Les voy a decir algo de mi hermano Rodrigo Casanova. No tanto
lo que se sabe: que es académico, fotógrafo profesional; que el pasado 9 de octubre un carro lanzaaguas de
la policía militar de Chile le despedazó el origen de una de sus extremidades
mientras retrataba la represión contra los estudiantes en lucha; que será
intervenido quirúrgicamente de manera urgente (http://www.kaosenlared.net/america-latina/item/33685-chile-acad%C3%A9mico-y-fot%C3%B3grafo-gravemente-herido-por-carro-de-la-polic%C3%ADa-militar.html).
Rodrigo viene de antes. Es más grande que yo y le tocó poner
el mismo hombro arriesgado que le quebraron cuando todavía no era la UP,
durante la UP y después de la UP. Que anda viendo a su hermano Ignacio
Valenzuela en la mirilla de su cámara y lo confunde entre los jóvenes de hoy
cada vez que está solo en el cuarto secreto donde revela sus fotografías. Que
ama el cascarón antiguo de Santiago y lo conmueve el paso del tiempo a través
de los árboles, las estaciones solares, los rostros mudos del pueblo y sus
hojas renovadas, las luces que centellean en la noche de Santiago.
Hombro con hombro, en la temporada más dura de la tiranía.
Entonces eran pocos y la vida palpitaba bordeando el peligro, con miedo y
voluntad aplicada. Que no salió de Chile. Se quedó. Con la convicción severa y el
temple sereno, una reserva militante para crear las condiciones del alzamiento
popular de inicios de los 80. Cuando apenas un puñado se atrevía y como pájaros,
caía la humanidad en resistencia.
Que, como escasea de olvido, Rodrigo redobló sus decisiones
cuando lo del pacto inter-burgués y el comienzo de los gobiernos civiles que
completaron la tarea antipopular del imperialismo en Chile, esta vez, de traje
sin charreteras visibles que cuestionaran desde abajo la gobernabilidad de la versión
más ultra del liberalismo en el planeta.
Rodrigo no se derrotó. No colaboró con los servicios de
Inteligencia de la Concertación, no traicionó sus opciones históricas, no se
durmió en los laureles, no compró con falsa conciencia la democracia de opereta
y cartulina, verdadera dictadura del capital con derecho a votar cada tanto a
los administradores que organizan la miseria. No buscó ni busca reconocimientos
ni prebendas.
Su hombro brillante espejea la coherencia de muchos y salpica
ejemplarmente las luchas nuevas, su compromiso profundo con la causa mapuche, la
mujer, el eco-comunismo, la pelea estudiantil, los derechos humanos, la huelga,
la necesidad de la unidad política de los explotados y oprimidos.
Rodrigo es todo un hombro. Hueso amoroso que blinda al hermano
y al pueblo, hermano mayor, colectivo fraterno, bandera única, sensibilidad
silenciosa que estalla como flash en mitad de los desesperanzados. Como la
sombra resuelta de la memoria viva.
Saldrás bien parado, como de tantas, Rodrigo. Tu hombro
volverá a su sitio para sostener la cámara, para capturar y entonar los
combates en curso y los que vienen. Para continuar enseñando en la universidad
y en la adolorida barriga del pueblo. Ese por el cual te has jugada la vida más
de una vez. Mi hermano de quien aprendí y aprendo que la pasión personal, la
libertad creativa, la discreción, y empeñar y empuñar el pellejo para la
emancipación social son una misma cosa y
sin derecho a jubilación. Como le cabe a los hombres y mujeres que vienen del
futuro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario