1. Cuando
la huelga docente de la provincia de Buenos Aires –la que concentra más
profesionales de la educación y tres millones de educandos de los 7 millones que
atiende la enseñanza pública de Argentina- junto a otras importantes unidades
federales marchan hacia su segunda semana de negociaciones colectivas o
paritarias, quiero decir más claro todavía.
El
2013 terminó con un ‘consensuado políticamente’ 30% de inflación reconocido por
el gobierno, su oposición política sistémica y diversas consultoras privadas.
Esto es: ya a fines de diciembre de 2013 los salarios carecían de, por lo
menos, un 30% de poder adquisitivo que el 2012.
La
negociación en curso es para el 2014. Según el desacreditado Instituto Nacional
de Estadísticas y Censos (INDEC) -en una vuelta de tuerca discursiva que busca
crédito nacional e internacional (se manifestó incluso que el instrumento usado
había sido recomendado por el Fondo Monetario Internacional (FMI))- afirmó que,
a través de una metodología ‘nueva’, enero arrojó una inflación de un 3,7%. El
reciente 17 de marzo, el gobierno reveló que febrero habría tenido un 3,4% de
inflación. Es decir que de acuerdo a números políticos tendientes a ocultar el verdadero y
misterioso Índice de Precios al Consumidor (IPC), oficialmente entre enero y
febrero la inflación sumó un 7,2%. Anualizada, la inflación de 2014 llegaría a
un 43,2%.
Si
ingenuamente sólo se consideran los números de la administración del Estado (en
la realidad, palpablemente no verdaderos), para que los docentes cuenten nada
más que con una actualización de su poder de compra, el incremento salarial
debería ser de un 73,2% (independientemente de con qué modalidad en cuotas perciban
los ‘incrementos’ durante el presente año).
La oferta del empleador estatal se reduce a un 30,9%. En buen
castellano, lo ofrecido constituye una feroz y grosera reducción a la
remuneración de los educadores.
Respecto de ese 30,9%, la
titular de la Federación de Educadores Bonaerenses (FEB), Mirta Petrocini, precisó que ese porcentaje "solamente alcanza a
los maestros de grado que recién se inician (…mientras que…) el aumento para el
resto es de entre un 21 y 23%".
El pre
candidato presidencial oficialista
–entre varios- y gobernador del Gran Buenos Aires, Daniel Scioli, ante la
disposición resuelta de lucha del magisterio, acudió a las amenazas de rigor.
La respuesta de la dirigenta docente Petrocini no se hizo esperar: “no nos han intimidado con el tema de los descuentos
(ni) con las inspecciones del Ministerio de Trabajo (…de hecho…) es su
obligación fiscalizar el estado de los establecimientos entre ellos las
escuelas de la provincia". A decir verdad, los profesores desean la fiscalización de los establecimientos
escolares debido a las pésimas condiciones de infraestructura en que se
encuentran muchos de ellos. Está en su pliego de reivindicaciones.
En este sentido, Scioli también adelantó que pretende que se
abra un debate en la Legislatura provincial para declarar a la educación “un
servicio esencial” y no un derecho, con el autoritario, ilegítimo y antilaboral
objeto de terminar con cualquier tipo de movilización de los educadores (y de todo
lo que se mueva) y para que simplemente asuman mansamente sus dictados. Como
súbditos embotados.
Asimismo, el gobierno nacional, luego de la llamada
“conciliación obligatoria” entre las partes inscrita en la ley, de no haber
acuerdo, puede dictaminar las cifras que le parezcan mediante un decreto. Fiel
al estilo de la política de los grupos de poder en la Argentina: de arriba
hacia abajo, como rayo desprendido en la tormenta, que no importan los
incendios, los heridos ni los muertos.
2. El aumento o
detrimento del salario docente que resulten de las actuales negociaciones son
referencia obligada para los sectores del trabajo que todavía pueden pactar sus
condiciones remuneracionales y laborales. Por eso el conjunto de la sociedad
debe hacer causa común con los educadores. Sobran los motivos que arquitecturan
al sujeto educador formal -aquí la urgencia no es debatir sobre la filosofía de
la enseñanza- como un profesional precarizado haciendo una labor socializadora
multidimensional, en medio de un país donde la mitad de la población no terminó
la secundaria. Aquí está en juego un hito que condensa y sienta precedentes
sobre las condiciones de vida de millones de familias que supera con creces al solo gremio magisterial. Estas palabras negras sobre blanco no alcanzan para
describir las consecuencias para el devenir concreto de tantos.
La Argentina del “capitalismo nacional” -como caracterizó las
aspiraciones de su administración la propia Presidenta Fernández en su última
cadena de medios de comunicación- es hoy la del clásico ajuste estructural
antipopular.
(Vale indicar que no existen los capitalismos nacionales.
