Entrevista con Julio Gambina, autoridad y referencia del
pensamiento crítico.
Andrés Figueroa Cornejo
El Doctor en Ciencias
Sociales, académico de Economía Política, Presidente de la Fundación de
Investigaciones Sociales y Políticas, Director del Instituto de Estudios de la
central de trabajadores más independiente del Estado y la minoría en el poder
de Argentina, Julio Gambina, es referencia obligada a la hora de aproximarse a
la realidad concreta que sacude al país.
Gambina me advierte que
sólo emplea las cuestionadas cifras oficiales del Instituto Nacional de
Estadísticas y Censos (INDEC) para realiza sus análisis y que “en Argentina no
puedes encontrar buenos datos o datos confiables”.
-¿Qué pasa económicamente en Argentina?
“El país tiene problemas
estructurales muy serios y de larguísimo aliento, y recurrentemente estallan en
determinadas coyunturas políticas. Argentina vive de crisis en crisis producto
de su desarrollo específico capitalista.
Lo real es que se está
atravesando por un proceso crítico de la economía. La desaceleración con
recesión productiva tiene impacto en el campo del trabajo mediante suspensiones
y cesantía. El país ha tocado un techo en la generación de empleo y existen por
lo menos 10 millones de pobres.”
-El texto oficial dice que Argentina no es neoliberal. Es
decir, que no es presa del modo hegemónico o del capitalismo realmente
existente en el planeta. ¿Qué piensas?
“Argentina es neoliberal
desde los 90 hasta ahora mismo. El gobierno peronista de Carlos Menem, en
virtud del control de los grandes agrupamientos sindicales, logró imponerlo.”
Estado del arte
-¿Cuáles son las contradicciones esenciales del
capitalismo aquí?
“La del Capital /
Trabajo y las contradicciones entre las distintas fracciones del capital. Para
el caso ejemplifico con la industria Arcor (caramelos) o la Techint (productora
de caños sin costura de la industria petrolera), empresas de primer nivel de la
transnacionalización mundial. Ellas están entre las 500 principales compañías
que operan en Argentina y que ilustran el proceso de extranjerización de la
cúpula empresarial. Los capitales de Arcor y Techint ya no son necesariamente
argentinos. Es decir, Argentina es una economía transnacionalizada donde
alrededor de 5 empresas concentran el mercado de sus respectivos sectores.
Existe una profunda monopolización.”
-Tus ejemplos provienen del sector productivo, ¿qué pasa con
la banca que opera en Argentina en una fase del capital signada por la
hegemonía del momento financiero de la reproducción capitalista?
“El sistema financiero
argentino tiene una gran impronta del capital transnacional. Incluso esta
semana los bancos argentinos de capital privado intentaron comprar la deuda (holdouts). Son bancos fabricados de
capital extranjero, como el Banco Galicia. La plaza bancaria cotiza tanto en la
bolsa argentina como en la de Nueva York. A causa de eso están muy interesados
en resolver la crisis de la deuda porque sus inversiones están vinculadas a
títulos y bonos que corren el riesgo de sufrir desvalorizaciones si es que se
intensifica el deterioro económico.”
-En ese sentido, sorprende cómo los medios de
comunicación del poder no golpean con la fiereza esperada al gobierno frente al
tema de la deuda.
“Los bancos son las
empresas que más ganancias han obtenido en Argentina los últimos tres años. De
ahí su “delicadeza”.”
-¿Qué determina el negocio sojero, clave de la economía y
su dependencia de los capitalismos centrales?
“Las transnacionales de
la alimentación y de la biotecnología como Monsanto, Syngenta, Cargill, que en
general no aparecen en el análisis cotidiano de los acontecimientos. Aquí
estamos frente a un control monopólico del paquete tecnológico necesario para
ese desarrollo productivo.”
-¿Y el petróleo?
“Pasa lo mismo. Argentina
expropió parcialmente YPF y hoy es una Sociedad Anónima de gestión estatal. La
mayoría de las acciones están en manos de los Estados provinciales y nacional.
No obstante, las tecnologías productivas permanecen en poder de las
transnacionales del petróleo. Por eso vemos que Argentina compró su parte a la
española Repsol, pero se asoció con Chevron (ex Texaco) que no guarda ninguna
diferencia esencial con Repsol.”
La inflación, la cuestión del trabajo y la cuestión del
poder
-¿Y la inflación?
“Se explica justamente
por el dominio monopólico de la economía. Durante la década de los 90, bajo el
régimen de convertibilidad hubo un control de la evolución de los precios. Se
realizó sobre la base de un proceso de desindustrialización, aumento fortísimo
del desempleo, baja del salario y precarización laboral; y la transformación de
las relaciones jurídicas y laborales con gran pérdida para los trabajadores. La
recuperación económica de los últimos 10 años revirtió la tendencia al
deterioro del conjunto de las variables sociales y generó un consenso
socio-político en sectores empobrecidos en torno al kirchnerismo.”
