combustible, no hay gas y el gobierno central y local han sido incapaces de resolver adecuadamente la distribución de comida y artículos de primera necesidad. Ya llegan las fuerzas policiales. Sin embargo, la gente continúa retirando artículos y alimentos urgentes, toda vez que desde la madrugada del 27 de febrero (0:3:34 hrs.) el caos en uno de los países más sísmicos del planeta ha ocasionado la destrucción de rutas, puentes, estructuras históricas, edificios habitacionales nuevos y antiguos, desabastecimiento, cierre de comercio y cientos de muertos.

El terremoto, que tuvo su epicentro en el centro sur de Chile –el país austral donde Los Andes se hunden en el mar- fue calificado como el sexto más feroz del mundo desde que los movimientos telúricos son medidos científicamente, y alcanzó un promedio de 8,3 º en la escala de Richter . El desastre no tiene precedentes desde la catástrofe de Valdivia, hace 50 años, que combinó un terremoto con un maremoto que hizo desaparecer literalmente a esa ciudad, la cual debió ser reconstruida en un sitio distinto y más distante del mar.

Ahora, al menos la isla Juan Fernández, padeció un tsunami y otras zonas costeras recibieron el castigo del mar que se adentró cientos de metros en territorio urbano. Increíblemente en la plaza de armas de Talcahuano se estacionó una embarcación costera.

Entrevistada la gente en Concepción mientras colectivamente distribuía la mercadería agolpada en las bodegas del principal supermercado de la región, señaló que no tuvieron alternativa ante “la falta de comida, agua, leche para los niños y la subida sinverguenza de los precios en los pocos comercios abiertos”.

“Piñera se la pasa dando vueltas en helicóptero y no hace ninguna “huevada”. Está puro dando jugo”, señaló una madre mientras trasladaba bolsas de leche.

El gobierno central ha sido incapaz, hasta el momento, de solucionar adecuadamente el suministro de alimentos, energía y cobijo. De hecho, la población más afectada, incluso en Santiago, ha optado por dormir en carpas en las plazas públicas y las calles, o simplemente a la intemperie. Los hospitales públicos, que ya estaban colapsados antes del terremoto, fueron superados con creces y algunos, como el de la ciudad de Talca, simplemente se cerró debido a los daños. El aeropuerto de Santiago, por su parte, protagonizó episodios dantescos, aplastamiento de personas, explosiones de pantallas informativas, y huidas desordenadas de los pasajeros que llegaban y de los que esperaban su vuelo. Ahora está clausurado temporalmente.

El territorio chileno, desde Valparaíso hasta Chiloé, desde el terremoto, ha sufrido al menos 90 réplicas (movimientos telúricos de menor intensidad); hay cientos de desaparecidos, gente bajo los escombros, y el número de fallecidos aumenta oficialmente en tanto pasan las horas.

Quien escribe esta nota urgente tuvo la oportunidad de observar el cielo enrarecido de Santiago durante los tres largos minutos que duró el terremoto en la capital del país (en Concepción se prolongó por 27 minutos). La atmósfera de colores asombrosos auguraban inmediatamente una tragedia de proporciones todavía incuantificables. Lo cierto es que, como es habitualmente ocurrente en Chile, el pueblo trabajador y los pobres son la víctimas principales de la devastación. De golpe y con violencia indescriptible, la naturaleza –contra toda propaganda- recuerda que Chile continúa siendo un país profundamente empobrecido, tercermundista, y muy lejos del desarrollo cacareado interesadamente por los pocos dueños de todo.

Andrés Figueroa Cornejo

Febrero 28 de 2010

viernes, 26 de febrero de 2010

LA RESURRECCIÓN DE LA PRENSA INDEPENDIENTE EN CHILE


Entrevista con el principal impulsor de Diario Uno, Marcel Claude.


Diario Uno se llama la nueva publicación independiente que comenzará a abarrotar los kioscos del Chile desde marzo de 2010. El principal arquitecto de una iniciativa que va a contracorriente del monopolio ominoso de la prensa en manos del poder económico y político antipopular en el país es Marcel Claude, economista y magister en Economía de la Universidad de Chile, Master of Arts y candidato a Doctor de la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica. Actualmente se desempeña como consultor y asesor sindical en temas económicos y ambientales. Es profesor de la Universidad de Chile en la Escuela de Gobierno y Director del Área Estado, Economía y Gestión de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano.


En medio de un concurrido lanzamiento de Uno en pleno centro de Santiago, conversamos con Marcel.


¿De qué se trata el proyecto periodístico?

“Es una iniciativa ciudadana para crear una prensa que represente de manera genuina y sin compromisos con partidos políticos, iglesias, empresas o gobiernos, los intereses de quienes jamás están visualizados en los medios tradicionales, o bien están mediatizados por los intereses de grupos empresariales, que usualmente ponen a los actores sociales en una situación de menoscabo.”