Sólo existe la hegemonía mundial del modo de producción capitalista. Hace mucho
tiempo que el capitalismo y su división internacional del trabajo ponen a
Argentina y al conjunto de las economías empobrecidas en condiciones geopolíticas
dependientes de las grandes corporaciones co-mandadas financieramente por sus
Estados centrales. Ellas no tienen más patria que sus intereses, basan su
acumulación en la más intensa explotación del trabajo asalariado y su apropiación
privada y concentrada, el saqueo de recursos naturales y la herida irreversible
del ambiente, la destrucción de los pueblos indígenas para hacerse de sus territorios, el reino del patriarcado
y otras iniquidades largas de detallar y cotidianas de sufrir.)
Como el gobierno de turno en Argentina resolvió capear la
crisis económica (pago de deuda externa ilegítima, déficit fiscal y de la
balanza de pagos, estanflación, desinversiones, etc.) a costa del pueblo
trabajador, entonces al pueblo trabajador no le queda más alternativa que la
organización, la unidad, y la politización y producción teórica acelerada de
sus luchas. Más allá de los partidos políticos de impronta anticapitalista que
preexisten e incluso tienen una poliética representación y conducta
parlamentaria, la nueva dirección compartida políticamente del movimiento real
de los trabajadores y los pueblos saldrá de sus propias batallas, con
militantes y sin militantes de las agrupaciones tradicionales. (Incorporo a los
pueblos en plural, no sólo a los oprimidos ‘clásicos’, sino también como
ejemplo, al pueblo Aymara, al Kolla, al Quechua, al Mapuche, al Wichí, al Qom,
entre muchos).
La historia de la lucha de clases nos enseña que para oponer
resistencia, acumular las fuerzas necesarias para vencer e incluso para perder,
hay que ofrecer combate organizado. Yo no vengo a repartir caramelos ni me
engaño con ‘vías rápidas’ o atajos indoloros.
3. Me resulta muy duro llegar a comprender los niveles de
tolerancia de la sociedad de Buenos Aires frente al
empeoramiento lastimoso de la vida y las puestas en escena cada vez más pobres
de la clase política argentina. Quiero entender que la crisis de 2001-2002
funciona todavía como trauma social al que nadie quiere retornar y, por tanto,
desde la política de los de abajo se sufre una suerte de anestesia hábilmente
fortalecida por el mensaje amplificado por todos los medios desde el poder. A
pesar de que, contradictoriamente, en todos los lugares públicos no se habla de
otra cosa. ¿Será el miedo que no deja caminar? (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=144661)
Notables son los paulatinos reagrupamientos de los
trabajadores como el reciente Encuentro Sindical Combativo efectuado en Buenos
Aires que emplazó a sus fuerzas hacia un paro nacional “contra el ajuste y
contra la burocracia sindical”, resolviendo en lo inmediato marchas y
piquetes en todo el país para el próximo 9 de abril. Notable el puñado de
diputados de izquierda. Notable el muchacho que realiza campañas de alimento
para comedores infantiles y produce cultura de excelencia inventando lo imposible. Notable la mujer que dice No y enfrenta la mano
criminal. Notable quien se desvela ante el sufrimiento de los demás. Notable el
cristiano que codo a codo con sus hermanos desempleados, vestido con camisa sin
bolsillo y armado del Cristo de los pescadores, cierra la calle. Notable la
juventud que arriesga el pellejo contra el extractivismo de hidrocarburos
(petróleo y gas), en particular mediante el uso ruinoso del fracking (o explotación
por fractura hidráulica (http://www.opsur.org.ar/blog/)).
Notable el trabajo voluntario -y en casos, de talla profesional superior al de
las emisoras comerciales- de quienes hacen realidad las radios independientes,
comunitarias y populares.
No obstante, todas las resistencias por sí solas son fuerza
insuficiente para encarar el ajuste estructural proveniente de los intereses
capitalistas y su Estado. Claro está que tampoco la añadidura aritmética de las
resistencias dará como resultado la victoria de nada. El orden de las fuerzas y
sujetos sociales en lucha y resistencia se organiza en la combinación dinámica
de la situación objetiva de algunos de ellos y la sintaxis política que deviene
del combate real contra las distintas formas del capitalismo. Nadie sobra,
nadie está sobre o bajo otro. Simplemente la radicalidad democrática del
movimiento de los territorios populares que enfrentan al capitalismo sabrá
determinar con las pruebas de la realidad y los propios fueros, la agenda, los
tiempos, los puntos neurálgicos de la inhumanidad, qué posiciones del
capitalismo resultan más cruciales para sus intereses y, en consecuencia,
prioritarios de acometer.
Pero el único instrumento político, plataforma o condición
sin la cual es imposible todo lo anterior, es siempre la unidad más amplia y autónoma (no autonomista) respecto de la clase minoritaria que temporariamente
fija las reglas relativas de la vida.
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