viernes, 28 de septiembre de 2007

Hacia La Construcción Del Movimiento Por La Unidad De Los Trabajadores Y El Pueblo

HACIA LA CONSTRUCCIÓN DEL MOVIMIENTO POR LA UNIDAD DE LOS TRABAJADORES Y EL PUEBLO

"En la unidad del Pueblo está el motor que mueve la carroza del molino".
Patricio Manns.

Antecedentes preliminares: el contexto global de lucha y el lugar de Chile

· Comenzando el siglo XXI, el mundo transita un período signado por el predominio mundial del imperialismo capitalista (norteamericano, europeo y japonés), en su brutal versión neoliberal, que permite el bienestar de un 20 % de la población mundial a costa de la explotación, empobrecimiento y miseria del 80 % de la humanidad, y que hoy pone en riesgo cierto la sobrevivencia del propio planeta.

· En el continente, Chile juega el papel paradigmático de la hegemonía del capital financiero y especulativo, fundado en el profundo menoscabo del capital industrial (monopolio del llamado "primer mundo", productor central de la tecnología de punta, y los bienes estratégicos); la reprivatización y explotación irracional de los recursos naturales de la Región y el país; y la extinción del llamado "Estado de Bienestar" existente antes de la dictadura. Asimismo, el modelo de acumulación neoliberal sostiene sus millonarias tasas de ganancias sobre la administración privada de los servicios básicos y la capitalización del ahorro del pueblo trabajador a través de las AFP's; la concentración monopólica de los medios de comunicación de masas; y la aniquilación y desmantelamiento sistemático de las organizaciones de la clase trabajadora y el pueblo, con la conjunta destrucción de los destacamentos de inspiración revolucionaria que tuvieron un importante crecimiento e influencia en las décadas de los 70 y 80, para terminar diezmados políticamente durante los 90, debido al pacto interburgués (diseñado por el imperialismo norteamericano) que electoralizó la lucha popular -reorientando solapada y engañosamente la lucha del pueblo en función de objetivos ajenos a sus intereses- y sacó a Pinochet del Ejecutivo; debilidades propias, y a la bancarrota de los llamados "socialismos históricos".

· La dictadura pinochetista -instrumento que ocultó a los verdaderos responsables del fracaso del proyecto de la UP (la burguesía y el imperialismo)-, logró a sangre y fuego la refundación capitalista del país; la dominación, control, y administración sin contrapesos de los intereses de la minoría burguesa subordinada al capital extranjero mediante, por un lado, la reposición en gloria y majestad de sus intereses en Chile, y por otra parte, mediante la fidedigna implementación de los mandatos político económicos provenientes del FMI , el Banco Mundial y la OMC –todas instituciones tuteladas por los intereses imperialistas, principalmente norteamericanos (el 49 % de las sedes corporativas de las principales multinacionales del mundo están en Estados Unidos; el 40% de la inversión transnacional en América Latina es norteamericana, y el 60 % se reparte en capitales europeos, asiáticos, y en particular en Chile, españoles )-.

· El término pactado de la dictadura pinochetista, entre la derecha y los sectores de oposición burguesa de la época junto a ex miembros del conglomerado de la UP –comandada por los mismos personajes y fuerzas políticas que facilitaron las condiciones para el golpe de Estado de 1973 -sólo comportó una readecuación del escenario político, garantizando algunas libertades civiles y la democracia formal de las elecciones generales, manteniendo incólume los intereses y procedimientos de control social de la clase entronizada en el poder; modificando cosméticamente aspectos de la Constitución del 80, y creando, en el tiempo, una casta de nuevos ricos –demo neoliberal y de retórica antidictatorial-.

· El modelo de reproducción capitalista impuesto a mediados de los 70 del siglo pasado, y hoy perfeccionado, legitimado y administrado por la Concertación de Partidos por la Democracia , sólo ha profundizado la diferencia de clases que ha convertido a Chile en uno de los países más desiguales del mundo (segundo en Latinoamérica después de Panamá, y 12 en el listado de 124 naciones del mundo); con estándares educativos extraordinariamente deficitarios (de paso, destruyendo el mito burgués de la educación como vehículo de movilidad social, y proletarizando a la marginalidad social juvenil mediante los 12 años de escolaridad obligatoria); una insuficiente e ineficiente salud pública (donde se atiende el 80 % de los chilenos); crisis de la vivienda y creciente demanda de los derechos sociales básicos insatisfechos.
En el plano laboral; el actual Código del Trabajo resulta extremadamente antipopular y pro empresarial, obstruye la sindicalización. Asimismo, la cartera del ramo emplea groseramente a la CUT –multisindical más numerosa del país, pero presa de la mañosa burocracia del reformismo obrero y sus partidos- como apéndice de sus políticas, más allá de los discursos accidentalmente insolentes de sus "dirigentes" cada Primero de Mayo. Lo cierto es que en Chile aumenta sostenidamente el sector de trabajadores contratistas y subcontratistas (más del 70 % de la fuerza productiva y de servicios del país ya está tercerizada); el ingreso promedio de una familia de 5 integrantes no supera los $ 250 mil pesos (el salario de la mitad de los chilenos bordea los $ 150 mil pesos) , y la línea de la pobreza está delimitada arbitrariamente en los $ 49 mil pesos; cifras, en general, que simplemente no alcanzan para vivir. Estos números son los causantes del sideral endeudamiento de los chilenos, cuyo monto duplica y triplica sus salarios, y demanda la distracción de alrededor de un 60 % de sus remuneraciones mensuales en pago de deudas. A lo anterior se agrega la costumbre patronal (multada en cifras ridículas por el Estado) de no cancelar las imposiciones de los asalariados, y el empeoramiento de las condiciones contractuales y laborales de los trabajadores. Al respecto, un 70 % de la fuerza laboral en Chile cambia de empleo (o de relación contractual) entre 3 y 4 veces al año.
Por su parte, el campesinado chileno sufre condiciones laborales todavía peores que los trabajadores de las grandes ciudades. Su situación de obrero agrícola y barata mano de obra, empeora aún más en el llamado "sector temporero" donde los salarios son miserables y los trabajadores (normalmente mujeres y menores de edad) laboran en peligrosas condiciones de higiene y seguridad. Sólo marginalmente logran cristalizar sus demandas a través de una ínfima expresión sindical.


Aspectos de la coyuntura de primavera de 2007

Cuando agonizaba el invierno, Chile, y su capital en particular, vivieron dos episodios de un mismo momento de protesta social que tienen un origen común: la brutal desigualdad social, política y económica sobre la cual está fundado el neocapitalismo, ayer impuesto por los fusiles de la burguesía, y hoy, optimizado por la democracia sin pueblo de la Concertación de Partidos en el Ejecutivo desde hace 18 años.
El 29 de agosto, el presidente de la Central Unitaria de Trabajadores, el socialista Arturo Martínez, convocó a una protesta donde prometió “400 mil trabajadores a lo largo de todo el país, manifestándose de distintas formas” contra las malas condiciones de vida de la mayoría y contra el sistema binominal que impide el acceso al Congreso de la llamada “izquierda tradicional”. Lo cierto es que el acto de fuerzas fue mucho menor que el anunciado y el despliegue y actuación de las Fuerzas Especiales de Carabineros resultaron absurdamente desproporcionados respecto de la convocatoria. En la ocasión, hasta el senador de la República , Alejandro Navarro, fue apaleado por un funcionario de carabineros, lo que, lejos de victimizarlo, lo pone hoy al borde del desafuero, más por sus simpatías con la izquierda extraparlamentaria y el chavismo, que por su participación en la protesta (argumento que esgrimen sus detractores).
El llamado de Martínez tuvo como sujeto a los sindicatos, cuya debilidad actual se expresó notablemente. Más allá de los vicios históricos asociados a la burocracia sindical, la votación indirecta para elegir a sus representantes máximos, la inconsulta sistemática a las bases en la práctica; y el rol de apéndice y extensión del “progresismo concertacionista” atrincherado en el Ministerio del Trabajo, se evidenció la crisis de convocatoria de la multisindical que en la actualidad agrupa, sustantivamente, a sectores de trabajadores y funcionarios estatales. La protesta se realizó durante el día en los centros cívicos de las grandes ciudades chilenas, y por la noche cobró mayores bríos en las poblaciones pobres.
La noche del 11 de septiembre –que recuerda el martes oscuro de 1973 que echó violentamente por tierra la “vía chilena al socialismo”–, la protesta tuvo matices distintos. Al calor de la fecha más sensible del calendario de las izquierdas chilenas, esta vez las manifestaciones se realizaron en la periferia santiaguina. Parecido a las primeras expresiones de descontento social ocurridas a comienzos de la década de los ‘80, fue en los márgenes cartográficos y sociales del pueblo donde la protesta resultó más masiva. Por una parte, la urbanidad más empobrecida, los jóvenes sin porvenir, los cesantes, las dueñas de casa y puñados de militantes de la causa popular salieron a las calles miseria de comunas como Peñalolén, Maipú, Renca, Pudahuel, y otras. Aparecieron las barricadas y los pobladores más dañados por el modelo patronal protagonizaron duros enfrentamientos con la policía. En medio de las manifestaciones, sin embargo, también se supo del poder de fuego de un sector del narcolumpen que aprovechó la ocasión para marcar a balazos su relativo control en puntuales territorios, y manifestar fuerzas ante el despliegue policial. La noche terminó con un carabinero abatido y 40 uniformados heridos. De lo que pasó en el lado del pueblo, poco o nada se sabe.
Al respecto, vale anotar que la droga fue ingresada premeditadamente en las poblaciones populares bajo la dictadura pinochetista, como una de sus armas para aniquilar las organizaciones de inspiración socialista y revolucionaria. Sus efectos, si bien no alcanzan el espanto y la descomposición en todas las dimensiones imaginables como acontece en otros países del continente, sí hablan de una red organizada, bien apertrechada y que opera como enemigo interno de la clase. Probablemente, ya Chile es parte de las piezas e intereses de la llamada “narco burguesía” continental, cuyos movimientos no se distinguen significativamente de cualquier multinacional, funcional y reproductora de las infamias del neocapitalismo. Con el agravante de que se enmascara tras el descontento popular y sus manifestaciones, y, en muchos casos, “resuelve” el problema de la sobrevida de algunos territorios del pueblo excluido. El análisis detallado y fundamentado de este flagelo es también materia del mundo popular y sus sectores más visionarios.
Lo cierto es que ya Chile no es una taza de leche. Tímidamente, franjas del pueblo ligadas a los trabajadores organizados, tercerizados y precarizados por el patrón de acumulación capitalista dominante, comienzan a luchar por reivindicaciones básicas, pierden el temor y eclipsan la paz social promovida y requerida por la clase en el poder y el gobierno empresarial. Mientras, por su lado, los costados del pueblo más pobre, aprovechan las convocatorias para protestar ante el alza de los alimentos y el costo de la vida, la exclusión social, y las desigualdades siderales que definen el actual modelo.
Asimismo, el sistema de ahorro provisional neoliberalizado ya comienza a expresar sus falencias estructurales. Cerca de un 60% de lo trabajadores no tiene al día sus cotizaciones debido a la precariedad del empleo. Esto contribuye a que casi el 50% de los trabajadores no alcanzará a autofinanciar su pensión, equivalente al mínimo garantizado. Y, en muy corto plazo, el Estado deberá subsidiar más de la mitad de las pensiones. Según información entregada por Cenda, hacia fines de agosto las pérdidas acumuladas por los fondos de pensiones llegaban a más de siete mil millones de dólares, lo que equivale a más del doble del total de pagos previsionales realizados por los trabajadores en el 2006, es decir, toda el dinero depositada por los chilenos el año pasado en los fondos de previsión se desvanecieron totalmente.
Finalmente, la crisis mundial denominada “la burbuja hipotecaria” –que ya revienta en Estados Unidos e Inglaterra-, augura un nuevo ciclo de crisis del neocapitalismo, cuyos ecos en Chile –efecto de la dependencia extrema de la dinámica del capital especulativo- auguran el despliegue de un nuevo período recesivo en los próximos meses.

