viernes, 24 de febrero de 2017

Chile. La trama de Mariana Aylwin, Cuba y la crisis de la Nueva Mayoría

Andrés Figueroa Cornejo    

1. La política siempre es relaciones de fuerza, de clase, de poder. Tanto entre opresores y oprimidos, como entre las distintas facciones entre los propios opresores y los propios oprimidos.

2. En Chile y el mundo existe una crisis del régimen democrático representativo liberal que se manifiesta de manera distintiva según cada sistema político de cada país. Fenoménicamente, en Chile, como no hay multas por no ir a votar, entonces el abstencionismo se aproxima al 70% de la población habilitada para sufragar. ¿Por qué? Porque las mayorías ya saben que las elecciones no cambian su vida concreta. Ello no significa que la población mágicamente ha cobrada estadios de auto-consciencia política, social, económica y cultural de sus intereses. Sólo significa que a la población chilena le da lo mismo quién administre el orden establecido. El malestar creciente existe y la corrupción del sistema político ha colaborado con su descrédito. Pero lo estructural como tendencia, es que ‘no vale la pena’ votar. De hecho, la caída de la participación electoral de la mayoría social es anterior a la revelación profusa de la corrupción. De todos modos, en la llamada “historia republicana” de Chile, el porcentaje de votación ha sido bajo. Por ejemplo, según el analista norteamericano Paul Drake (“Socialismo y Populismo en Chile 1936-1970”, Inst. de Historia de la UCV, 1992), en la elección de Pedro Aguirre Cerda en 1938, primer mandatario de los denominados “Frentes Populares”, bastó que el 5% de la población del país votará por él para que ganará.

La crisis de las democracias liberales se verifican cuando los poderes Ejecutivo y Legislativo se han vuelto con superior visibilidad en meros administradores de los intereses empresariales predominantes. Y en Chile, en particular, el denominado “duopolio” de matices invisibles entre la NM y la derecha tradicional, son el fiel reflejo del sistema político estadounidense. A saber, la NM sería el Partido Demócrata y la derecha tradicional el Partido Republicano. Cualquier parecido a otros sistemas políticos del Continente y del mundo no es pura coincidencia.

3. Puede que no pase nada, dicen quienes les conviene que no pase nada, o que pase mucho, dicen quienes les conviene que sí pase mucho ante el “incidente” respecto de la decisión soberana de la República de Cuba de no permitir el ingreso a la Isla de la dirigente del Partido Demócrata Cristiano (PDC), Mariana Aylwin, para que participara de un acto de provocación con fines sediciosos contra la Revolución. ¿Qué evento? Uno convocado por la Fundación “Libertad y Vida” ligada a Oswaldo Payá, fallecido en un accidente el 2012 y declarado contrarrevolucionario quien llegó a ser vicepresidente de la Internacional Demócrata de Centro, integrada por partidos pro-fascistas (‘centro derecha’, según la jerga oligarca liberal-conservadora) de distintas partes del mundo como el PP de España y la DC de varios países, incluyendo Chile. Al “acto” también se sumó la organización Red Latinoamericana de Jóvenes por la Democracia, socia de partidos pro-fascistas en el Continente. Desde ahí se inventó el premio Oswaldo Payá que entregaría un reconocimiento póstumo a Patricio Aylwin (papá de Mariana) y a Luis Almagro, actual secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA) y agente de la CIA (1). Sin embargo, finalmente “la actividad” no se llevaría a cabo, y eso lo sabía Mariana Aylwin por aviso previo del propio gobierno cubano (2). Igual la ex ministra de Educación de la Concertación (y sostenedora de colegios privados subvencionados (3)) insistió en asistir “como turista” a la casa de una de las hijas de Payá.

4. La finalidad nítida de Mariana Aylwin era y es crear un hecho político al interior de la Nueva Mayoría (NM) para quebrarla. Naturalmente, detrás de Mariana existen intereses objetivos, no es que sea una ocurrencia sin el aval y planificación de, por lo menos, la dirección del PDC chileno. Se inscribe en una estrategia internacional vinculada a los objetivos históricos del imperialismo norteamericano en contra de la Revolución cubana; de impedir cualquier reforma redistributiva; de golpear al Partido Comunista chileno (PCCh); y de castigar cualquier disenso respecto de los intereses pentagonistas en Chile, Nuestra América y el mundo. El PDC juega a ser el auténtico testamentario del Imperio estadounidense en el país andino.

5. Desde que el Partido Comunista chileno ingresó a la componenda en el gobierno (por eso de llamarse Concertación, ahora es Nueva Mayoría), las reyertas abiertas e implícitas entre esa tienda y el PDC han sido más o menos habituales. Si bien el sistema político dominante en Chile es nepotista, corrupto, castizo, profesionalizado, etc., que Mariana sea hija del que fuera presidente del PDC durante el gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende, uno de los golpistas clave de 1973 y primer presidente de los gobiernos civiles pos régimen cívico militar, Patricio Aylwin, no se resuelve mediante una cuestión de genética política. Para no ir muy lejos, uno de los hermanos de Patricio Aylwin, Andrés Aylwin, es la antítesis política de Patricio sobre todo en materia de DDHH. La estatura ética de Andrés Aylwin a favor de las víctimas de la tiranía encabezada por la junta militar entre 1973 y 1990, superó con creces la conducta de muchos dirigentes de los propios partidos políticos “de izquierda” de donde provenían las víctimas. Y Andrés Aylwin no es ni fue un “agente” de la inteligencia cubana. Sólo es y fue un agente de la inteligencia humana.

El caso de Mariana es distinto. Aquí sí, en efecto, ella es una perfecta hija de su padre.

6. ¿En qué consiste la trama de Mariana? En términos locales e inmediatos aquí ya se aventuró la hipótesis de quebrar a la Nueva Mayoría, o, al menos, conseguir un mejor posicionamiento del PDC en su interior. ¿Qué significa un mejor posicionamiento al interior de la Nueva Mayoría? Obtener más cupos parlamentarios para el PDC y que la candidata presidencial para fines de 2017 sea Carolina Goic, actual senadora y presidenta del PDC, su ahijada política. O hacer trizas a la NM para integrarse a la derecha tradicional. O que los demás partidos de la NM expulsen al PCCh, haciéndole perder una de sus franjas más francamente reformistas. O modificar sustantivamente el incipiente programa reformista del precandidato en curso de la NM, Alejandro Guillier. O que, mínimo, el Partido Comunista chileno califique de “dictadura” al gobierno cubano. O todas las anteriores más otros objetivos probables que ya aparecerán en el camino.

7. Por otra parte, al interior del PDC existe el grupo de interés y de poder “los salvadoreños”, cuyos rostros más visibles son Gutemberg Martínez y Soledad Alvear, entre otro/as. ¿Por qué se les llama “los salvadoreños”? Debido a la colaboración estratégica que prestaron a la CIA norteamericana en la guerra de El Salvador en la década de los 80 del siglo XX. Entonces, la insurgencia revolucionaria y popular tuvo en las cuerdas a la tiranía del capital transnacional de EEUU. Por razones que no vienen a cuento explicar aquí, las fuerzas revolucionarias llegaron a una suerte de “empate estratégico” ante la ayuda material, política y militar protagónica del Pentágono al Estado salvadoreño. En medio de esa “colaboración” norteamericana, por su experiencia tanto en el golpe de Estado en Chile de 1973, como por su “auxilio generoso” a la Central Nacional de Informaciones (CNI) de la tiranía, acudió esa fracción del PDC a El Salvador a aportar con sus experticias contrainsurgentes. De allí el apodo “los salvadoreños”. Asimismo, estos mismos chicos/as jugaron un papel cardinal en imponer como primer candidato a la presidencia de Chile de los gobiernos civiles pos tiranía cívico militar, a Patricio Aylwin en vez de a otro dirigente del PDC, Gabriel Valdés, quien contaba con mayor popularidad y una posición más progresista que Aylwin. Forzudos “los salvadoreños”. Implacables.

Ni siquiera es preciso recordar que el PDC emergió como una fracción social-cristiana del Partido Conservador chileno (la “falange nacional”, inspirada en el fascista español José Antonio Primo de Rivera), que con el tiempo reemplazaría al Partido Radical (tienda preeminente en los tiempos de los “frentes populares”) en el denominado “centro político” (pendular y permeado por la lucha de clases). En las elecciones presidenciales de 1964, el candidato del PDC, Eduardo Frei Montalva (papá del ex presidente concertacionista del mismo partido, Eduardo Frei Ruiz-Tagle), recibió recursos de EEUU para su campaña y luego heredó la línea política de la época: la Alianza para el Progreso (4), estrategia imperialista anclada en la OEA con el fin de contrarrestar el ejemplo emanado de la joven Revolución cubana.

¿Qué quiere decir lo anterior? Que la dirección del PDC tiene un largo prontuario de internacionalismo fascista e imperialista en Chile y el mundo. Y en consecuencia, no es extraño el movimiento de Mariana Aylwin.

8. En tanto transcurre pesadamente el Festival de Viña del Mar, las reacciones del sistema político dominante no se han hecho esperar. Los dirigentes del PDC ya hablan de quiebre con el PCCh y la imposibilidad de cohabitar en la NM. Mientras que el PCCh comunicó que emitirá una respuesta oficial en los próximos días, el primer vicepresidente del PDC, Matías Walker, afirmó que “con estas actitudes se hace muy difícil formar una nueva coalición política con el PC”. Por su costado, el secretario nacional del PDC dijo que “Existiendo una contradicción absoluta en nuestros conceptos de democracia, es muy difícil mirar hacia adelante. Hay una diferencia insalvable respecto de qué es un sistema democrático”. Y el senador de la misma tienda, Ignacio Walker, indicó que “El incidente producido y las declaraciones públicas de la Embajada de Cuba y del PC, a mi juicio, marcan un virtual punto de quiebre en las relaciones entre la DC y el PC”.

El Partido Socialista, mediante una declaración pública trémula, aseguró que “en ningún caso, es apropiado mezclar situaciones de diferencias diplomáticas para fines de política interna chilena”.

¿Quedó claro?

9. Sincrónica y contradictoriamente (en la superficie, claro), la presente administración ejecutiva del Estado chileno, desbaratando con hechos su crítica a la decisión soberana adoptada por el gobierno cubano, y sólo para hacer referencia a los tiempos recientes, impidió el ingreso a Chile de la lideresa por los DDHH y ex senadora liberal de Colombia, Piedad Córdoba, a comienzos de octubre de 2016 (5), arguyendo la “vulneración a la Seguridad Nacional”.

De igual modo, a fines de enero de 2017, dos jóvenes peruanos de suscripción libertaria fueron expulsados del país andino a través de la aplicación del Decreto 2601, emitido en 1975 por la dictadura de Pinochet, que impone la prohibición de ingreso para quienes “propaguen o fomenten de palabra o por escrito o por otro cualquier otro medio, doctrinas que tiendan a alterar el orden social”. Como pruebas, acusaron la posesión de literatura anarquista (6).

Y la primera semana de febrero del año en curso, esta vez fue expulsado de Chile el periodista italiano Lorenzo Spairini, acusado de haber “sido detectado en diversas actividades anti sistema, alterando el orden social del país y constituyendo de esta manera un peligro para el Estado”. Spairini estaba becado por la Unión Europea para realizar asesorías comunicacionales a organizaciones sociales y sindicatos (7).

Un capítulo aparte comportaría el listado sin prensa de grupos musicales, intelectuales, dirigentes sociales y personas extranjeras que han viajado a Chile para visitar a las comunidades mapuche en resistencia por su autonomía y autodeterminación, y que ni siquiera han tenido el “honor” de ser expulsados. Simplemente no los han dejado ingresar al país en la frontera misma. Por supuesto, la lógica del poder teme que se informe sobre las luchas mapuche y además no logra entender que las comunidades mapuche pueden auto-organizarse sin asesoría de nadie. Los lectores más antiguos recordarán que las primeras versiones oficiales del ajusticiamiento fallido del Frente Patriótico Manuel Rodríguez en contra del dictador Augusto Pinochet en 1986, hablaron de “agentes extranjeros” provenientes del “comunismo internacional”, cuando en realidad los fusileros fueron chilenas y chilenos comunes y corrientes, puestos en una situación extraordinaria.  El miedo de la oligarquía y el imperialismo a la organización propia de los oprimidos/as es tan profunda que produce relatos extraterrestres para explicar las realidades que no pueden tolerar.

En fin. El pueblo y el gobierno cubanos conocen muy bien sus fortalezas y desafíos, sus conquistas y debilidades. No será el autor de este artículo quien salga a defender lo que tan bien ha sabido hacer un pueblo entero, sus dirigentes, su historia.

Notas

7. http://kaosenlared.net/chile-mapuche-periodista-italiano-expulsado-el-estado-tiene-miedo-de-los-extranjeros-que-pueden-hablar-fuera-de-chile/

domingo, 12 de febrero de 2017

Chile. ¿Qué significa Todas Las Luchas, Una Lucha?

Andrés Figueroa Cornejo  

1. Desde sus orígenes (años 20 y 30 del siglo XX), la actualmente denominada ‘izquierda tradicional’ ha manifestado un comportamiento político institucionalista y electoralista. Esto es, por variables complejas (entre ellas, la enorme capacidad de adaptabilidad del régimen político dominante en Chile y su capacidad de integrar subordinadamente y tras sus intereses a la mayoría oprimida y sus representaciones político partidistas, como por elementos obreristas y propios del populismo político), la izquierda tradicional adoptó tempranamente la estrategia de modificar la realidad “por dentro y por arriba” del régimen político del Estado de la minoría opresora. Sus medios, al menos los proclamados de acuerdo a las diversas épocas del desenvolvimiento histórico del capitalismo, pasaron desde modelos ‘bolcheviques’ (huelga general + insurrección popular), hasta punch militares (“La República Socialista” de Grove y Matte Hurtado), los ‘frentes populares (o populistas)’, la radicalización de la democracia representativa, las reformas pro-populares básicamente redistributivas y la lucha antifascista durante la última dictadura cívico militar.

2. Amplias facciones de la llamada ‘izquierda tradicional chilena’ abrazaron la política de la conciliación de clases y supeditaron y recondujeron al movimiento popular y real tras proyectos ligadas a la modernización capitalista gradual, bajo el dogma de cierto marxismo económico, editado a conveniencia y secuestrado en sus potencias transformadoras, que planteaba una necesaria industrialización y crecimiento productivista como antesala a la creación de las fuerzas sociales potencialmente emancipadoras (el proletariado clásico), pero en la realidad, fueron sometidas por la dictadura del capital a cambio de prebendas eventuales y movilidad social para sus militantes a través de su conversión en empleados del Estado. 

El pueblo trabajador y los pobres, como los pueblos indígenas y las franjas inestables de los sectores sociales medios, postergaron tanto su organización independiente respecto de los poderes establecidos, como su autonomía, autogestión, autodeterminación, autodefensa, su lucha e intereses históricos ante la promesa incumplida de las izquierdas tradicionales de la “creación de las condiciones materiales” para arribar por etapas al ‘socialismo’ a través de la lucha institucional.

Entre otras causas, lo anterior provocó, de arriba hacia abajo, de las direcciones partidarias a la militancia de base actuante en sindicatos, gremios, comunidades, graves confusiones políticas entre los oprimidos/as en general. Entre las más notables se encuentran la homologación de ‘mientras más Estado, más socialismo’; la liberación de las mayorías sometidas puede ofrecerse dentro de los marcos de la institucionalidad dominante (el parlamentarismo, e incluso mediante la conquista electoral del Ejecutivo); y la extraña convicción de que el partido militar del Estado o su alta oficialidad, eran respetuosas de la democracia representativa y constituían una fuerza coercitiva no política, ‘neutral’, ‘arbitral’, ajena a la lucha de clases. Como es de profuso conocimiento, semejante ideología axiomática (hija de una lectura miope de las relaciones de fuerza concretas y tutelada por las internacionales socialdemócrata y comunista, y luego por la “guerra fría”) fue destruida trágicamente en septiembre de 1973.

Por su parte, las fracciones de los pueblos organizados y conscientes de sus intereses, a modo de relámpagos históricos, procuraron desbordar la institucionalidad de la opresión mediante insubordinaciones y el uso de la acción directa contra el capital, sin éxitos perdurables. Así ocurrió con las regiones enfrentadas al centralismo metropolitano, como en los combates por sus derechos sociales, populares y humanos conculcados en los márgenes del campo y la ciudad. Al respecto, un momento en común fue y es cierta subestimación del enemigo y de la armadura de la opresión capitalista (que es local e imperialista) y la ausencia de pericia a la hora de establecer alianzas orgánicas con los llamados “sectores medios”. ¿Y qué son los denominados “sectores medios”? En la nomenclatura tradicional, anterior a la mundialización financiera de mediados de los 70 del siglo XX (ya caracterizada hace más de un siglo por Lenin), los “sectores medios” se confundían con la “pequeña burguesía”. Desde un comerciante hasta un profesional liberal o, aun, un obrero calificado de la gran minería del cobre, fueron tachados de “pequeñoburgueses”. En la actual fase que cursa el capitalismo, los comerciantes (o quienes controlan una fracción cada vez menor del momento del intercambio económico frente a la dominación del retailer o de la industria oligopólica y transnacional de la gran venta minorista) y los profesionales, forman parte del pueblo trabajador asalariado súper-explotado, y de grupos sociales auto-explotados y sujetos a los precios impuestos por el gran capital, el sistema bancario, la deuda, las bolsas. En el caso de los obreros calificados de la gran minería del cobre, por ejemplo, además de sufrir su disminución cuantitativa debido a la cuarta revolución industrial (inteligencia artificial o robótica), su fuerza de trabajo sólo aumenta en la forma del subcontrato y las relaciones laborales precarizadas. No vale la pena siquiera mencionar el incremento de la cesantía en el sector por la caída de la inversión y subsecuentemente de los precios de las materias primas a escala mundial y su impacto en el extractivismo minero, forestal, pesquero y agropecuario-alimentario, ejes del patrón exportador con pobre valor agregado que caracteriza a los países dependientes en relación a los grandes centros de acumulación capitalista. Vale indicar que Chile, por efecto de su historia y situación geo-económica y política, también es plataforma de distribución comercial y financiera (EEUU, China, UE) para parte de América Latina.

¿Qué se quiere decir? Que la recomposición del movimiento popular (o del movimiento real, o sea de todas aquellas fuerzas sociales de los oprimidos/as que en su devenir por la lucha de sus derechos sociales enfrentan los intereses de la minoría opresora y se constituyen en la promesa de la superación del orden dominante), entre sus tareas fundamentales cuenta la de incluir a esos llamados “sectores medios” en su interior. En este sentido, el arte revolucionario consiste en que el pueblo trabajador y los pobres hegemonicen en ese compuesto.

3. El carácter del movimiento real y popular en Chile, fundado en la razón práctica, en el ethos de los oprimidos/as (el aprender – haciendo o la praxis), es antifascista, antiimperialista, anticapitalista, antipatriarcal, ecosocialista, internacionalista, y su punto de llegada es el desmantelamiento y superación de las relaciones de producción y culturales, materiales y simbólicas de la reproducción del capital. Y si el capital se sostiene sobre la propiedad privada del gran capital, incluso más allá de la propiedad privada de sus medios de producción; en el trabajo asalariado y la súper-explotación de las mujeres, los hombres, los jóvenes, los niños y los ancianos; en la razón instrumental, desarrollista y objetivamente devastadora de la biodiversidad; en la apropiación enajenada de la fuerza de trabajo; en consecuencia, el desenvolvimiento concreto del movimiento de los pueblos es un proceso que se sintetiza en la ruina escalonada de la propiedad privada; en la debacle premeditada de toda relación de poder y de clase social (y del propio Estado como manifestación madura de esas mismas relaciones); en el fin de la asimetría estructural entre el centro y la periferia, entre las grandes ciudades y el campo; y en la libertad plena. Entonces el movimiento real y popular en Chile también tiene como horizonte de sentido el socialismo radical y la socialización de la vida.