El financiamiento es clave…

“La idea en constituir una cooperativa de socios, de personas, de ciudadanos que serían los dueños del diario a través de una pequeña inversión.”


LA VOZ DE LOS SIN VOZ


¿Podrías definir la línea editorial de Uno?

“Inicialmente será un semanario que busca ser tremendamente crítico a las formas neoliberales en que se ha gobernado en Chile; tremendamente crítico de la gestión empresarial; tremendamente crítico de la función del Estado en la representación del interés público; y pretende ser la voz de los que hace mucho años no tienen voz. Aquí me refiero a los trabajadores, las mujeres, los jóvenes, los pueblos originarios, el feminismo, el mediambientalismo, los intelectuales, los artistas. Es decir, todos aquellos cuyos problemas difícilmente pueden ser puestos en el debate público.”


¿Cuándo sale a la calle?

“Estamos construyendo un equipo periodístico para que saque el primer número de Uno el 14 de marzo. Queremos que el diario sea sustentado por el propio interés público, por la necesidad de la gente de ser escuchada. El objetivo es instalar en Chile los verdaderos intereses del pueblo chileno.”


LA COOPERATIVA


¿Cómo será el funcionamiento de participación ciudadana?

“La cooperativa de socios elegirá al directorio del periódico, y tiene la facultad de cautelar la independencia editorial. Queremos construir un consejo editorial cuyas sillas sean ocupadas por organizaciones ciudadanas, profesores, trabajadores del cobre, de las forestales, bancarios. Si logramos que 30 mil chilenos sean socios de la cooperativa y compren el diario todos los fines de semana, el diario está financiado. La iniciativa recurrirá a la publicidad, pero cautelando que no dependa de ella.”

¿Por qué se llama Uno?

“La sigla del periódico es D1 (De uno), es decir de los que no tienen expresión política, de los que jamás han tenido un medio masivo que los represente. La voz del pueblo chileno debe convertirse en noticia eficaz.”

¿Qué riesgos adviertes en el horizonte del proyecto?

“Ahora, si esta cooperativa no es sostenida por la propia gente y sus organizaciones, corre el peligro de ser sometida a las leyes del mercado. Por eso estamos llamando al conjunto de la ciudadanía a ser parte de este proyecto.”

¿Cómo puede llegar a ser socia de Uno la gente de a pie?

“Para ser socio, las personas interesadas deben pagar por una sola vez $ 10 mil pesos (18 dólares). Eso vale una acción que es intransferible, es decir que no es vendible ni comprable, con el fin de evitar cualquier proceso de concentración. Es una acción ciudadana que nace y muere con la persona que la compra. Y una acción es un voto. Luego se constituirá una asamblea de socios que elegirá un directorio del diario y así, se formalizará el proceso democrático de la cooperativa. Ella, que está en construcción, ya salió publicada en el Diario Oficial y está en el registro de propiedad intelectual. Para hacerse socio tienen que tomar contacto a los correos marcel.claude@gmail.com o mclaude@academia.cl


Andrés Figueroa Cornejo

Febrero 26 de 2010

jueves, 18 de febrero de 2010

CHILE: CUESTIÓN DE TRABAJO



1. En Chile, vanguardia experimental del capitalismo mundial desde la contrarrevolución pinochetista, la organización del trabajo impuesta por el capital resulta determinante en los nuevos formatos y contenidos del programa y las plataformas de lucha de los asalariados y el pueblo, y en las maneras más adecuadas para enfrentar orgánicamente la embestida antisocial de la burguesía desde el mundo de los trabajadores.

En general, la informalidad y precarización del empleo, son los modos y tendencias predominantes de la organización del trabajo en el país. Ello es parte de la estrategia de los que mandan para aumentar su tasa de ganancia, y es manifestación de las relaciones descompensadas del capital sobre el trabajo.

Los datos que existen no resultan lo suficientemente actuales ni abundantes, pero ofrecen los números elementales para caracterizar su estado y movimiento.

2. De acuerdo al estatal Instituto Nacional de Estadísticas, a diciembre de 2009, en Chile la fuerza de trabajo está compuesta por más de seis y medio millones de personas. La cesantía supera el 9 %.

Según la Universidad de Chile –la casa de Estudios Superiores de mayor trayectoria y prestigio- del 100 % de los trabajadores, sólo un 40 % tiene contrato indefinido. El 60 % labora por cuenta propia, son empleados sin contratos, a honorarios, a plazo fijo o por faenas; tienen bajos sueldos, carecen de previsión, salud y capacitación. El 30 % restante tiene una calidad de empleo “más o menos decente”; y sólo el 10 % de “alta calidad”.