· SE HUNDE BACHELET Y SE CRIMINALIZA LA POBREZA
La respuesta del mal gobierno obra con la política del garrote y la zanahoria. Mientras la presidenta Bachelet, según el Consorcio Iberoamericano de Empresas de Inversión de Mercados y Asesoramiento, se hunde en las encuestas regionales desde un 71% de popularidad alcanzado el 2006, a un 19% el 2007 (quedando en el penúltimo lugar de 22 países), a través del Ministerio del Interior promueve una política de criminalización de la protesta social y la disconformidad popular. De este modo, luego del 11 de septiembre, acogiendo el clamor patronal y de la derecha política, ha generado una serie de medidas tendientes a intervenir con medios y grandes recursos los “focos” más “conflictivos” de la población. Para ello la Agencia Nacional de Inteligencia (ANI) está mandatada a maximizar sus tareas, se multiplican las plazas de carabineros y se engordan las cárceles. Naturalmente, lo anterior, adjetivamente edulcorado con programas de “mejoramientos barriales” y planes de “rehabilitación social”.
Por el lado de la zanahoria, el Ministro del Trabajo, Osvaldo Andrade –adelantando aspectos de la llamada “Mesa de la Equidad Social ”, o nuevo pacto social (reconfiguración de la colaboración de clases necesaria para cautelar la plataforma del modelo y decapitar un eventual ciclo de lucha de clases explícito y masivo) promovido por la iglesia y sectores del gobierno– ya ha mostrado sus cartas. Apoyado por la CUT de Martínez, Andrade propuso al Comité Político de ministros y presidentes de la coalición en La Moneda , eliminar el reemplazo de trabajadores en huelga con el objetivo de fortalecer la capacidad negociadora de los sindicatos, y crear una escuela sindical con financiamiento público. Resulta tan avasallante y escandalosa la supremacía del capital sobre el trabajo, que el “borde izquierdo” de la Concertación ha determinado que el movimiento de trabajadores organizados que aplastó en los albores de su primer gobierno, debe reestructurarse, pero esta vez, por arriba y controladamente. Lo suficiente para resistir las imposiciones extremas de la explotación y la precariedad laboral, y nucleada por la ideología del diálogo y el espejismo del prometido “crecimiento con equidad”. Esta vertiente del gobierno precisa aceleradamente contar con un contingente de dirigentes sindicales pro concertacionistas para emplearlo como herramienta de resolución de dilemas con la ultra neoliberal, y evitar la “incertidumbre social” del sindicalismo independiente y de clase. El progresismo de los de arriba demanda apañar la organización de los trabajadores, reconducirla, domesticarla. Asimismo, ante mejores oportunidades para la derecha en las elecciones presidenciales de 2009, les urge preparar las condiciones para un potencial aterrizaje.
Sus cuentas son claras: de no tomar estas medidas, aumentan las posibilidades de futuros estallidos sociales. Los operadores político-sociales del poder también saben que sin justicia social no habrá paz social. No por nada, muchos de ellos provienen de destacamentos de las izquierdas revolucionarias de los ‘70 y ‘80. Se la saben por viejos y por diablos.

· LA DERECHA DESORIENTADA
La Alianza por Chile cruza uno de sus momentos de peor convivencia de la temporada (circunstancial, por ahora). La ultra derechista UDI decidió llevar un candidato propio a las presidenciales, golpeando con dureza la capitanía del sector del pre candidato de Renovación Nacional, el multimillonario Sebastián Piñera, a quien sólo le falta hacer votos de pobreza para ofrecer garantías de transparencia de intenciones a la comunidad nacional.
Por su parte, la UDI todavía se debate en la elección de su candidato, cuando uno de sus próceres, Pablo Longueira –quien públicamente ha manifestado estar “completamente de acuerdo con el actual modelo económico”-, fue uno de los primeros políticos que salió al ruedo de la discusión del sueldo mínimo, aventurando una cifra que hizo palidecer al gobierno y al empresariado.
La Confederación de la Producción y el Comercio (gremio patronal) evalúa a sus representantes naturales como “populistas”. Fuentes de la CPC señalaron que “ya no hay oposición. (Los partidos de la Alianza ) están más preocupados de llegar al poder que de atajar reformas (como las propuestas por el ministro Andrade) que complicarán el crecimiento, el empleo y las remuneraciones.”
Del mismo modo, la CPC , frente a la sugerencia del político derechista Andrés Allamand de pagar de mejor manera el trabajo los días domingo, sentenció que “si se pagan mejor los domingos, lo que ocurrirá es que a los trabajadores se les pagará menos los otros días, pero la suma al final del mes será la misma”.
Aquí se observa un paradójico distanciamiento entre el discurso de la clase dominante y sus representantes políticos. De hecho, la CPC , ha señalado que las relaciones con la Alianza permanecen congeladas. Al respecto, no es distinta la posición de la SOFOFA.
Independientemente de que tras esta aparente contradicción, se oculte una táctica para potenciar a la derecha ante el pueblo como un polo político independiente de los intereses de los ricos, la situación –guardando las proporciones del caso– se parece a la actitud del empresariado venezolano a comienzos de 2000, cuando el ramillete de partidos derechistas descompuesto e incapaz de convertirse en alternativa de poder, obligó directamente a la burguesía a intervenir de manera abierta en la arena política, desconsiderando a sus mediadores e interlocutores históricos.

· LA SITUACIÓN DE LOS DE ABAJO
La izquierda tradicional agrupada en torno al PC agota paulatinamente sus posibilidades de llegar a acuerdos con sectores de la Concertación para quebrar el sistema electoral binominal consagrado en la Constitución pinochetista. Los intentos forjados con la derechista Renovación Nacional abortaron rápidamente. Ahora las fracciones anti comunistas al interior de los partidos de gobierno, provenientes principalmente de la dirección de la Democracia Cristiana , presionan de manera poderosa y coercitiva a los segmentos que apelan a la inclusión de representantes comunistas en el parlamento burgués. Lo más probable es que, simplemente, se logren pactos parciales por omisión en las próximas elecciones municipales de 2008 (es decir, que los partidos de la Concertación no lleven candidatos en algunas municipalidades donde el PC tiene mejores oportunidades.)
Al respecto, sólo vale señalar que el deseo político de reconstruir los viejos tres tercios de la política chilena por arriba choca frontalmente con uno de los aspectos medulares de la contraofensiva burguesa ocurrida tras el golpe de Estado de 1973. Esto es, impedir que la izquierda llegue al Ejecutivo por vías legales.
Asimismo, la política de frentes amplios, fundada en la colaboración de clases y la ilusión de la existencia de una burguesía nativa “revolucionaria”, capaz de cumplir con las tareas históricas de la industrialización del país y una democracia “más plena”, entre otras medidas, son parte del museo ideológico de la izquierda bajo la égida soviética que se desplegó entre los años ‘30 y ‘70 del siglo pasado.
La clase en el poder –cuyas tramas sanguíneas e intereses se confunden entre la Concertación y la derecha– aprendió la lección histórica. Así como ahora, ante incidentes desorganizados y reducidos de un trozo de pueblo que se reconstruye, los de arriba toman ya iniciativas brutales en todos los ámbitos (policíacos, jurídicos, ideológicos y mediáticos), lo mismo hacen en la arena estrictamente electoral, pese a la pobre votación obtenida por la izquierda desde el fin de la dictadura. Su objetivo –muy bien alcanzado hasta el momento– es cooptar, dispersar o destruir cualquier asomo de fuerzas desde abajo.
Así y todo, las tareas del pueblo y el archipiélago de organizaciones hermanas que es preciso reagrupar, están pendientes. No es fatal el actual orden de cosas. Pero su reunión es condición necesaria para la construcción de la crisis.
Mientras en otros territorios del continente, son millones los que enfrentan a diario el horizonte titánico de construir una sociedad donde gobiernen los trabajadores y el pueblo, donde el trabajo subordine al capital y el hombre al dinero, abajo, en Chile, la indignación ante las condiciones objetivas extraordinariamente antipopulares del actual modelo, antecede la organización y la lucha.
Durante el último trimestre del año, la primavera chilena será espectadora de los conflictos laborales que se avecinan en el sector pesquero, de la salud, del subcontratismo, de los servicios tercerizados, de la construcción. El fracaso del sistema de transporte Transantiago y su pronto encarecimiento para la población, sumado a las alzas constantes de los alimentos y los derechos básicos privatizados, y el congelamiento de los salarios, paso a paso, construyen las condiciones de indignación nacional y auguran nuevas expresiones de protesta.
El sujeto de la transformación es la constelación organizada de los distintos actores cuyos intereses se contraponen a los establecidos por los de arriba.
La primera tarea es la unidad: de los sindicatos con independencia de clase e inspiración socialista, de los pobres más conscientes y dispuestos para luchar, de las organizaciones revolucionarias. Paralelamente, y frente al desarme ideológico propiciado por arriba, es preciso construir el “intelectual colectivo”: el conjunto de mujeres y hombres capaces de realizar el análisis concreto de la realidad material, sentar las bases del debate, crear las condiciones para la producción del proyecto emancipador de la mayoría.
El tiempo apremia. Y cada segundo restado a las tareas de la unidad de la clase, es un segundo ganado por la minoría privilegiada para perpetuar su dominación.
Sólo la unidad, y la organización blindada de la unidad, son garantía de un futuro próspero para las generaciones que recién amanecen.


Una táctica desde y para el pueblo: el Movimiento por la Unidad de los Trabajadores y el Pueblo

Es en el marco anterior que desde hace tiempo ha surgido la formulación de distintas convergencias y ejercicios de vinculación entre los diversos empeños político sociales de inspiración revolucionaria del pueblo.
Considerando la sobrediagnosticada conclusión sobre la evidencia y causas del actual período dignado por la debilidad en general, y sus diversas expresiones y organizaciones revolucionarias en particular; es posible establecer que el horizonte a largo plazo a convenir tiene que ver con aportar a la construcción de la fuerza social revolucionaria de la clase trabajadora y el pueblo que sea capaz de destruir los cimientos del actual modelo de dominación burguesa y entregarse a la tarea histórica de edificar el socialismo en Chile. Aquí se habla del establecimiento de un gobierno comandado por la clase asalariada y que funde su proyecto histórico en los intereses profundos del pueblo.
El proyecto en ciernes debe hacerse cargo de la memoria popular, sus victorias, derrotas y aprendizajes, y al mismo tiempo aspirar a constituirse en la síntesis y superación de las diversas experiencias de la lucha organizada y sus instrumentos políticos de antaño. Cada período histórico requiere de su propio instrumento político revolucionario.
En el corto plazo y como parte de una táctica para el período, se ha propuesto trabajar en torno al objetivo de vertebrar, vincular y reunir en torno un Movimiento de la Unidad de los Trabajadores y el Pueblo, al archipiélago descoyuntado hasta ahora, de organizaciones sociales y políticas, genuinamente de clase e independiente, al que, en un primer momento, formen la "Mesa por la Unidad del Pueblo".
En este sentido se ha propuesto establecer encuentros territoriales (que eventualmente contengan iniciativas temáticas y sectoriales) que constituyan las piezas fundamentales del Movimiento por la Unidad de los Trabajadores y el Pueblo. Los encuentros tendrán como objetivo propugnar democráticamente desde abajo, y de lo particular a lo general, las claves nucleares del futuro Programa del Pueblo y dotarse de una orgánica mínima para enfrentar con éxito la unidad en la acción. Los encuentros por la unidad popular deben trabajar con perspectiva de país, protagonismo popular, vocación de poder, y convicción de lucha permanente. Asimismo, su orgánica debe ser elemental, horizontal, hondamente democrática y funcionar de acuerdo a sus ritmos y modos. El Programa y la composición de fuerzas que lo elaboren deben garantizar su carácter de clase y orientación política.
Por su parte, la "Mesa por la Unidad de los Trabajadores y el Pueblo" debe funcionar como germen de la conducción política en las tareas correspondientes a la evaluación y formulación de políticas del Movimiento por la Unidad , además de cumplir con sus labores político sociales centrales, teniendo como eje de su quehacer la acumulación de fuerzas más amplia. La "Mesa por la Unidad del Pueblo" debe operar de manera democrática, horizontal, garantizando la participación colectiva en igualdad de condiciones, para impedir los “hegemonismos”, “verticalismos” y otros males heredados de la vieja izquierda; sancionando compartidamente los nuevos ingresos, la agenda de tareas, las líneas de propaganda, formación y áreas temáticas de discusión y lucha.
Es imperioso incorporar a este nuevo empeño la experiencia de otros intentos de convergencias, la reflexión política a la luz de la realidad concreta en la que nos desenvolvemos, y a las nuevas maneras en que las actuales generaciones de avanzada del pueblo validan y se comprometen con los espacios políticos en los cuales participan.
Consecuente con lo anterior, la "Mesa por la Unidad " no puede correr el riesgo de convertirse en una suerte de "dirección superestructural" del trabajo político cristalizado en el futuro Movimiento por la Unidad del Pueblo. En este sentido, resulta altamente peligroso para nuestras expectativas que la "Mesa por la Unidad del Pueblo” sólo reúna a las "orgánicas", a los más "preclaros", a los "políticos".
¿Cómo podríamos ofrecer garantías democráticas auténticas a las organizaciones sociales y populares anticapitalistas de carácter más local, temático o sectorial que se sumen al MUP, sino son parte protagónica y resolutiva de la "Mesa por la Unidad de los Trabajadores y el Pueblo”?
Dadas las condiciones del actual estadio político de nuestros sectores en formación (extremo localismo, desconfianza a ultranza, demanda de democracia radical, identidad y compromiso sólo en aquellos continentes político sociales donde tienen capacidad de influir y ser parte del reparto protagónico del empeño) sólo sumaremos a amplios sectores para la apuesta estratégica que nos hemos propuesto si se incorporan los actores hermanos y amigos en igualdad de condiciones a la "Mesa por la Unidad ".
Es decir, independientemente de contar por un período indeterminado con una coordinación o "Mesa por la Unidad " altamente mestiza, diversa y combinada en su composición orgánica; una política de acumulación de fuerzas fundada en la realidad del archipiélago de organizaciones sociales y populares antineoliberales y de inspiración socialista existentes en el seno del pueblo, nos exige flexibilizar la composición de la Mesa , aplicando una metodología impecable que limite las incertidumbres, las formaciones desiguales y las desconfianzas.
Se propone que la coordinación de la "Mesa por la Unidad ” funcione con dos representantes por organización (sea cual sea su naturaleza orgánica, social y política, territorial, sectorial, temática, etc.) que participen en el Movimiento por la Unidad de los Trabajadores y el Pueblo. De este modo se evita la estructuración de falsas jerarquías, se genera alta sintonía y coherencia político social en el conjunto de la fuerza, y se construye un espacio genuinamente democrático. Esto permite la democratización de la política, las tareas y la organización de la lucha, con más compañeros comprometidos y con la estatura y modalidades que demanda el actual estado de cosas.

NÚCLEO POLÍTICO OVEJA NEGRA
De la Memoria al Poder
Septiembre de 2007

martes, 25 de septiembre de 2007

Chile:La Coyuntura De Primavera

CHILE: LA COYUNTURA DE PRIMAVERA

Cuando agonizaba el invierno, Chile, y su capital en particular, vivieron dos episodios de un mismo momento de protesta social que tienen un origen común: la brutal desigualdad social, política y económica sobre la cual está fundado el neocapitalismo, ayer impuesto por los fusiles de la burguesía, y hoy, optimizado por la democracia sin pueblo de la Concertación de Partidos en el Ejecutivo desde hace 18 años.
El 29 de agosto, el presidente de la Central Unitaria de Trabajadores, el socialista Arturo Martínez, convocó a una protesta donde prometió “400 mil trabajadores a lo largo de todo el país, manifestándose de distintas formas” contra las malas condiciones de vida de la mayoría y contra el sistema binominal que impide el acceso al Congreso de la llamada “izquierda tradicional”. Lo cierto es que el acto de fuerzas fue mucho menor que el anunciado y el despliegue y actuación de las Fuerzas Especiales de Carabineros resultaron absurdamente desproporcionados respecto de la convocatoria. En la ocasión, hasta el senador de la República, Alejandro Navarro, fue apaleado por un funcionario de carabineros, lo que, lejos de victimizarlo, lo pone hoy al borde del desafuero, más por sus simpatías con la izquierda extraparlamentaria y el chavismo, que por su participación en la protesta (argumento que esgrimen sus detractores).
El llamado de Martínez tuvo como sujeto a los sindicatos, cuya debilidad actual se expresó notablemente. Más allá de los vicios históricos asociados a la burocracia sindical, la votación indirecta para elegir a sus representantes máximos, la inconsulta sistemática a las bases en la práctica; y el rol de apéndice y extensión del “progresismo concertacionista” atrincherado en el Ministerio del Trabajo, se evidenció la crisis de convocatoria de la multisindical que en la actualidad agrupa, sustantivamente, a sectores de trabajadores y funcionarios estatales. La protesta se realizó durante el día en los centros cívicos de las grandes ciudades chilenas, y por la noche cobró mayores bríos en las poblaciones pobres.
La noche del 11 de septiembre –que recuerda el martes oscuro de 1973 que echó violentamente por tierra la “vía chilena al socialismo”–, la protesta tuvo matices distintos. Al calor de la fecha más sensible del calendario de las izquierdas chilenas, esta vez las manifestaciones se realizaron en la periferia santiaguina. Parecido a las primeras expresiones de descontento social ocurridas a comienzos de la década de los ‘80, fue en los márgenes cartográficos y sociales del pueblo donde la protesta resultó más masiva. Por una parte, la urbanidad más empobrecida, los jóvenes sin porvenir, los cesantes, las dueñas de casa y puñados de militantes de la causa popular salieron a las calles miseria de comunas como Peñalolén, Maipú, Renca, Pudahuel, y otras. Aparecieron las barricadas y los pobladores más dañados por el modelo patronal protagonizaron duros enfrentamientos con la policía. En medio de las manifestaciones, sin embargo, también se supo del poder de fuego de un sector del narcolumpen que aprovechó la ocasión para marcar a balazos su relativo control en puntuales territorios, y manifestar fuerzas ante el despliegue policial. La noche terminó con un carabinero abatido y 40 uniformados heridos. De lo que pasó en el lado del pueblo, poco o nada se sabe.
Al respecto, vale anotar que la droga fue ingresada premeditadamente en las poblaciones populares bajo la dictadura pinochetista, como una de sus armas para aniquilar las organizaciones de inspiración socialista y revolucionaria. Sus efectos, si bien no alcanzan el espanto y la descomposición en todas las dimensiones imaginables como acontece en otros países del continente, sí hablan de una red organizada, bien apertrechada y que opera como enemigo interno de la clase. Probablemente, ya Chile es parte de las piezas e intereses de la llamada “narco burguesía” continental, cuyos movimientos no se distinguen significativamente de cualquier multinacional, funcional y reproductora de las infamias del neocapitalismo. Con el agravante de que se enmascara tras el descontento popular y sus manifestaciones, y, en muchos casos, “resuelve” el problema de la sobrevida de algunos territorios del pueblo excluido. El análisis detallado y fundamentado de este flagelo es también materia del mundo popular y sus sectores más visionarios.
Lo cierto es que ya Chile no es una taza de leche. Tímidamente, franjas del pueblo ligadas a los trabajadores organizados, tercerizados y precarizados por el patrón de acumulación capitalista dominante, comienzan a luchar por reivindicaciones básicas, pierden el temor y eclipsan la paz social promovida y requerida por la clase en el poder y el gobierno empresarial. Mientras, por su lado, los costados del pueblo más pobre, aprovechan las convocatorias para protestar ante el alza de los alimentos y el costo de la vida, la exclusión social, y las desigualdades siderales que definen el actual modelo.


SE HUNDE BACHELET Y SE CRIMINALIZA LA POBREZA

La respuesta del mal gobierno obra con la política del garrote y la zanahoria. Mientras la presidenta Bachelet, según el Consorcio Iberoamericano de Empresas de Inversión de Mercados y Asesoramiento, se hunde en las encuestas regionales desde un 71% de popularidad alcanzado el 2006, a un 19% el 2007 (quedando en el penúltimo lugar de 22 países), a través del Ministerio del Interior promueve una política de criminalización de la protesta social y la disconformidad popular. De este modo, luego del 11 de septiembre, acogiendo el clamor patronal y de la derecha política, ha generado una serie de medidas tendientes a intervenir con medios y grandes recursos los “focos” más “conflictivos” de la población. Para ello la Agencia Nacional de Inteligencia (ANI) está mandatada a maximizar sus tareas, se multiplican las plazas de carabineros y se engordan las cárceles. Naturalmente, lo anterior, adjetivamente edulcorado con programas de “mejoramientos barriales” y planes de “rehabilitación social”.
Por el lado de la zanahoria, el Ministro del Trabajo, Osvaldo Andrade –adelantando aspectos de la llamada “Mesa de la Equidad Social”, o nuevo pacto social (reconfiguración de la colaboración de clases necesaria para cautelar la plataforma del modelo y decapitar un eventual ciclo de lucha de clases explícito y masivo) promovido por la iglesia y sectores del gobierno– ya ha mostrado sus cartas. Apoyado por la CUT de Martínez, Andrade propuso al Comité Político de ministros y presidentes de la coalición en La Moneda, eliminar el reemplazo de trabajadores en huelga con el objetivo de fortalecer la capacidad negociadora de los sindicatos, y crear una escuela sindical con financiamiento público. Resulta tan avasallante y escandalosa la supremacía del capital sobre el trabajo, que el “borde izquierdo” de la Concertación ha determinado que el movimiento de trabajadores organizados que aplastó en los albores de su primer gobierno, debe reestructurarse, pero esta vez, por arriba y controladamente. Lo suficiente para resistir las imposiciones extremas de la explotación y la precariedad laboral, y nucleada por la ideología del diálogo y el espejismo del prometido “crecimiento con equidad”. Esta vertiente del gobierno precisa aceleradamente contar con un contingente de dirigentes sindicales pro concertacionistas para emplearlo como herramienta de resolución de dilemas con la ultra neoliberal, y evitar la “incertidumbre social” del sindicalismo independiente y de clase. El progresismo de los de arriba demanda apañar la organización de los trabajadores, reconducirla, domesticarla. Asimismo, ante mejores oportunidades para la derecha en las elecciones presidenciales de 2009, les urge preparar las condiciones para un potencial aterrizaje.
Sus cuentas son claras: de no tomar estas medidas, aumentan las posibilidades de futuros estallidos sociales. Los operadores político-sociales del poder también saben que sin justicia social no habrá paz social. No por nada, muchos de ellos provienen de destacamentos de las izquierdas revolucionarias de los ‘70 y ‘80. Se la saben por viejos y por diablos.


LA DERECHA DESORIENTADA

La Alianza por Chile cruza uno de sus momentos de peor convivencia de la temporada (circunstancial, por ahora). La ultra derechista UDI decidió llevar un candidato propio a las presidenciales, golpeando con dureza la capitanía del sector del pre candidato de Renovación Nacional, el multimillonario Sebastián Piñera, a quien sólo le falta hacer votos de pobreza para ofrecer garantías de transparencia de intenciones a la comunidad nacional.
Por su parte, la UDI todavía se debate en la elección de su candidato, cuando uno de sus próceres, Pablo Longueira, fue uno de los primeros políticos que salió al ruedo de la discusión del sueldo mínimo, aventurando una cifra que hizo palidecer al gobierno y al empresariado.
La Confederación de la Producción y el Comercio (gremio patronal) evalúa a sus representantes naturales como “populistas”. Fuentes de la CPC señalaron que “ya no hay oposición. (Los partidos de la Alianza) están más preocupados de llegar al poder que de atajar reformas (como las propuestas por el ministro Andrade) que complicarán el crecimiento, el empleo y las remuneraciones.”
Del mismo modo, la CPC, frente a la sugerencia del político derechista Andrés Allamand de pagar de mejor manera el trabajo los días domingo, sentenció que “si se pagan mejor los domingos, lo que ocurrirá es que a los trabajadores se les pagará menos los otros días, pero la suma al final del mes será la misma”.
Aquí se observa un paradójico distanciamiento entre el discurso de la clase dominante y sus representantes políticos. De hecho, la CPC, ha señalado que las relaciones con la Alianza permanecen congeladas.
Independientemente de que tras esta aparente contradicción, se oculte una táctica para potenciar a la derecha ante el pueblo como un polo político independiente de los intereses de los ricos, la situación –guardando las proporciones del caso– se parece a la actitud del empresariado venezolano a comienzos de 2000, cuando el ramillete de partidos derechistas descompuesto e incapaz de convertirse en alternativa de poder, obligó directamente a la burguesía a intervenir de manera abierta en la arena política, desconsiderando a sus mediadores e interlocutores históricos.
El legendario periódico oligárquico El Mercurio –golpista, reaccionario e influyente– ha castigado últimamente a la derecha, visibilizando en sus páginas a personajes de matriz derechista, distantes de esa casta política, como el famoso animador televisivo Don Francisco, quien se comparó, a propósito del último aniversario patrio, con el propio Mateo de Toro y Zambrano, quien encabezó la Primera Junta Nacional de Gobierno en 1810 (¿¡!?).


LA SITUACIÓN DE LOS DE ABAJO

La izquierda tradicional agrupada en torno al PC agota paulatinamente sus posibilidades de llegar a acuerdos con sectores de la Concertación para quebrar el sistema electoral binominal consagrado en la Constitución pinochetista. Los intentos forjados con la derechista Renovación Nacional abortaron rápidamente. Ahora las fracciones anti comunistas al interior de los partidos de gobierno, provenientes principalmente de la dirección de la Democracia Cristiana , presionan de manera poderosa y coercitiva a los segmentos que apelan a la inclusión de representantes comunistas en el parlamento burgués. Lo más probable es que, simplemente, se logren pactos parciales por omisión en las próximas elecciones municipales de 2008 (es decir, que los partidos de la Concertación no lleven candidatos en algunas municipalidades donde el PC tiene mejores oportunidades.)
Al respecto, sólo vale señalar que el deseo político de reconstruir los viejos tres tercios de la política chilena por arriba choca frontalmente con uno de los aspectos medulares de la contraofensiva burguesa ocurrida tras el golpe de Estado de 1973. Esto es, impedir que la izquierda llegue al Ejecutivo por vías legales.
Asimismo, la política de frentes amplios, fundada en la colaboración de clases y la ilusión de la existencia de una burguesía nativa “revolucionaria”, capaz de cumplir con las tareas históricas de la industrialización del país y una democracia “más plena”, entre otras medidas, son parte del museo ideológico de la izquierda bajo la égida soviética que se desplegó entre los años ‘30 y ‘70 del siglo pasado.
La clase en el poder –cuyas tramas sanguíneas e intereses se confunden entre la Concertación y la derecha– aprendió la lección histórica. Así como ahora, ante incidentes desorganizados y reducidos de un trozo de pueblo que se reconstruye, los de arriba toman ya iniciativas brutales en todos los ámbitos (policíacos, jurídicos, ideológicos y mediáticos), lo mismo hacen en la arena estrictamente electoral, pese a la pobre votación obtenida por la izquierda desde el fin de la dictadura. Su objetivo –muy bien alcanzado hasta el momento– es cooptar, dispersar o destruir cualquier asomo de fuerzas desde abajo.
Así y todo, las tareas del pueblo y el archipiélago de organizaciones hermanas que es preciso reagrupar, están pendientes. No es fatal el actual orden de cosas. Pero las crisis también se construyen.
Mientras en otros territorios del continente, son millones los que enfrentan a diario el horizonte titánico de construir una sociedad donde gobiernen los trabajadores y el pueblo, donde el trabajo subordine al capital y el hombre al dinero, abajo, en Chile, la indignación ante las condiciones objetivas extraordinariamente antipopulares del actual modelo, antecede la organización y la lucha.
Durante el último trimestre del año, la primavera chilena será espectadora de los conflictos laborales que se avecinan en el sector pesquero, de la salud, del subcontratismo, de los servicios tercerizados, de la construcción. El fracaso del sistema de transporte Transantiago y su pronto encarecimiento para la población, sumado a las alzas constantes de los alimentos y los derechos básicos privatizados, y el congelamiento de los salarios, paso a paso, construyen las condiciones de indignación nacional y auguran nuevas expresiones de protesta.
Sin embargo, urge que las piezas clave del puzzle popular formulen su unidad, desde abajo, contra la desigualdad y el neocapitalismo; con protagonismo popular y vocación de poder; con generosidad y un proyecto político propio, generado democráticamente. Y que cristalice primero en una reunión, en un movimiento de reunidos. Mestizo, combinado, atento a sus diferencias, pero concentrado en sus acuerdos.
El sujeto de la transformación es la constelación organizada de los distintos actores cuyos intereses se contraponen a los establecidos por los de arriba.
Pero ya se camina hacia la formación de un movimiento por la unidad de los trabajadores y el pueblo, organizados por abajo para juntos construir el proyecto político de la clase.
La primera tarea es la reagrupación: de los sindicatos con independencia de clase e inspiración socialista, de los pobres más conscientes y dispuestos para luchar, de las organizaciones revolucionarias. Paralelamente, y frente al desarme ideológico propiciado por arriba, es preciso construir el “intelectual colectivo”: el conjunto de mujeres y hombres capaces de realizar el análisis concreto de la realidad material, sentar las bases del debate, crear las condiciones para la producción del proyecto emancipador de la mayoría.
El tiempo apremia. Y cada segundo restado a las tareas de la unidad de la clase, es un segundo ganado por la minoría privilegiada para perpetuar su dominación.
Sólo la unidad, y la organización blindada de la unidad, son garantía de un futuro próspero para las generaciones que recién amanecen.

Andrés Figueroa Cornejo
Movimiento por la Unidad de los Trabajadores y el Pueblo
Septiembre de 2007

jueves, 20 de septiembre de 2007

Entrevista al Presidente de la Confederación General de Trabajadores, Manuel Ahumada.

CHILE: Entrevista al Presidente de la Confederación General de Trabajadores, Manuel Ahumada
“EL TRABAJADOR ES EL PROTAGONISTA DE LA ORGANIZACIÓN”

Dinámico, energético, vital, con mucho humor y extraordinaria capacidad de comunicar. Así es el Presidente de la Confederación General de Trabajadores de Chile, CGT, Manuel Ahumada, o “Negro Ahumada”, como es más conocido, ex miembro de la Comisión Política y el Comité Central del Partido Comunista.
A sus 51 años, este trabajador del sector gastronómico dirige una organización que conjunta 130 sindicatos activos y más de 17 mil trabajadores de todo el país. Son agremiados de la locomoción colectiva, textiles, metalmecánicos, la madera, institutos profesionales, la Fundación Integra, supermercados, gastronómicos y hoteleros, de turismo, alimentación y servicios.
La organización vio la luz en 1981, a propósito de la derogación pinochetista de la ley de porcentaje legal, la cual garantizaba un pago obligado en materia de propina para los trabajadores ligados al territorio laboral hotelero y gastronómico.

¿Qué define al sindicalismo chileno en la primera década del siglo XXI?

“Lo que caracteriza al sindicalismo chileno es su dispersión. Yo creo que si congregamos a todos los dirigentes sindicales a plantearse este tema, en ese espacio van a salir todas las incapacidades que impiden la obligada unidad de los trabajadores. Yo creo que estamos viviendo en una falsa burbuja en cuanto a la real gestión sindical, y que ella es, en general, mala. Parece que se entiende como buen sindicalista, tener un grandilocuente discurso despectivo respecto de la contraparte, el capital; ser muy revolucionario entre los pares, pero creerse poseedor de la verdad absoluta. Aquí hay un problema de falsedad permanente. Muchos hablan de controlar agrupaciones de decenas de miles, cuando no es cierto. Aquí hay un claro doble discurso. Ofrecen datos que no corresponden a la realidad; y a veces hasta desconocen el ABC de la gestión sindical, que consiste en ayudar al trabajador a perder la ignorancia y que sepa que pertenece a una clase con tales y cuales características.”

LA IMPORTANCIA DE LA INDEPENDENCIA DE CLASE

¿Cuál es la relación que adviertes entre el partido político y el movimiento de los trabajadores?

“Por mucho tiempo ha regido el principio de que las organizaciones sociales pertenecen a los partidos políticos. Yo creo que los partidos deben servir a las organizaciones. Hay una utilización vergonzosa de los partidos respecto del rol que deben jugar las organizaciones sindicales. Yo no comparto la posición de que la clase necesita un solo partido que la llevará a la victoria.
Existe una relación conflictiva entre las organizaciones sociales, los partidos y el Estado. Esto provoca la carencia total de independencia; entendiendo la independencia como el derecho de la organización a realizar lo que decidan sus bases. Ser autónomo no es ser “choro”, porque hay muchos “autónomos” que, a espaldas de todo el mundo, igual reciben órdenes y les “tiran la línea”, lo que es aún más vergonzoso. Pero que quede claro: yo no estoy contra la militancia política. “

¿Cuáles son las cifras del “sindicalismo real” desde tu perspectiva?

“Existe una curva descendente desde el año 1973, donde los trabajadores organizados llegaron a un pick histórico, con un millón y medio de asociados, y un promedio de 150 trabajadores por sindicato (en un país de menos de 9 millones de habitantes); es decir , un tercio de la fuerza laboral del país. En el 2006 hay 19 mil sindicatos con un promedio de menos de 45 trabajadores por organización. Las cifras oficiales hoy hablan de un 12 % de sindicalización, pero yo creo que el “sindicalismo real” no supera el 5 %; es decir, trabajadores auténticamente organizados y que demandan sus derechos. Hay una alta participación de trabajadores del Estado, y por otra parte, un sector de trabajadores de contratistas y subcontratistas. Lo que resta es bastante poco.”

¿Por qué nace la CGT?