Lo anterior puede resultar ‘teórico’ por efecto de los límites que supone un simple texto. Sin embargo, en otro momento, cobra superiores determinaciones en su devenir explicativo.

4. ¿Qué significa Todas Las Luchas, Una Lucha? Antes que todo, no significa la unión o unidad sin principios ni objetivos sociales y políticos claros. Arriba ya están esbozados (que no terminados, que se trata de un proceso). En Chile significa colaborar disciplinadamente con la articulación del conjunto de luchas por los derechos sociales que, hasta ahora, aparecen desintegradas, pero que tras los fenómenos particulares e incluso corporativos o de grupos de interés, son el resultado de una misma causa orgánica: el modo de producción capitalista. Esto es, los grupos de personas más organizados, solidarizan dinamizando la convergencia de las luchas sociales y populares realmente existentes. Los grupos de personas más organizados hoy pueden adquirir distintas formas (partidos, colectivos, agrupaciones, etc.), pero no pueden sustituir al movimiento real y popular por más balcanizado que se encuentre. Los/as comunes y oprimidos son los protagonistas de su propia liberación. La delegación representativa de su auto-emancipación sólo pospone y desplaza su rol fundamental. Por ello el calendario electoral impuesto por el régimen político dominante apenas comporta un accidente en su devenir. Más todavía cuando la crisis de representatividad de la democracia liberal hace agua por sus cuatro costados. Claro, la población está disconforme. Por más márquetin y afeites con los que se embadurne. Pero semejante fenómeno no es obra de la ‘franca politización’ de la gente. Simplemente la depresión y recesión mundial golpea las costas de Chile y la inmensa mayoría de la sociedad vive peor que antes. De nuevo se enfrenta el dilema entre barbarie fascista versus humanidad y vida. En este sentido, lo que se aprendió es que el antifascismo es insuficiente para superar el capitalismo. Y si el capital concentrado como nunca antes tiende a decrecer en su tasa de ganancia, las contratendencias que emplea tienen directa relación con la hegemonía del momento financiero sobre la totalidad capitalista. En breve: no hay marcha atrás para el capital. Los procesos de acumulación capitalista se montan sobre sí mismos, se combinan asimétricamente, pero siempre existe una estrategia que predomina. Los llamados Estados de Bienestar (que en las sociedades dependientes, como la chilena, jamás se conocieron), donde aún existen, paulatina o violentamente se transforman en Estados que aplican políticas económicas de “austeridad fiscal” y “ajustes de los servicios sociales”. Así como no hay un “mal menor” (para los de abajo siempre ha sido el mismo mal), tampoco hay un “capitalismo con rostro humano”.

Por otro lado, la agenda de los grupos de personas más organizadas y que bregan por la superación del capitalismo, está condicionada por la densidad de la lucha de clases. No existen vanguardias auto-proclamadas. Pero eso no quiere decir que no es necesario que exista la iniciativa, la audacia y las tareas multidimensionales de los grupos de personas más organizadas. Lo cierto es que no pueden estar más “adelante” que las facciones de pueblos en lucha más conscientes de sus derechos arrebatados o por conquistar.

¿Que tomará tiempo; que la lucha de clases no tiene mi edad biológica y entonces me desespero; que los pueblos en Chile están en mejor pie de lucha que en los 90 pero menos que en los 80; que hay todo por hacer, aunque bastante que hemos aprendido de nuestros errores; que la izquierda tradicional y el poder y el imperialismo no duermen jamás; que cómo pasar del testimonio hasta ser uno y lo mismo con el movimiento real?

Por supuesto. ¿En la historia de Chile y de la humanidad hubo algo fácil para los/as insumisos, disidentes, rebeldes? ¿Alguna vez los/as oprimidos han vencido siquiera temporariamente sin luchar y sin la reunión virtuosa de sus luchas?