Respecto del fenómeno creciente del subcontratismo, en 1999 el 43 % de las empresas subcontrataban, porcentaje que el 2004 ya llegaba al 50, 5 % (Dirección del Trabajo). Sin embargo, desde 1999 hasta el 2004, la subcontratación en actividades económicas principales (ya no en funciones indirectas al servicio o producto eje de la empresa) aumentó del 14,5 % al 20,7 %. Estimaciones hablan de que el subcontratismo corresponde a 1 millón 200 mil trabajadores; esto es, alrededor de un 18 % de la fuerza laboral total. Es preciso hacerse de las cifras de 2009, toda vez que las relaciones de subcontratación viven una ampliación que junto y como parte también de la precarización del trabajo, constituye la tendencia hegemónica de la actual fase del patrón de acumulación de la minoría propietaria.

Es por ello que, más allá del empresarial Código Laboral, el sindicalismo convencional cae debido a que responde a una organización del trabajo que ya no es la predominante en Chile. Hasta entre los empleados públicos, la consolidación del trabajo a honorarios y el contrato no indefinido, limita persistentemente la capacidad de agrupamiento y negociación del sector de trabajadores que cuenta con mayor tonelaje orgánico en el país, y es base de sustentación de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), la multisindical más numerosa de Chile, pero que está muy lejos de llegar a los dos dígitos de la fuerza laboral existente. Ello sin contar que la composición política de su conducción está en franca colaboración con el capital y sus expresiones políticas.

En esta línea, la defensa de la indemnización por años de servicio de los trabajadores es una demanda que es preciso cautelar, pero que tiene su rostro hermano en la lucha y organización de los asalariados precarizados. Es decir, se liga indisolublemente con la lucha por el contrato indefinido y regulado, con todas las garantías sociales que él comporta. De lo contrario, sólo responde a una conquista mordida sistemáticamente por los gobiernos de la Concertación que beneficia a una fracción cada vez menor de trabajadores. Asimismo, el seguro de cesantía, también debe ser parte de la plataforma de los trabajadores, y su composición debe estar financiada sustantivamente por los empleadores y el Estado. Otra pieza del mismo conjunto, es el fin del subcontratismo, y la formulación de un sistema de seguridad social amplio y que cubra mucho más que una pensión que alcance para vivir adecuadamente. Ninguna de estas reivindicaciones –en tránsito a convertirse en propuestas terminadas- puede pelearse por separado. Son momentos de un todo programático interdependiente.

El movimiento del capital sin restricciones ni regulaciones en Chile desde hace casi 40 años, radicaliza y revela con brutalidad la contradicción sintetizada en la apropiación privada y concentrada de la producción social de la riqueza. Asimismo, la asociación simbiótica, pero dominada por el capital financiero de los distintos momentos del capital, multiplica las relaciones salariales flexibilizadas del conjunto social; concentra la población en las ciudades; y acumula por despojo en materia de recursos naturales, “destruyendo creativamente” fuerzas productivas.

3. De acuerdo a un informe del Banco Central (2009), los chilenos endeudados alcanzan entre el 60 % y 70 %, y en promedio, deben 3 millones de pesos (5.700 dólares, toda vez que el salario promedio es de 660 dólares). La mayoría de los endeudados provienen de sectores medios y medios empobrecidos y sus deudas son con casas comerciales. Emplean las tarjetas en el supermercado, para comprar ropa o pagar cuentas de servicios básicos, “no para lujos ni viajes”. En la misma línea, la deuda total de consumo (bancaria y no bancaria), a fines de 2008 totalizó más de 22 mil millones de dólares, lo que equivale a una deuda per capita de alrededor de 1.300 dólares (este número no considera las deudas hipotecaria, sólo consumo, y distribuye la deuda entre 17 millones de personas).

Por otro lado, según la III Encuesta de Previsión Social (2006, antes de la crisis económica), poco más de un 20 % de los chilenos tenía capacidad de algún tipo de ahorro. Sobre el ámbito, la encuesta Casen –también de 2006- indicó que el 40 % más pobre de la población destina casi el 70 % de sus ingresos para pagar deudas. Aquí el dinero líquido está en extinción.

La sexta Encuesta Nacional de la Juventud realizada el 2009 informó que más de dos millones de jóvenes están endeudados. El 57 % está moroso con tiendas comerciales y el 33 % con tarjetas bancarias. Los créditos universitarios se encuentran en el cuarto lugar. En tanto, el 17 % de los adolescentes entre 15 y 19 años ya poseen deudas y no salarios, lo que daña directamente el ingreso familiar.

Si bien Chile, los últimos días, ha sido considerado el país menos financiarizado de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), la industria del crédito y la deuda (en manos de la banca y el retail más capitalizado) disciplina el régimen laboral en dos sentidos: por un lado, resuelve a cuotas infinitas lo que no alcanza con el salario, y por otro, ubica al desempleo en un plano superior a la peor catástrofe de los chilenos. El fenómeno, naturalmente, explica la mansedumbre de importantes sectores de trabadores, funciona como arma antisindical, domestica y convierte al puesto de trabajo en una suerte de graciosa dádiva de los propietarios. Casi un favor que hay que agradecer soportando la no reajustabilidad de las remuneraciones, las horas extras impagas, la multifuncionalidad, la inexistencia de relaciones contractuales, y, en general, las malas condiciones de pago y de trabajo.