“La CGT surge por un problema concreto. Aquí dentro de la organización hubo una intervención ridícula de los partidos políticos: había 5 dirigentes que representaban a 5 partidos distintos. Salvo los comunistas, que eran realmente bastantes. Esto duró varios años y se expresó en un crecimiento miserable. Entonces nos juntamos un grupo de cabros que, siendo militantes del PC, no compartimos desde un principio que el partido “mandara” la gestión sindical. Así empezamos a atacar lo que nosotros llamábamos la “burocracia sindical”. Entre 1983 y 1984 comenzamos a fabricar unos paneles en homenaje a Neruda y Gabriela Mistral, para ponerlos en la calle, y nos dimos cuenta que la gente se detenía a mirar. Organizamos un grupo que conversaba con los transeúntes.
En 1988, el Presidente de la Confederación de entonces, salió con licencia, y el grupo de jóvenes al que yo pertenecía aprovechamos de sacar a toda la “burocracia” y empezamos a crear equipos de muchachos asociados a prácticas culturales. Nosotros tomamos la organización con 21 sindicatos y 400 socios, y en 6 meses ya éramos 40 sindicatos y 1200 socios. Cambió tanto la fisonomía del sindicato, que el Presidente retomó su trabajo antes de que terminara la licencia. Aunque nosotros aparecíamos como rebeldes ante el PC, el partido constató que estábamos entregándole a la gente lo que demandaba. De esta manera, presentamos un proyecto a los dirigentes, y en un ampliado e inmediatas elecciones, los jóvenes ganamos 11 contra 10. Así, resolvimos que la organización ya no sólo debía agrupar a trabajadores de la empresa gastronómica y hotelera, sino que tenía que ampliarse a la industria alimenticia, la construcción y los servicios. Desde 1989 el ascenso ha sido permanente, porque nunca hemos cambiado nuestro principio rector: el trabajador es el actor fundamental de la organización. No hay directivas infalibles, no hay contactos con ministros, no hay asesores imprescindibles.”

¿Cómo funcionan?

“Internamente tenemos un Consejo Directivo de 15 miembros que se elige cada 3 años. El sindicato base vota por los miembros del directorio y mandata a sus dirigentes para que en el Congreso Nacional de la CGT repliquen la votación. El 2004 se decidió que sería la última vez que los dirigentes eran elegidos en el Congreso, sólo por los delegados. Así, se conformó un Tribunal Calificador de Elecciones; los candidatos se presentarán a través de nuestro periódico “La Voz de los Trabajadores”, con sus respectivos proyectos para la Confederación.
Ahora mismo estamos en un proceso de renovación tecnológica en la organización, que nos permite saber computacionalmente qué número y tipo de sindicato tenemos, cuál es su problema, qué clase de contrato lo caracteriza, etc. Nosotros tenemos una propuesta básica general de reivindicaciones. Algunos la presentan completamente, otros de manera parcial. Todo depende del sindicato y su naturaleza.”

Tú fuiste un importante militante del Partido Comunista…

En 1996, tomamos un problema de trabajadores asociados a una organización muy importante de derechos humanos, donde estaban despidiendo gente por razones injustificadas. Debido a la defensa de los trabajadores que asumí, fui sancionado por el PC. Yo era miembro del Comité Central, pero ya me había alejado de su Comisión Política por considerar que los trabajadores éramos un puro “adorno” en ese espacio. Después de lo ocurrido, renuncié en un Pleno del Comité Central, en diciembre. Luego de una dura campaña en mi contra, el partido decidió intervenir la Confederación. Pero los militantes comunistas mismos de la organización plantean que el partido no puede decidir quién dirige la Confederación, y no aceptan la orden. En julio del 97, a través de elecciones, es ratificado mi cargo y la autonomía de la organización. Entonces en abril de 1999, al calor de una movilización de trabajadores, nace el Movimiento Sindical por los Cambios (MOSICAM). El 2000, con esta figura, sacamos la 17 mayoría en las elecciones de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT). Entre el 2002 y el 2003, se aprueba la desafiliación de la Confederación de la CUT. Aquí nosotros postulamos que Chile debe contar con una Central de Trabajadores Única, que debe fundarse en la elección universal, la cotización mensual y la discusión por la base de las políticas de la Central, elementos que hoy no existen. El MOSICAM como un intento de construir un instrumento que recoja las aspiraciones más amplias de los trabajadores, más allá de sus sectores particulares.”

LAS TAREAS DE LA UNIDAD

¿Cuál es tu mirada sobre la unidad de los trabajadores chilenos?

“Para hacer la unidad tiene que haber una real disposición. Quienes hagan el proceso deben ser, efectivamente, organizaciones con bases reales. Esto no descalifica a los colectivos, sino que pone el acento en las organizaciones que tienen socios, espacio, y han hecho un ejercicio de mucho tiempo. La unidad tiene que darse sobre la base de la diversidad de opinión. Y los trabajadores son actores fundamentales e irremplazables.
Por otra parte, nosotros no vamos a asistir a ningún proceso unitario donde no se reconozcan las falencias que han provocado la dispersión. Aquí existe un conjunto de ripios y fallas históricas que han tenido como efecto la desunión. Entonces, si no se hace un encuentro donde se realice una total autocrítica, estamos “sonados” (perdidos).
Después hay que determinar cómo vamos a funcionar. Tiene que ser un instrumento con la forma, inicialmente, de un movimiento social amplio. El principio debe ser: defender los derechos irrenunciables de la clase. ¿Cuáles son? Aspirar siempre a una sociedad más digna y justa. Ahora bien; nosotros no sabemos cuáles son los caminos para llegar a esta meta.”

¿Cuál es la ética de la unidad?

Hay que superar hasta vicios asociados al alcoholismo y la drogadicción presentes en nuestros sectores. A veces el enemigo tiene que ver con el bajo precio del alcohol, cuyo consumo facilita el abandono de la lucha y los derechos de la clase.
Aquí reconocemos a Recabarren y Clotario Blest como nuestros íconos del trabajo sindical. Yo no creo que el Che Guevara y los revolucionarios del mundo se sientan muy orgullosos de que un personaje con graves problemas de drogadicción, como Maradona, se la pase sacándose fotos con Fidel.”

EL PROYECTO LIBERADOR

¿Cuál es el horizonte emancipador que proponen como CGT?

“Nosotros todavía no tenemos un proyecto emancipador. Pero estamos convencidos de que los trabajadores son los llamados a hacerlo. Yo no estoy en desacuerdo con la concurrencia de los intelectuales, pero ellos deben ser parte de la organización: ni arriba, ni abajo, sino que al lado.
Luego, para que la unidad dé buenos frutos, debe existir una total moral, pública y privada.
Nosotros tenemos que fortalecer la CGT y volverla un instrumento conocido. De hecho, vamos con materiales a algunas poblaciones y hacemos agitación. Yo digo: instalémonos en 3 o 4 poblaciones. Escojamos una comuna. Estoy seguro que si hacemos un proceso continuo, mañana tendremos hasta alcaldes y concejales. Debemos tener poder en las comunas.
Yo no sé si el camino va por la construcción de un solo partido de los trabajadores. Yo creo más en un movimiento amplio, absolutamente horizontal en su gestión, donde cada quien tenga su rol; que sea de acción y compuesto por distintos sectores. El problema es que nadie quiere convocarlo. Parece que todos están esperando a que nos terminen de golpear. Y nadie por sí solo tiene la fuerza suficiente para hacer el llamado. Aquí tenemos un problema de “autoestima popular”. Y esto, sin duda, es un logro de la patronal.”

LA MATANZA DE LA ESCUELA SANTA MARÍA DE IQUIQUE

¿Qué sentido tiene para ustedes la realización de actividades en torno a los 100 años de la matanza de miles de obreros del salitre?

“Nosotros con las actividades que hemos realizado en torno a la conmemoración de los 100 años de la matanza de la Escuela Santa María de Iquique, hemos convocado a muchísima gente. Aquí relevamos que fue el gobierno de Chile quien mandó a asesinar a los pampinos., y a solicitud y exigencia de capitales extranjeros. ¿Y qué paso en 1973?
Aquí no estamos recordando a “pobres pampinos”, sino que presenciamos un ejercicio sistemático que terminó en un crimen masivo. ¿Pero por qué los obreros no demandaron una nueva sociedad, sino sólo alimentos y mejoras laborales? Porque los trabajadores siempre hemos esperado a que otros nos traigan el proyecto hecho. Ese es el drama.”

EL CASO DE LA CUT

¿Cuál es tu visión de la actual Central Unitaria de Trabajadores dirigida por el socialista Arturo Martínez?

“Nosotros trabajamos 4 años por cambiar la CUT de Arturo Martínez desde adentro, pero creo que no se puede. Salvo que seas parte de alguno de los bloques político partidistas que viven en su interior, y desde allí te la juegues por cambiar la correlación de fuerzas. Sacarla desde sus actuales posiciones, perece imposible, porque la CUT hizo una decisión más o menos solapada de co-gestión con el gobierno central. Por ejemplo, se ha tratado de ocultar la reunión que tuvieron en Ginebra, el Presidente de la CUT, Arturo Martínez, el Ministro del Trabajo, Osvaldo Andrade y el Presidente de la Confederación de la Producción y el Comercio (gremio patronal), Alfredo Ovalle. Justo después, salió el ingreso mínimo, el llamado “sueldo ético”, etc. Mi opinión es que la actual Central Unitaria debe ser reemplazada por una Central Única de Trabajadores, independiente y autónoma, no afiliada a ninguna Internacional, e inspirada en los principios de su fundador, Clotario Blest.
La CUT de 2007 no va a liberar a los trabajadores de su condición de explotación y desmedro.
Y considero que es posible hoy articular al conjunto de organizaciones de trabajadores existentes en torno a un enumerado de demandas irrenunciables: pago real de pensiones; término de los artículos 153 y 154 que permiten el allanamiento de trabajadores a la salida sus faenas; pago de salario cada 30 días; a igual trabajo, igual remuneración; jornada laboral de 8 horas diarias.”


Andrés Figueroa Cornejo
Hacia la Unidad Urgente de los Trabajadores y el Pueblo
(La presente entrevista es la primera de un conjunto que busca aportar a la construcción de las condiciones para la unidad de los trabajadores).

Heinz Dieterich y Martín Alameda en Chile. La entrevista sobre el socialismo del siglo XXI

Heinz Dieterich y Martín Almada en Chile
La entrevista sobre el socialismo del siglo XXI

Andrés Figueroa Cornejo
Polo Izquierdo de la Memoria

Estos días, el mundo progresista y revolucionario de Chile tiene el honor de contar con la visita de dos titanes intelectuales y políticos de los pobres de América Latina. Concertados por la organización Polo Izquierdo de la Memoria y Editorial Quimantú de Chile, entre otros, uno de los principales teórico políticos de los procesos que viven los gobiernos pro populares del Continente, Heinz Dieterich, y el Premio Nobel de la Paz Alternativo y luchador inagotable de los derechos humanos, el paraguayo Martín Almada, realizan una serie de foros y debates al calor del llamado Socialismo del Siglo XXI propiciado originalmente por el Presidente bolivariano, Hugo Chávez. En su primera presentación pública organizada en la sede del Sindicato Nacional de Trabajadores de Contratistas y Subcontratistas –SINTRAC CHILE- tuvimos la oportunidad de conocer sus impresiones sobre la actual y urgente dinámica que vive gran parte de América Latina en distintos ámbitos. Lo que sigue, es el resultado de una entrevista que presenta con lucidez extraordinaria, las miradas de Dieterich y Almada.

¿Cuál es el motivo de su visita a Chile? Heiz Dieterich: "Yo agradezco a las organizaciones que hacen posible integrar a Chile en el debate mundial sobre una civilización global post capitalista. Por diversas razones, la discusión está más avanzada en algunos países de Europa y América Latina que en vuestro país, y que consiste en el renacimiento de los anhelos de justicia social y democracia real. Esto ha sido, en parte, mérito de la inteligencia científica y obra de los movimientos sociales que no están dispuestos a aceptar no tener lugar en la sociedad moderna. Se trata de los campesinos, los trabajadores, los indígenas, los estudiantes, y los presidentes populares que tenemos en varios países del Continente. Este fenómeno varía de país en país, pero, obviamente, si el Presidente Hugo Chávez, en el Foro Mundial de Porto Alegre el 2005, no hubiera proclamado públicamente trascender el debate en la sociedad burguesa hacia la democracia participativa o Socialismo del Siglo XXI, no hubiéramos avanzado tan rápido en estos conceptos. Como muestra, el 5 de septiembre estuve con el Presidente de Ecuador, Rafael Correa, y reafirmó que el Socialismo del Siglo XXI es un interés estratégico y parte de un proyecto histórico."

LAS CLAVES DEL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI

¿Cuáles son las fuentes constituyentes de este nuevo proyecto continental y en qué consiste?

H. D.: "Podríamos decir que comenzó a producirse una convergencia de científicos - sobre todo provenientes de la Informática y de la Economía Matemática- con presidentes progresistas y movimientos sociales. Nos parece que esto es una fuerza de gran capacidad de transformación. Y aunque algunos gobiernos no quieren discutir esto, y algunos medios piensen que con su ausencia impedirán que esa plana de transformación prolifere, no lo lograrán. El Socialismo del siglo XXI es una ampliación y profundización de la democracia formal y representativa que tenemos ahora. El ser humano vive en cuatro condiciones sociales básicas: la política, la económica, la cultural y la militar. De esas cuatro relaciones vitales, la burguesía sólo concede democracia en lo político, y la reduce a un acto electoral cada cuatro años. Entonces, el objetivo es ampliar la democracia participativa en las cuatro relaciones constitutivas del ser humano. En segundo lugar, hay que pasar de la democracia formal y elitista que tenemos hoy día, a una de incidencia real. Por ejemplo, el presupuesto nacional debe gradualmente pasar a los ciudadanos. La economía de mercado tiene algunos elementos básicos: la ganancia, y no la satisfacción de necesidades; y la propiedad privada, que permite a los dueños de los medios de producción determinar los precios, que es el mecanismo fundamental de la acumulación, y permite quedarse con el excedente. Todo esto, avalado por un Estado de clase que está al servicio de las élites económicas. Esto se quiere sustituir por una economía basada no en el precio, sino en el valor, donde la gratificación del trabajo no se hace por fuerza de negociación, sino por justicia, a través del principio de la equivalencia."

LOS CAMPESINOS Y EL MAGISTERIO LUCHAN EN PARAGUAY

¿Qué ocurre hoy en Paraguay?
Martín Almada: "Nosotros desde Paraguay estamos siguiendo atentamente estas reflexiones. En Paraguay hemos encontrado los archivos de la Operación Cóndor. Aquí tenemos que las consecuencias de un operativo común que se instala en América Latina, a partir de Chile, concluye en el neoliberalismo. O sea, la base del mercado sobre el Estado. Chile, a partir de Pinochet, se convirtió en la vitrina del Imperio como el modelo político, económico y social "exitoso". Yo recuerdo la visita del Ministro de Economía de Pinochet, Hernán Buchi, a Paraguay, donde realizó muchas reuniones con empresarios y universidades vinculadas a las empresas. Y él decía que la solución de todos los problemas era la privatización. Y ahora en Paraguay, después de 40 años de dictadura, el campesinado se levanta contra las políticas neoliberales y las privatizaciones brutales de su recetario. Hoy, gracias a los campesinos, los intereses del Estado siguen siendo del Estado. Por otra parte, nosotros observamos también cómo funciona la educación en América Latina. Y nos damos cuenta que son el Banco Mundial y el Banco Interamericano quienes marcan pautas en la enseñanza primaria, secundaria y universitaria. En Paraguay existe la educación pública y privada –sostenida por el FMI-, que crea los profesionales para dirigir los destinos del país. Y con el atraso del Estado se disminuye la calidad de la educación nacional. Un dirigente de África del Sur decía que "el arma más poderosa en manos del opresor, es la mente del oprimido". Así, interpretando a Paulo Freire y al "Che", con el Hombre Nuevo, tratamos de dar con los ingredientes de cómo debe ser el Socialismo del Siglo XXI en la dimensión educativa. Y decimos que este Socialismo debe despertar al dormido y organizar al despierto para que tengamos acceso a la riqueza y a la sociedad del conocimiento."

MICHELE BACHELET: IMAGEN CORPORATIVA DE LA EMPRESA "CHILE"

¿Dónde está Chile en el nuevo contexto de discusión del Socialismo del Siglo XXI? H. D.:"Existe un desconocimiento en el exterior de la naturaleza clasista del gobierno chileno. Yo pienso que las incipientes protestas sociales en Chile están planteando otra vez en la agenda del país la participación de los de abajo. Cada clase dominante que da un golpe militar feroz como el de Pinochet, sabe que tiene un margen de 30 a 35 años de moratoria, porque el trauma persiste. Ya pasó este tiempo, y las nuevas generaciones vuelven a pensar en querer ser alguien en la vida, y en la Nación de la Patria Grande."

¿Qué opinión le merece la Presidenta Michele Bachelet? H. D.: "Yo creo que Michele Bachelet puede ser una mujer honesta, pero eso no cuenta cuando se es Presidente, porque lo que decide lo que hace un Presidente es la correlación de fuerzas. Michele Bachelet es la "imagen corporativa de la empresa Chile". Pero el consejo de administración de la empresa donde está el poder es el de siempre. Es decir, los militares, el clero y los empresarios. En el fondo, ella no decide nada. La concepción tradicional de que una élite gobierna tras una fachada "socialista y democrática" comienza a tener fisuras, porque al superar paulatinamente los traumas del terrorismo de Estado y al ver que en otras partes de América Latina hay nuevos gobiernos populares, Chile no puede quedarse fuera de esa dinámica continental y mundial."

EL LUGAR DE LOS TRABAJADORES

¿Cuál es el papel de los trabajadores en estos procesos progresistas que vive el Continente? M.A.:"Para hablar de la intervención de la clase obrera, tenemos que volver a la Operación Cóndor. Si en América Latina hacemos un balance del saldo que dejaron los golpes militares, contamos 100 mil vidas. Y primero que nada, fue decapitada la franja dirigencial de la clase obrera. Después, estudiantes, profesores, periodistas, abogados, intelectuales: ¡la clase pensante de América Latina fue decapitada! En la actualidad, hay 6 paraguayos perseguidos por el Imperio que están en Argentina, y hemos tenido relaciones diversas con el nuevo sector dirigencial argentino del mundo obrero. Parece que en América Latina hay una nueva franja dirigencial, porque hasta hace un tiempo, lo que habíamos sentido era la capitulación. En Paraguay ha capitulado la clase media y alta, y la izquierda. No hemos confiado en nuestras propias fuerzas. Fueron los campesinos quienes pararon las privatizaciones. Y ahora, otra vez, fueron campesinos y el magisterio paraguayo quienes detuvieron las políticas neoliberales en Paraguay, que se expresó en un proyecto de ley antiterrorista, y que pretendía criminalizar las luchas sociales. En Argentina se aplicó eso. Ahora la clase obrera argentina está reaccionando ante la Corte Suprema de ese país para anular el proyecto de ley de Busch. Es decir, hoy sentimos un nuevo viento de esperanza en América Latina, con una nueva clase obrera no entreguista y cuestionadora del modelo neoliberal." H. D.:"La clase obrera está directamente vinculada a las fuerzas económicas que tienen los trabajadores. Y un elemento esencial del neoliberalismo ha sido la desindustrialización. Si se compara la fuerza industrial manufacturera que había hace 30 o 40 años, hoy ha desaparecido en gran medida. En Ecuador, el único sindicato que quedó es el de los electricistas, porque ha logrado impedir la privatización. En Argentina tienes algunos grandes núcleos obreros, pero casi todo está destruido. Más allá de lo anterior, las políticas desarrollistas de nuestros gobiernos populares y la recuperación de las industrias destruidas, tanto por la renacionalización de los recursos, como por el desarrollo de nuevas industrias, están reconstruyendo ese sector. De tal manera que los núcleos obreros que han quedado y que, a mi juicio, están rehaciendo su inicio político a la luz de este proceso de integración latinoamericana y la formación del Bloque Regional de Poder Popular, siguen siendo un núcleo extraordinariamente importante, junto con otros. La tecnología ha cambiado las cosas. Hoy el poder central está en el sistema de telecomunicaciones. Hoy tenemos diferentes sujetos de transformación como el campesinado, los estudiantes y los obreros. Todos ellos juntos, forman la masa crítica para renegociar con el gobierno cosas que se han perdido en las últimas décadas."

EL IMPERIALISMO

¿Cuál es la situación del gobierno de Busch en la actualidad? H.D. :"Lo que caracteriza a la mafia fascista que está en la Casa Blanca es la derrota política militar en Irak, en Afganistán y pronto en Irán. Porque antes que termine fin de año habrá un ataque militar sobre Irán. La lucha dada en América Latina por los presidentes populares, que son expresión de un movimiento de base social fuerte, sin duda, ha influido en la construcción del ataúd del Imperialismo en la Casa Blanca. Pero no hay que sobreestimar lo que hemos logrado. Noto un cierto triunfalismo, sobre todo en Venezuela. Yo creo que esta es una lectura equivocada. En el debate sobre si México debe integrarse al MERCOSUR, Lula y Kichner fueron claros en decir que no van a acomodar sus intereses de acumulación estratégica con el bioetanol, ni sus alianzas geopolíticas con el capital español, gringo, o con el Estado de Israel, por las posiciones de Hugo Chávez. Aquí afirmaron, prácticamente, que "hasta aquí llegamos con las posiciones de Chávez, y nosotros decidimos con quién nos juntamos". Esto es muy importante. Ha aparecido un nuevo factor, hay nuevos presidentes. En un momento fue sólo Fidel quien hablaba. Ahora está Chávez, y la perspectiva propia de Rafael Correa. Y Evo Morales es otra voz. De tal manera, se está desagregando un poco la situación latinoamericana y antiestadounidense. Hay más voces ahora, y diversas posiciones sobre alianzas posibles."

LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y EL FACTOR MILITAR

¿Cuál es la función de los medios de comunicación este contexto? H.D. : "El papel de los medios grandes, es la de toda empresa grande: hacer ganancias. Y para eso tiene que reducir las iniciativas democráticas y populares. Esto hay que combatirlo desde abajo, y uno de los modos fundamentales es internet. En USA, el 50 % de la información de la gente es obtenida de internet. Por ejemplo, en Ecuador la derecha ya comenzó la contra ofensiva, y allí no teníamos una página web que ofreciera información de inmediato. Recién ahora, con una organización de derechos humanos generamos una página electrónica, que es un poder contra la desinformación de los medios. En Chile, esta es una opción muy importante para divulgar las luchas y crear una red internacional de apoyo." M.A. : "En la terminación de contrato de una empresa de comunicación de Venezuela, es el Imperio quien atacó a Hugo Chávez. Yo trabajé 15 años en la UNESCO y fui testigo de la discusión de un documento de esta institución sobre la comunicación y sus medios internacionales, lo que fue lanzado y provocó la retirada de USA e Inglaterra de la UNESCO. Entonces, yo veo que Chávez ha sido el único dirigente político que tuvo el coraje de aplicar esa recomendación de la UNESCO. Existe la necesidad de la formación de la masa crítica para hacer frente a esta manera de alienación colectiva que vivimos y a la entrega de resignación que sentimos. Al respecto, es muy importante el rol de los profesores en este plano. ¿Cómo vamos a seguir tomando Coca Cola y comiendo en el Mac Donald? ¿Cómo vamos a levantar nuestra autoestima? Porque en Paraguay hemos sufrido 40 años de dictadura. Y el resultado fue la desconfianza y el derrotismo. Paraguay es el país que tiene mayor energía y electricidad en América Latina. Pero los pobres cocinan a leña porque la electricidad es cara. Ahora tenemos un candidato que admira a Hugo Chávez, a Evo Morales, a Rafael Correa. Nosotros tenemos elecciones el 2008 y se presenta este candidato que simpatiza con el Socialismo del Siglo XXI. Pero ya vemos a la diplomacia norteamericana, al Nuncio Apostólica y a la burguesía en contra. Lo bueno es que estamos perdiendo el miedo. Eso yo lo siento en Chile. El año pasado con la reacción estudiantil y ahora con la movilización de los trabajadores, lo que para nosotros es un ejemplo en un país espejo del neoliberalismo. En Paraguay creemos que la única solución es la clase obrera en el poder. Ya no podemos confiar en los políticos tradicionales. Nosotros debemos hacer nuestra propia administración."

¿Dónde se ubica la variable militar y de comunicaciones en esta versión emancipadora del Socialismo para el nuevo siglo? H. D. : "Una grave deficiencia de la izquierda es que no estudia la lógica militar. La lógica política en el fondo, no es más que la lógica militar, sólo que la militar es más clara. En la acción militar existe el "principio de masa" que ubica en un lugar sustantivo el papel de los medios. Nosotros tenemos una serie de medios digitales que tienen impacto, como Rebelión que tiene 40 mil accesos diarios. Hay otras. Todos ellos actúan independientemente, y eso es bueno porque así se evita la censura política. Cada grupo tiene su visión propia. Entonces se necesita una multiplicidad de páginas electrónicas para que el espectro de pensamiento -desde los anarquistas hasta los ortodoxos del socialismo- tenga alguna forma de expresión. Pero cuando se produce una situación de crisis, como una batalla militar, necesitas concentrar todas las fuerzas para dar el golpe, para decidir la guerra. Pinochet lo hizo en Chile desde la derecha. Cuando hay una situación crítica de derechos humanos en Paraguay, o de los trabajadores en Chile, tenemos que lograr que el conjunto de medios alternativos junten fuerzas y lancen la información el mismo día y así se tiene un impacto en la opinión pública mundial que ningún medio burgués logra. Y eso es el "principio de masa". Aquí enfrentamos una relación dialéctica: se necesitan distintas páginas electrónicas para que cuando llega un momento de crisis, ellas mismas se coordinan y lanzan el golpe decisivo para defender a la gente."
Septiembre 2007

CHILE: LA COYUNTURA DE INVIERNO, EL DESCONTENTO POPULAR Y EL DESAFÍO DE LOS REVOLUCIONARIOS

CHILE: LA COYUNTURA DE INVIERNO, EL DESCONTENTO POPULAR Y EL DESAFÍO DE LOS REVOLUCIONARIOS

Actualmente la Central Unitaria de Trabajadores (refundada en los primeros tiempos de la post dictadura) está compuesta, principalmente, por las grandes agrupaciones de trabajadores y empleados públicos (ligados a servicios estatales y trabajadores de la educación y la salud municipalizadas), y expresiones del sindicalismo de empresa, hoy en franco estancamiento. Reúne formalmente a alrededor de 350 mil trabajadores, esto es, la mitad del universo sindicalizado.
En un Chile neoliberalizado hasta la médula, el Estado cumple funciones puramente policiales; propugna la desregulación de la economía y el imperio absoluto del mercado; destina su gasto social sólo a subsidiar de manera insuficiente los focos más estructurales de la miseria (dejando en manos privadas los derechos sociales garantizados en el modelo capitalista pre dictatorial, basado en un Estado de parcial carácter desarrollista); y funciona como bolsa de trabajo para los militantes de la Concertación de Partidos por la Democracia –y marginalmente, de la izquierda domesticada-. Los funcionarios organizados del aparato burocrático representan menos de un 5 % de la fuerza sindicalizada del país.
De acuerdo a cifras del gobierno central, alrededor de un 12 % de los trabajadores chilenos pertenece a un sindicato. Un punto, y sólo un punto de este porcentaje logra mejoramientos salariales y laborales objetivos en sus negociaciones.
El nuevo patrón de acumulación capitalista –digitalizado por el FMI, el Banco Mundial y la OMC- fundado en la precarización estructural del empleo a través del contratismo, subcontratismo, trabajo eventual y transitorio (que, en conjunto, constituye más del 70 % de la fuerza laboral), fue sacralizado jurídicamente en 1980 mediante el llamado Plan Laboral de la dictadura. Hoy, salvo correcciones adjetivas, se mantiene incólume.

LAS ESTRATEGIAS DE CONTENCIÓN SOCIAL DESDE EL PODER
La lucha de los trabajadores subcontratistas asociada a la explotación de los recursos forestales, el cobre y el petróleo durante la primera mitad de 2007, abre tímidamente, un nuevo período de lucha de clases y reorganización de los nuevos actores expoliados por una burguesía transnacionalizada, violenta y retrógrada. Ahora último, se suma la protesta de los pescadores artesanales de la V y VIII regiones, y las trabajadoras temporeras del agro, dañados por la explotación indiscriminada de las corporaciones que soportan sus ganancias en las riquezas del mar y la producción frutícola.
Estos eventos, acunados por años de explotación, han obligado a los de arriba a enfrentar -por la fuerza de los hechos, las estadísticas y las encuestas- la "cuestión social". Ella se expresa en las desigualdades astronómicas que dividen Chile entre las paradisíacas condiciones de vida de una minoría contra la pobreza, inestabilidad laboral, sobreendeudamiento y ausencia de expectativas, en todo orden de cosas, de la mayoría.
Así, entonces, comenzaron a estrenarse las viejas tácticas de contención social desde el poder. Primero lo hizo la superestructura de la Iglesia Católica, con su llamado a establecer un "sueldo ético"; luego la derecha con fórmulas que profundizan el Estado Subsidiario (pero sin aumentar el impuesto a las empresas); y finalmente los partidos de la Concertación y el propio gobierno con la necesidad de implementar un nuevo "pacto social" a través de una "Mesa de la equidad social", formada por tecnócratas, políticos de los partidos burgueses y la Confederación de la Producción y el Comercio, organización máxima de los empresarios en Chile. Naturalmente, una comisión propiciada por La Moneda con la mencionada composición, no evacuará más que un informe gatopardo, inoficioso y antipopular. Hasta el propio presidente de la CUT, Arturo Martínez –muy asiduo a las reuniones gubernamentales- , se ha negado explícitamente a participar en la mentada Mesa. Es posible que los pésimos recuerdos y resultados de la comisión sobre educación surgida luego del mega conflicto protagonizado por los estudiantes secundarios el 2006, todavía resuenen en los oídos del dirigente. O que pretende, en una situación de fuerzas más concluyente, forzar una recomposición de la Mesa más proclive a los trabajadores. O no quiere poner en riesgo su aureola de "luchador independiente" antes de la movilización del 29 de agosto. Quién sabe.

LA PROTESTA DEL 29 NO ES OBRA DE ARTURO MARTÍNEZ
Lo cierto es que este es el actual marco –calentado por las duras alzas de la leche, las verduras, el pan y la electricidad- en el que el presidente de la CUT ha convocado a una movilización nacional el 29 de agosto (que es probable que ya se haya realizado cuando se lean estas líneas) cuya consigna es "¡No al neoliberalismo! ¡A conquistar un Estado social, democrático y solidario!", y cuya organización parece decir "proteste como pueda, pero proteste".
Sin duda, importantes segmentos del pueblo lo harán de mil formas y por mil justas razones, empleando la convocatoria de la CUT, más como una excusa oportuna, y mucho menos por el inexistente liderazgo de Martínez.

LA CRISIS DEL NEOLIBERALISMO NO ES LA CRISIS DEL CAPITALISMO
Es claro para cualquier observador promedio que Chile no "arde por sus cuatro costados", y que, en general, el movimiento popular y los trabajadores recién retoman el derrotero de la organización y lucha social, luego de un largo período de reflujo profundo inaugurado sincrónicamente con el advenimiento del primer gobierno de la Concertación, en los albores de la década pasada.
Su desmantelamiento fue ordenado por las propias direcciones de los partidos de gobierno, quienes, mediante el conocido pacto interburgués patrocinado por el Pentágono, se agregaron ideológicamente al neoliberalismo y a la democracia sin pueblo. Pero ahora con rostro civil y traje azulado, saldando con mucho dinero y sin justicia el tema de las violaciones a los Derechos Humanos durante la dictadura; y dando paso a ciertas libertades civiles que no pusieran en riesgo la "gobernabilidad" y "paz social" necesarias para la reproducción del actual patrón de acumulación del capital, del cual ya son beneficiarios hace mucho tiempo. El paulatino, lento, pero sostenido "asomo de cabeza" de los de abajo, al parecer, está asociado no a la crisis del capitalismo como paradigma hegemónico mundial, ni del sistema de partidos burgueses (cuya capacidad de rescilencia política jamás deja de asombrar), sino simplemente a que el recetario neoliberal impuesto a punta de metralla en los 70 y 80, no ha resuelto el drama social de los chilenos. Más bien, perpetúa la brecha entre ricos y pobres, consolida la "mala vida" para la mayoría del país y genera un creciente descontento en amplios sectores de la comunidad nacional. Es la versión neoliberal o "capitalismo salvaje" el que comienza a cuestionarse en el debate público organizado por el poder. La crítica por arriba se concentra en el establecimiento de políticas económicas más redistributivas, pero cautela metálicamente su apuesta central de mantener un gobierno empresarial. El llamado a la "humanización del capitalismo", en este caso, es a la "humanización de la burguesía"
Por eso, el llamado de la CUT ha tenido la dulce acogida de los laterales "díscolos" del parlamentarismo concertacionista: una fracción de diputados y senadores que ha manifestado su relación conflictiva con las dimensiones más radicales del modelo.
La protesta social –cuya pesadilla patronal tiene la forma de un estallido sin control de hordas de pobres, violentos, oscuros, sin ley-, como es históricamente sabido, precisa de un pistón que organice y conduzca su fuerza. Y dependiendo de la naturaleza del pistón, las energías desatadas del pueblo se conducen hacia el control y reordenamiento del sistema por arriba –represión mediante-, o hacia la emancipación de las mayorías.
Pero la eventualidad de un estallido social en Chile, independientemente de que día a día se confabulen las condiciones para su aparición, son más bien una paranoia interesada de los de arriba, que una situación objetiva. Por cierto, el malestar social comienza a manifestarse y da los pasos primeros de su rearticulación orgánica, después de largos años de siesta obligada. Sin embargo, no es posible advertir, en lo inmediato, un "caracazo" o un levantamiento al estilo de Argentina 2002.
De permanecer el actual orden de cosas, la incorporación de dirigentes sociales y políticos extraparlamentarios al Congreso podría cooperar –en una trama compleja y de resultados vagamente predecibles- con proyectos de ley que "corrigieran" los excesos del capitalismo salvaje y, a través de la colaboración de clases, por ejemplo, aumentar el impuesto a las empresas (irrisorio hoy día). Toda vez que, frente a esta situación imaginaria, se ponga entre paréntesis la crisis de los Estados Nacionales y la extinción de sus antiguos fueros ante los poderes omnipresentes de las organizaciones internacionales que gobiernan e imponen jurídica, política y militarmente la división mundial del trabajo, y cuya mano de hierro escribe, a escala criolla, los núcleos y maneras del modelo que funciona en Chile a través del Ministerio de Hacienda, el Banco Central y el empresariado.
Centrándose únicamente en los fundamentos del llamado de la Iglesia Católica y la "Mesa de la Equidad Social " en orden a levantar iniciativas tendientes a "humanizar a la burguesía" reinante ante el peligro de la reorganización de los pobres, la apuesta estratégica de los segmentos más visionarios del poder se encontraría en amortiguar las contradicciones sociales mediante una disminución táctica de sus ganancias, a favor de los de abajo, y manteniendo intactas las relaciones de producción y de poder.
Por eso es importante la naturaleza del pistón político que capitalice el descontento y lucha social.
Al igual que en otros episodios de desbordamientos populares en el Continente; de no existir una herramienta política orgánica del pueblo -amplia, democrática, con vocación de poder, mestiza y popular, con proyecto país y capacidad de conducción-, un eventual estallido de descontento en Chile, simplemente fortalecerá la "represa social" de los de arriba.
Sin desdeñar principistamente la representación de los intereses del pueblo en la arena política diseñada por el poder (participando en gobiernos comunales y luego en el Congreso burgués); el empeño esencial de los revolucionarios debe volcarse a la construcción de la organización política de los de abajo para la toma del poder.
Sólo la concurrencia y armadura teórica y en lucha de las diversas organizaciones de clase, iniciativas políticas liberadoras y pueblo de avanzada, con la mirada puesta en la transformación profunda y socialista de Chile, establece las condiciones mínimas necesarias para sentar las bases de un proyecto genuinamente revolucionario.
De lo contrario, el conjunto de luchas descoyuntadas del pueblo pueden ser rápidamente reorientadas por las adecuaciones que demanda el modelo para enfrentar con éxito el nuevo período de descontento social que comienza a andar.
Nuevamente la unidad generosa, de largo plazo, desterrada de prejuicios y sobreideologizaciones inútiles, se pone a la orden del día. La unidad de los revolucionarios, con la cabeza y el horizonte llenos de pueblo. Con los aprendizajes acumulados por décadas de lucha y preparándose orgánicamente para enfrentar a un enemigo que no cederá un grano de sus privilegios por filantropía o voluntad. Con lucidez, memoria y futuro. Concientes siempre de lo duro y complejo de la tarea histórica urgente para cambiar la vida.
La estatura de los revolucionarios chilenos debe tener la talla de sus objetivos. O están condenados a la marginalidad política, la diáspora autodestructiva, el vagón de cola de la historia de Chile.
Invierno de 2007

¿ Quién es Núcleo Político Oveja Negra?