Al respecto, la regulación del crédito y la deuda camino a la estratégica nacionalización de la banca (la “estatal” que existe opera de igual forma que la comercial privada), es otro territorio programático para los asalariados y los pueblos. Los límites a la usura devenida de la deuda generalizada (tanto de consumo, como hipotecaria) y una industria crediticia únicamente al servicio de las utilidades de sus dueños chocan invariablemente contra cualquier proyecto de desarrollo que ponga a las grandes mayorías en el centro del movimiento económico. Y junto con el fin del trabajo informal, sin contrato y del subcontratismo, son materiales cardinales, comprensibles, y altamente sensibles para la inmensa mayoría chilena. A ello se agrega que las mujeres obtienen por el mismo trabajo realizado por un hombre un tercio menos de remuneración, y los jóvenes, dos tercios menos; la parte de la renta variable (con metas imposibles) respecto de la fija va en aumento; y la flexibilidad laboral pone al sueldo mínimo como una cifra de llegada y no de partida. He aquí entonces, otras piezas esenciales de las plataformas de lucha, del programa y proyecto de los intereses de los trabajadores y los pueblos, y de los contenidos y formas que los asalariados deben encarar orgánicamente en la actualidad.

Andrés Figueroa Cornejo

Febrero 17 de 2010

sábado, 13 de febrero de 2010

Entrevista con el economista argentino, Rolando Astarita: “LA CLASE TRABAJADORA PASA A SER SUJETO CUANDO CUESTIONA REVOLUCIONARIAMENTE AL CAPITAL”



La agrupación de luchadores sociales “Plataforma de Intrusión” invitó a Chile al prestigioso economista y académico argentino, Rolando Astarita, para ofrecer dos contundentes charlas sobre la crisis capitalista mundial. Luego de su última conferencia en el Centro Social y Cultural “El Sindicato” –territorio libre del cascarón antiguo de Santiago- tuve la oportunidad de entrevistar, con café y fondo de música latinoamericana, al docente de la Universidad de Quilmes y de la UBA.


La prensa dominante nos bombardea a diario con noticias sobre la supuesta recuperación de la crisis…


“Hay que subrayar que la crisis no está superada. Hay una mejora de los índices económicos, de la demanda, del comercio, subió la bolsa de valores; pero los problemas de fondo permanecen porque gran parte de esta recuperación se debe a la enorme masa de inyección fiscal. Y hasta que no se recupere realmente la inversión y el consumo no se puede decir que la crisis está superada. En general, se observa una recuperación extremadamente débil. A ello es preciso agregar los graves problemas que afectan a Grecia, España, Irlanda, Portugal. Además no se sabe cuántos activos tóxicos siguen en los bancos. Eso no se ha terminado de depurar. Incluso los bancos, hasta el 2012, tienen fuertes deudas de corto plazo. A su vez, no se sabe, por ejemplo, hasta qué punto bancos europeos están comprometidos con empresas medianas y pequeñas en créditos que pueden ser incobrables. En muchos sentidos, el fondo de la crisis aún no se ha tocado.”


Tú hablas de la existencia de una “sobrecapacidad” del capitalismo…


“Existe una enorme sobrecapacidad, muy por encima de lo que puede absorber el mercado. La industria automotriz lo grafica ejemplarmente. Ella puede producir 90 millones de unidades anuales, y en condiciones normales, el mercado puede consumir 60 millones. Es decir, 30 millones corresponden a capacidad de producción que no hay dónde meterla. Y por las presiones competitivas entre grupos corporativos, se sigue construyendo capacidad.”


“MIENTRAS EXISTA CAPITALISMO, EXISTIRÁN LAS FINANZAS”


¿Y qué hay de los argumentos asociados a la especulación del capital financiero?


“Aquí, efectivamente, hubo especulación y sobreespeculación. Pero existe una visión de que las finanzas han crecido como si fueran una esfera de la actividad económica que no tiene nada que ver con el sistema capitalista. Sin embargo, el crecimiento del crédito y de todos los instrumentos financieros es propio del funcionamiento del capitalismo. Ahora bien, para algunos sectores lo financiero es una mala palabra en sí. Entonces perecería que el problema es el capital financiero, y que si se elimina existiría un capitalismo perfecto. La verdad es que el capital financiero tiene una doble función. Sin crédito no hay desarrollo de las fuerzas productivas. Y las empresas, permanentemente, tienen fondos líquidos –capitales de amortización, capital de trabajo- que son volcados a los mercados financieros. Es decir, hay una permanente ida y vuelta entre el capital productivo y el financiero. Para Marx, el crédito es palanca de la acumulación y palanca de la sobreespeculación. En la medida en que se mundializó el capital, este fenómeno creció, agravando tremendamente las crisis. Y ahora, claro, pueden implementarse algunas regulaciones mínimas. Pero mientras exista capitalismo, existirán las finanzas; es inevitable. Entre el capital productivo y el financiero sólo hay diferencias en su unidad. La única manera de que el capital financiero, de conjunto, se valorice es que los activos en los que están invertidos generen plusvalía. Esto es, el capital financiero no puede desligarse de la realización del valor y del trabajo productivo. El capital financiero no puede valorarse de forma autónoma. No hay razones para pensar que Wall Mart, IBM o Toyota tengan sistemáticamente, a través de las décadas, tasas de ganancia más bajas que Bank of America o el Citi. Esto lo aclaro también, porque existe cierta tendencia a desplazar la centralidad de la contradicción capital / trabajo por la contradicción capital financiero / pueblos; capital bancario / capital productivo, etc.”


“ESTA NO ES UNA CRISIS POR FALTA DE CONSUMO”


¿Qué piensas de la idea de que está crisis se debe a la caída del consumo de los trabajadores y los pueblos?


“Hay interpretaciones que ofrecen sectores populistas nacionalistas que plantean que la crisis es de subconsumo, es decir, que la crisis se ha provocado por el bajo consumo de las clases populares. Entonces lo que habría que hacer es tomar medidas redistributivas para aumentar el poder de consumo de las clases populares. Sobre este relato yo creo que hay un error de diagnóstico. En EEUU, desde los 80 existe una baja en la participación de los salarios (mayor explotación), pero la participación del consumo en el PIB aumenta. Los salarios pueden bajar, sin embargo, los sectores medios y ricos consumen más. Asimismo, la proletarización del campesinado chino, por ejemplo, por poco que ganen como nuevos asalariados, consumen más que en el campo. Esta no es una crisis por falta de consumo. Y, por tanto, la salida de la crisis no se va a dar por un aumento de salarios. No tenemos que esperar un keynesianismo redistributivo progresivo. Lo que hay es un keynesianismo para el capital, para los de arriba. La desigualdad en la distribución del ingreso mundial empeoró desde los 90 hasta nuestros días, pero no hay ningún indicador que señale que esa tendencia vaya a cambiar. Por el contrario.”


Es decir, no estamos frente a una crisis de demanda…


“La demanda está compuesta por el consumo y la inversión. Y el consumo comienza a aumentar cuando las clases dominantes y medias comienzan a realizar consumos postergados. En las crisis lo primero que baja es el consumo de bienes durables. Por eso son esas las mercancías cuyos precios comienzan a subir junto a las recuperaciones económicas. Al mismo tiempo, las empresas comienzan a reponer existencias. La primera inversión de las empresas es en existencias. Todo esto, paulatinamente, reactiva la demanda y el empleo. Pero es producto de que está aumentando el gasto de plusvalía de los capitales. Los salarios se recuperan después. El gasto de los salarios de los trabajadores depende del gasto de la plusvalía, es decir, de los capitalistas.”


EL ORDEN DE LAS COSAS


Siempre manda el capital…


“El sujeto determinante en el capitalismo es el capital. Él decide cuándo se contrata, qué se invierte, qué se hace con el dinero. El sujeto de la acumulación es el capital. Por eso cuando el capital deja de invertir por la tasa de rentabilidad, el consumo salarial cae.”


¿Y cuándo empieza el protagonismo de los trabajadores?


“La manera en que la clase trabajadora pase a ser sujeto es que cuestione revolucionariamente al capital. Hasta ese momento, el trabajador es un objeto alienado. Y la recuperación de las crisis capitalistas nunca se ha dado por aumentos salariales. Su movimiento de recuperación está ligado a que el capital se desvaloriza, se concentra, desaparecen los capitales más débiles, se desvaloriza la fuerza de trabajo, y sobre esa base, en determinado momento comienza a restablecerse la tasa de rentabilidad y el capital vuelve. El consumo de los trabajadores está subordinado al proceso anterior.”


CONSENSO DE WASHINGTON CON CIERTA INTERVENCIÓN ESTATAL


Aquí en Chile, hace poco la vieja derecha ganó las elecciones presidenciales frente a la Concertación…


“Cuando gana, en cualquier parte, un gobierno supuestamente de “izquierda”, yo no espero grandes cambios hacia la izquierda. Y cuando gana un gobierno de derecha, tampoco espero grandes cambios hacia la derecha. En la actualidad operan las leyes del capital en sentido bastante puro y están garantizadas. Por eso las polémicas entre los sectores llamados más o menos “progresistas”, se baten en temas como el aborto y entre matices. Yo creo que la fórmula de gobernabilidad dominante es el Consenso de Washington con una cierta intervención estatal.


CAPITAL / TRABAJO


Una de tus características es sostener ciertas distancias críticas respecto de algunas izquierdas…


“Tengo discrepancias. Hay una izquierda que diagnostica que la actual crisis económica es producto del estancamiento del sistema capitalista que ya dura 30 años. Entonces se dice que en las últimas décadas el capitalismo prácticamente no tuvo ninguna acumulación y la crisis no es más que la manifestación de ello. Por el contrario, yo creo que ha habido una expansión importante del capitalismo y sus fuerzas productivas, sino no es posible explicar la implosión de la Unión Soviética, la reconversión China, la propia historia de Chile. Entonces, yo estimo que, porque hubo un desarrollo de las fuerzas productivas, esta es una crisis de sobreacumulación y sobreproducción. Esto es importante porque el discurso de mucha izquierda no logra explicar la realidad. Otro asunto, es que otros sectores de la izquierda desplazan la contradicción central capital / trabajo por otro tipo de contradicciones: neoliberalismo / pueblos, capital financiero / capital productivo, capital financiero / pueblos. Todos esos desplazamientos provocan un diagnóstico inadecuado. Entonces para elaborar los programas políticos hay que concentrarse en la contradicción capital / trabajo. El rearme político de la izquierda tiene que pasar por reconocer esta centralidad.


“EL SOCIALISMO ES EMINENTEMENTE INTERNACIONALISTA”


Tú abjuras del nacionalismo…


“El capital se internacionalizó extraordinariamente en los últimos tiempos. Y una de las armas del capital ha sido el chantaje de la movilidad de las inversiones y la deslocalización. El capital ha tenido una estrategia internacional, mientras sectores de izquierda le han opuesto estrategias nacionalistas. Ello ha fracasado. Hay una izquierda latinoamericana muy nacionalista. La explotación en realidad es de clase. El socialismo es eminentemente internacionalista. La mundialización del capital impone a la izquierda, con mayor claridad que en la época del Manifiesto Comunista, el internacionalismo.”


Andrés Figueroa Cornejo

Febrero 13 de 2010

LA CONCERTACIÓN Y PIÑERA: LOS MATICES INVISIBLES



Ahora ocurre que el gobierno concertacionistas, a un mes de su partida de La Moneda, luego de que Piñera diera a conocer la composición de su primer gabinete, ha bautizado a la próxima administración, como “el gobierno de los gerentes”, comparándolo con el mandato del derechista Jorge Alessandri de 1958. El mote acuñado por la Concertación para el multimillonario no es incorrecto; lo falso es el intento de la componenda derrotada en las últimas elecciones de representarse así misma como la alternancia popular, toda vez, que las políticas anunciadas por Piñera no resultan estratégicamente antagónicas a las implementadas durante 20 años por Aylwin, Frei Ruiz-Tagle, Lagos y Bachelet. Por el contrario, son complementarias y continuistas. No por nada, el democratacristiano, ex presidente de esa tienda, y con un abundante prontuario de cargos públicos los últimos 20 años de gobiernos civiles, será el ministro de Defensa de Piñera.


Como el Imperio norteamericano (en aprietos por el acoso chino e hindú), tanto la Concertación, como la Alianza por Chile (tanto, la nueva derecha, como la antigua) forman el marco de gobernabilidad para dicha del capital y condena de los pueblos, y está garantizada por dos agrupaciones de representación política cuyos proyectos jamás resultan excluyentes, sino que siempre siameses. Como los demócratas y los republicanos en EEUU.


En el capitalismo otoñal –destructivo de fuerzas productivas, de trabajo precario, de despojo de recursos naturales; belicoso, alienante, estructuralmente desigual, regido por el capital financiero especulativo; inhumano, que concentra la riqueza y democratiza la miseria-, Chile no sólo es cobre, madera, pescado y racimos de uva para la exportación. También es el sitio donde se experimentan de manera fundamentalista y como vanguardia, las fórmulas más radicales y de última generación del capitalismo. Lo que en Chile ocurre primero, se replica en el vecindario mundial, de acuerdo a las resistencias y variantes moduladas por la lucha de clases en cada territorio o país en particular. Basta darle un vistazo a la privatización ampliada de los ahorros previsionales, la salud, la educación, el mar, los recursos naturales, la tierra, los barrios, las carreteras, el borde costero, y las obras “públicas”. Por eso el planeta capitalista y sus polos centrales, colocan a Chile como paradigma económico y político, a través de sus instituciones-industrias de la deuda mundial, como el FMI, el BM, la OMC y las calificadoras de riesgo.