OVEJA NEGRA Y NUESTRO LUGAR EN EL MUNDO (SÍNTESIS)

Yo tuve un hermano.
No nos vimos nuncapero no importaba.
Yo tuve un hermano que iba por los montesmientras yo dormía.Lo quise a mi modo, le tomé su vozlibre como el agua, caminé de a ratos cerca de su sombra.No nos vimos nunca pero no importaba, mi hermano despierto mientras yo dormía, mi hermano mostrándome detrás de la noche su estrella elegida.
Julio Cortázar

El planeta vive un período caracterizado por la globalización del capital y el dominio de las grandes corporaciones trasnacionales, sin contrapesos relevantes desde la caída de los llamados “socialismos reales”. Los imperialismos, en tanto, estadio superior del capitalismo, se despliegan, imponen la división mundial del trabajo, donde el norte manda y el sur obedece, y comportan un poderío que norma y organiza sus intereses desde el FMI, el Banco Mundial y la OMC , situando a los estados nacionales como simples administradores de sus privilegios y movimientos.

1. Durante la dictadura pinochetista –sincrónicamente con la Inglaterra de Tatcher y USA de Reagan- en Chile se impusieron en condiciones inmejorables para la burguesía, las tesis centrales del neoliberalismo, expresión radicalizada del capital sobre el trabajo.
2. El neoliberalismo, en general, significa la mercantilización total de las relaciones sociales y el conjunto de ámbitos sociales, políticos, culturales y privados. El predominio absoluto de la mercancía –fetiche irreductible del capitalismo- como unidad esencial del quehacer humano, en la actualidad, pone en riesgo la sobrevivencia ecológica del planeta, consolida las desigualdades estructurales en el mundo, jibariza los estados nacionales, convirtiéndolos en el puro ejército defensivo del capital y las burguesías y manteniendo una burocracia y gasto social mínimo suficiente para evitar conflictos de clase que hagan peligrar las bases del modelo. En otros planos, el neoliberalismo, también significa la hiper concentración de la propiedad en una minoría privilegiada, el control pleno de los medios de comunicación de mayor impacto persuasivo, la privatización de los derechos sociales básicos y la precarización del empleo. En Chile, las piezas claves del patrón de acumulación neoliberal se padece de manera nítida. Son ejemplos sonoros las desigualdades estructurales en el mundo educacional, y la hegemonía del trabajo precarizado a través del subcontrato y el trabajo transitorio y eventual, entre otros.
3. La lucha amplia del pueblo contra la dictadura pinochetista desplegada en los 80 fue finalmente capitalizada por la llamada “oposición democrática” de la época, compuesta, en gran parte, por los mismos dirigentes políticos que colaboraron en la creación de las condiciones para el golpe de Estado de 1973, más un sector importante de la izquierda socialista, impregnada del eurocomunismo –hoy inexistente-, y la capitulación de la lucha por un gobierno de los trabajadores y el pueblo. La salida de los militares fue la táctica impulsada desde el Pentágono –para abortar la eventual radicalización de la lucha antidictatorial- mediante un pacto interburgués que, en concreto, repuso las elecciones generales, las libertades civiles y judicializó simbólicamente los casos más graves de la represión militar. En un contexto de democracia anti popular, burguesa, y alambrada por la constitución pinochetista, la clase en el poder se abrió a los mercados mundiales a través de tratados de libre comercio, facilitó la trasnacionalización de la economía, y mantuvo intacto el modelo económico y social inaugurado por el pinochetismo. En el ámbito político social, la Concertación desmanteló las organizaciones populares y colaboró estratégicamente en la refrigeración de la lucha de clases y la destrucción de los destacamentos populares más avanzados del pueblo organizado.
4. Ante el profundo reflujo de la lucha popular, la izquierda se acuarteló en espacios de resistencia caracterizados por la diáspora de las orgánicas del pueblo. Se derrumbaron y desrumbaron los proyectos revolucionarios construidos durante la dictadura. Por abajo surgieron colectivos limitados en sus localidades, temáticas y sectores, y por arriba se consolidó el sistema político binominal y la refundación de una democracia burguesa sustantivamente más limitada que la anterior al golpe del 73. Los 90 estuvieron marcados por la descomposición, cooptación y desconfiguración de las rémoras de la izquierda revolucionaria o más consecuentemente anti sistémica.
5. Con la gran marcha antiimperialista contra la APEC ; el masivo funeral de la dirigente comunista Gladis Marín; el amplio movimiento de los estudiantes secundarios y los deudores habitacionales; la reactivación de huelgas sindicales de envergadura en sectores asociados a los polos estratégicos de la producción (cobre, forestales y petróleo) por un lado, y la paulatina reagrupación de parte del archipiélago de las izquierdas anti neoliberales por otro, parece inaugurarse con timidez, un nuevo ciclo de luchas sociales.
6. Es en este contexto que surge Oveja Negra, la cual se nutre de las fuentes ideológicas provenientes del materialismo histórico y dialéctico, y los aportes novísimos de las experiencias liberadoras del Continente. Su horizonte original tiene que ver con la formación de un compacto de articuladores y militantes de la unidad de los populares y las izquierdas, desde una perspectiva de clase, protagonismo popular, vocación de poder y la convicción de la urgente síntesis y superación de las experiencias, políticas, orgánicas y estéticas de las organizaciones revolucionarias anteriores. Luego de un período signado por la construcción de convergencias políticas, intentos de formulación de instrumentos políticos populares y visibilizaciones públicas bajo la consigna “De la Memoria al Poder”, el activo rebelde decidió aminorar estos ejercicios y entregarse a la construcción de fuerza propia, empeñándose paralelamente y en un solo movimiento de dos líneas, a la vinculación y coordinación con otras fuerzas hermanas y amigas. Sólo se pone el acento orgánico y político en la intervención concreta en ámbitos del pueblo con algún nivel de organización y que se evalúen como actores sustantivos en el horizonte táctico y estratégico convenido.
7. La estrategia de Oveja Negra es aportar a la construcción de la fuerza social revolucionaria, compartida, popular, rebelde y socialista que está mandatada históricamente a transformar radicalmente el actual orden de cosas, y establecer el gobierno de los trabajadores y el pueblo en Chile, camino a una sociedad comunista.
8. En términos tácticos, Oveja Negra persigue la formulación de un Movimiento por la Unidad del Pueblo, que de manera dinámica, desigual y combinada; frontal y rebelde contra el poder amañado por la burguesía, y compuesto por el conjunto de organizaciones, actores y sujetos populares que desde la independencia de clase y con vocación de poder, sea capaz de intervenir de manera protagónica en procesos concretos de lucha de clases. El movimiento se fundará, expresará, crecerá y madurará de acuerdo a las peleas auténticas que enfrente contra el poder. Tendrá carácter de masas, será mestizo, plural y democrático en sus coordenadas de convivencia, acentuando la unidad en la acción durante un primer período y determinado por su capacidad de lucha, tonelaje político y condiciones objetivas del país.
9. Los primeros pasos del Movimiento -donde Oveja Negra se han planteado en torno a la formulación, desde abajo, de los aspectos medulares de lo que mañana será el Proyecto y Programa del Pueblo. Es decir, el diseño democrático, participativo y popular de un análisis coherente de la realidad concreta de Chile, las piezas nucleares de un Proyecto de clase capaz de orientar articuladamente y desde el socialismo la fuerza que dispute el poder contra la burguesía; y el conjunto de medidas, mínimas y máximas que atraigan, constelen y sean materia de objetivos concretos de la realización del socialismo en Chile.
10. El momento actual nos impone, desde la táctica adoptada, grandes tareas en orden a generar los espacios político sociales que comiencen a deletrear el Programa Popular a través de la definición participativa de las demandas más adecuadas para la lucha actual; esfuerzos de propaganda que agiten, configuren y proyecten los alcances y pretensiones de la fuerza acumulada; y una organización básica, horizontal y democrática, que facilite la unidad en la acción de los actores reunidos en los momentos primigenios del Movimiento por la Unidad del Pueblo.
11. Oveja Negra es un núcleo político social de inspiración revolucionaria. Su lugar en el mapa político del Chile actual, nos ubica en los márgenes exteriores del sistema de partidos políticos. Distante del reformismo –caracterizado por la lucha paulatina y las modificaciones etapistas del capitalismo, mediante la colaboración de clases y un proyecto político que no define con claridad los modos y objetivos de la toma concreta del poder y el establecimiento de un gobierno de los trabajadores y el pueblo-, por una parte, y del aventurerismo militarista, sectario, descontextualizado y sin pueblo, por otra. Esto no significa por principio, la negación a las relaciones tácticas con sectores del pueblo organizados por el reformismo, ni la combinación necesaria de las luchas legales e ilegales. Estos y otros eventos políticos deben subordinarse a los objetivos tácticos y estratégicos generalizados más arriba. Oveja Negra, como parte del motor del Movimiento por la Unidad del Pueblo debe obrar con flexibilidad, adecuándose a la vida real y estadios concretos de las organizaciones populares, sin olvidar jamás que la resolución de los conflictos de clase demandan una serie de condiciones, tanto propias, como de contexto, insalvables para la prosperidad del socialismo en Chile. Ellas tienen que ver con los recursos y procedimientos materiales que demanda la lucha contra la burguesía, y la necesaria construcción de fuerzas amplia, y proyecto político desde y para el pueblo.
12. Con argumentos ligados al llamado ‘posibilismo o realismo político’, lo más probable es que durante un período indefinido nuestra forma, discurso y lucha sean incomprendidas por muchos sectores políticos y sociales, con los cuales, obligatoriamente tenemos que transitar durante diversos tramos del proceso de construcción de fuerzas revolucionarias. Más acá del enemigo central del pueblo, serán destacamentos y organizaciones de retórica e incluso quehacer anti neoliberal, quienes, cuando nuestro empeño fructifique, nos provocarán grandes dolores de cabeza y serán obstáculos para los objetivos trazados. El impacto de esta práctica histórica del reformismo tendrá efectos diametralmente proporcionales a la envergadura de fuerzas que logremos constelar durante la pelea dura. La cuestión aquí es no desconcentrarse y confundir los objetivos. Sólo la claridad, consecuencia y ética insobornable en los hechos, coherencia en los análisis y la formulación de la fuerza en torno a un proyecto popular, democráticamente construido y alternativa real de poder, son garantía para superar los escollos que nos depara el futuro.

Núcleo Político Oveja Negra
De la Memoria al Poder