En la misma línea, La Nación de Argentina bautizó como “el gobierno de los técnicos” al inminente mandato de Piñera en el país. Asimismo, El Clarín trasandino relevó el rol de consultor del Fondo Monetario Internacional del que será ministro de Hacienda, Felipe Larraín; mientras el Financial Times de Londres señaló que la designación de Larraín es un signo de “continuidad macroeconómica”. La BBC, por su parte, aseguró que la misión de la nueva cartera ministerial deberá “Centrarse en impulsar el crecimiento económico y la creación de empleos, junto con continuar con las políticas sociales de la Presidenta saliente, Michelle Bachelet.” En buenas cuentas, se impone la sugerencia de que la administración de la derecha vieja no debe dejar de implementar los procedimientos de contención y control social inaugurados por la Concertación por medio del asistencialismo a los quintiles más pobres de la población. Asimismo, el discurso piñerista de ubicar a tecnócratas en los ministerios cumple los objetivos de ofrecer la impresión de “neutralidad” y “eficiencia” por sobre la partidocracia de las carteras; y refleja el mito burgués de que un país se puede manejar “con éxito” igualmente que una empresa cualquiera. Naturalmente, y del mismo modo que la Concertación a lo largo de sus 2 décadas en el Ejecutivo, los “especialistas” son cualquier cosa menos neutrales.


Sin embargo, el economista, analista y académico de la Universidad de California, Sebastián Edwards, al conocer el gabinete y los criterios de su formación, señaló que “Me temo que muchos de estos ministros no durarán mucho tiempo en sus puestos” debido a “la ausencia de experiencia política”. La campaña del diario La Tercera (derechista como el que más) también ha “tirado las orejas” a Piñera en el mismo sentido que Edwards. Esto quiere decir simplemente, que la inteligencia de la vieja derecha, permanentemente irá supervisando los pasos de Piñera con el fin de que la alianza que representa gane también las próximas elecciones de 2013. Tomando nota, Sebastián Piñera, rápidamente, se contactó con el UDI (ultra conservador), Pablo Longueira, para reordenar el loteo partidista del nuevo gobierno. Todavía hay que repartir la piñata de las subsecretarías, intendencias y otros sabrosos bombones. Pero para ello hay tiempo suficiente.


Al ex candidato presidencial de la UDI, Joaquín Lavín (quien estuvo a unos cuantos miles de votos de ganar las elecciones contra Ricardo Lagos en 1999), le “tocó” encabezar el ministerio de Educación. Aquí no es extraño hipotetizar que procurará cambiar el pago de la deuda histórica con los profesores por la eliminación del Estatuto Docente (que es una suerte de carrera profesional que ofrece cierta seguridad laboral a los educadores). Es el mismo trato generalizado de los empresarios al enfrentar una negociación colectiva con los trabajadores: cambian los reajustes salariales y el mejoramiento de las condiciones de trabajo por un bono de fin de conflicto. Ya la educación particular y particular subvencionada en Chile raya en un 60 % respecto de la pública y gratuita. Ello es una tendencia impulsada por la Concertación que ya tiene un movimiento propio. En este ámbito, Lavín ya tiene “la pega” hecha. En el mismo sentido, las políticas del ministerio del Trabajo consagrarán la flexibilidad laboral, el casi inexistente poder negociador de los asalariados; el fin de la indemnización por años de servicio canjeado por un ridículo seguro de cesantía; y la consolidación del subcontratismo y la tercerización. Todo ello también es una tendencia pavimentada por los gobiernos concertacionistas.


El resto de los ministerios está liderado por probados empresarios, gerentes y tecnócratas del capital. Se desploman las máscaras “ciudadanistas” de los gabinetes de la Concertación (donde también había empresarios) y los trabajadores y el pueblo enfrentarán el rostro puro y duro de los intereses corporativos que rigen la estrategia burquesa para Chile. Al respecto, la Concertación –con ingentes recursos y lengua bipolar- intentará reconquistar al electorado ofreciendo mayor regulación económica, más y mejor trabajo, más democracia, y criticando las mismas políticas que ellos implementaron sin asco durante los 4 gobiernos consecutivos que capitanearon.


Mientras tanto, la izquierda anticapitalista prepara sus luchas y propuestas, cautelando su independencia política respecto de la Concertación. En este ámbito, el anticapitalismo en Chile amplía su plataforma de lucha, tonificándola con las nuevas formas de expoliación del capital contra el despojo de los recursos naturales; propiciando un nuevo sindicalismo acorde a la actual organización del trabajo; incorporando sinceramente al ambientalismo consecuente; y las luchas ancestrales de la mujer y de los pueblos originarios a su carta de navegación estratégica. Es cierto; estos días son opacos y enemigos de la emancipación. Sin embargo, la fatalidad de la coyuntura comenzará a destruirse combinadamente, con ideas y en la calle, en los lugares de trabajo, en las aulas y en las poblaciones; arruinando el sectarismo, exudando unidad popular. Las maneras del anticapitalismo sólo pueden desenvolverse en un solo movimiento que sintetice la protesta con la construcción del proyecto político de los pueblos y los trabajadores.


Andrés Figueroa Cornejo

Febrero 12 de 2010


martes, 9 de febrero de 2010

LAS PRECAUCIONES DEL ANTICAPITALISMO EN CHILE




La versión mecánica de que bajo un gobierno como el de Piñera, automáticamente los trabajadores y el pueblo se tomarán las calles y le “quitarán la sal y el agua” al multimillonario en el Ejecutivo, corresponde a una lectura más que discutible. Ello es como creer que los asalariados y los pobres estaban simplemente acuartelados durante estas últimas dos décadas y que ahora, frente al establecimiento de un gobierno de la vieja derecha, se levantarán mágicamente.

El pacto de gobernabilidad capitalista sellado entre la Concertación y el pinochetismo en el último tercio de los 80 del siglo pasado, contempla la posibilidad de que la derecha antigua también llegue a La Moneda. Y mientras esté garantizada la consecución del modo primario exportador, la preeminencia ordenadora del capital financiero y especulativo sobre el conjunto de momentos del capital, la democracia sin pueblo, los ajustes estructurales demandados por el crédito imperialista, la contención y control social, y la alienación ampliada, en rigor, no hay problemas. Salvo, claro, para los funcionarios de confianza política de la Concertación que tendrán que buscar trabajo en otro lugar, menos aquellos que hayan tomado las previsiones del caso y ya sean accionistas de empresas, dueños de ONG’s, consultoras, etc.

La “unidad nacional” y el “consenso” entre la vieja y la nueva derecha también era la forma predominante de dotar de gobernabilidad a los gobiernos de la Concertación. Lo que ocurre es que ahora es el turno de Piñera. Y eso es lo que recuerda permanentemente “Berlusconi chico” a través de los medios de comunicación. Tanto él, como miembros de la propia Concertación.

Piñera no es Pinochet, ni Bachelet, Allende. El actual período corresponde a la democracia burguesa, restringida, tutelada, encorsetada por los intereses de la clase propietaria y sus instituciones, y coronada jurídicamente por la Constitución del 80. Y la contradicción actual no es dictadura / democracia; sino hegemonía de los intereses de la burguesía versus las tareas necesarias para imponer con lucha multidimensional, de menos a más, la hegemonía de los intereses de los trabajadores y los pueblos. Lo demás es propaganda.

La Concertación, durante 20 años, cumplió como alumno mejor el compromiso considerado en el contrato con la derecha vieja de despolitizar al pueblo y hacer trizas las expresiones de la autoorganización popular que en la dictadura, decisivamente, apresuraron y justificaron el propio pacto de gobernabilidad por arriba.

Por ello, y debido a las debilidades y descomposición de las fuerzas anticapitalistas de Chile –golpeadas por las relaciones de fuerza internacionales, cooptadas por la Concertación , en crisis de sentido y en tránsito entre la resignación y el acomodo-, la actual Central Unitaria de Trabajadores, por ejemplo, con fortuna representa una fracción de los empleados públicos, mientras las mayorías empobrecidas se rebuscan la vida en jornadas de trabajo infinitas, bregando contra el narcotráfico, gastando parte del ingreso en tragamonedas, víctimas de una organización del trabajo impuesta por el capital caracterizada por el subcontratismo, la fragmentación, el cuentapropismo, el emprendimiento imposible.

Efectivamente, hoy existen destellos esperanzadores de reagrupación anticapitalista. Pero, no hay duda de que la construcción de la alternativa política e independiente de la Concertación –con ese u otro nombre- de un socialismo de los pueblos y los trabajadores recién comienza su derrotero necesario.

El horizonte estratégico de la recomposición de la fuerza y el proyecto –condicionada por la propia lucha de clases en una relación simbiótica e interdependiente- es la construcción ampliada del poder del pueblo en clave contrahegemónica para hacerse del gobierno y garantizar su sobrevivencia. Ese es un punto de llegada, que inmediatamente se vuelve punto de partida en cuanto se realice.

La creación heroica, la lucha permanente, la vista fija puesta en la formación del estado mayor de la emancipación social; la imaginación, la generosidad que no hipoteca principios, pero que no se corta las piernas por faltar a manuales producidos en contextos bien diferentes al presente; el trabajo colectivo, el análisis concreto de la realidad concreta, la convicción de mayorías y poder, son algunas pistas que deben regir la táctica (que es como el habla de la lengua, es decir, la actualización política de acuerdo a las condiciones concretas de las fuerzas populares, respecto de la estrategia) de las agrupaciones de inspiración revolucionaria y anticapitalista.

Nunca hay que olvidar que la Concertación le teme al pueblo y a la pobreza. Que es parte del problema y no de la solución. Por eso sus próximos pasos en relación a alentar la movilización social serán limitados y siempre subordinados al objetivo de retornar al Ejecutivo en 4 años más. Por tanto, la táctica del anticapitalismo es disputar la conducción participativa y sus contenidos en todo momento. De lo contrario la unidad emancipatoria de los intereses de los pueblos y los trabajadores será simplemente utilizada con mano ajena –como ha ocurrido frecuentemente en la historia de Chile y el mundo- y otra vez traicionada.

Andrés Figueroa Cornejo

Febrero 8 de 2009