-Comparando los índices que mencionas con un país que
había tocado fondo…
“Oficialmente, Argentina
en mayo de 2002 llegó a tener un 40% de desempleo y subempleo. Hoy están en el
20%. Esto es, la mitad de los trabajadores que permanecían en situación crítica
hace 12 años, en la actualidad están incorporados al mercado del trabajo.”
-¿En qué condiciones?
“En condiciones de
contratos-basura, precarizados, con salarios bajos, informalizados, sin
seguridad social. El mismo trabajo en negro (más de un tercio de la fuerza de
trabajo según cifras oficiales) no existía en las presentes dimensiones antes
de los 90. En términos proporcionales respecto de otras economías de América
Latina, Argentina fue un país de una alta regularidad en el trabajo. Ese es un
factor que explica comparativamente su alta tasa de sindicalización (25% del
trabajo formalizado).”
-¿Cuáles fueron los efectos de la mejoría relativa?
“La generación de una
alta rentabilidad de los capitales hegemónicos y de los no hegemónicos entre el
2002 y el 2007-2008. Desde entonces se acabó el relanzamiento en relación al
piso de la crisis de comienzos de siglo. Sólo sobrevivieron desde el 2007-2008
hasta ahora las empresas más dinámicas, modernas, mayoritariamente extranjeras,
y que están vinculadas a muchas corporaciones tercerizadas.
Con el agotamiento de la
alta y fácil rentabilidad luego de la devaluación de 2002, la disputa
capitalista de la renta social producida por el trabajo se manifiesta a través
de la inflación. O sea, hacia el 2007 el combate interburgués resulta en que
los capitales de mayor concentración orgánica
se apropian de la plusvalía de los capitales de menor concentración. Así se
produce una transferencia de ingresos desde los sectores no fuertes hacia los
más fuertes de la economía. Hay una transferencia del trabajo al capital y del
capital de menor composición orgánica al de mayor.”
-¿Y los trabajadores/as?
“Intentan colocar el
precio del trabajo, pero deben enfrentar las restricciones a la sindicalización
y a la fragmentación en que ha devenido la propia historia contemporánea de los
últimos 40 años en el movimiento internacional de los trabajadores. De hecho,
un terreno muy acotado de la ya minoría sindicalizada es capaz de encarar
negociaciones colectivas con algún reajuste real respecto de la inflación. El
promedio salarial de los trabajadores del sector privado obtiene $ 6 mil pesos
mensuales, cuando el precio de la canasta mínima a diciembre de 2013 era de $ 9
mil pesos al mes. Además en Argentina hay muchos que no tienen trabajo o están
subempleados, y otros muchos que son sobreexplotados. Como en todo el mundo, en
el país se ha integrado crecientemente la mujer y hasta los menores al trabajo
como una forma generar nuevos ingresos.”
-¿Por qué los asalariados/as en general, jamás ocupan
consignas que digan Trabajadores al poder?
“Por la tradición
sindical peronista que nunca fue de clase. Han existido y existen dirigentes
peronistas clasistas, claro. Los orígenes del movimiento obrero clasista se
encuentran en la clase trabajadora inmigrante. Pero desde la irrupción del
peronismo en la década del 40 del siglo XX, el movimiento obrero no se propuso
el anticapitalismo, sino que la conciliación de clases, ser apéndice de la
hegemonía burguesa y la puja por mejoras de ingresos y por la seguridad social.
No estaba planteada la cuestión del poder.”
El impuesto
-¿Y las políticas impositivas?
“La principal
recaudación tributaria del Estado es el Impuesto al Valor Agregado (IVA) que
paga el conjunto de la población en cada compra realizada en el mercado y que
alcanza alrededor de un 30% del ingreso fiscal por este ítem. Y esas compras
están asociadas al precio de venta de los productos, por tanto, a la inflación.
El segundo es el impuesto a las ganancias que pagan las empresas. Luego vienen
las retenciones al comercio exterior que están ligadas a la inflación mundial
de los precios de los commodities (precio de la soja) y a las devaluaciones que
frecuentemente se hacen sobre el peso argentino. En el 2001 un peso era
equivalente a un dólar. Hoy un dólar se canjea a precio oficial a 8.25 pesos, mientras
que en el mercado paralelo, el dólar se canjea a 12.7 pesos.”
Deuda y capitales en fuga
-¿Cuál es la relación y los intereses en juego entre la
inflación, la manipulación de las cifras reales de la economía y el default en el país?
“La inflación tiene que
ver con la capacidad de las empresas de imponer los precios y no con el
ejercicio de la competencia. Por eso desde el 2007 el gobierno interviene de
hecho el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), y distorsiona el
análisis de los precios al punto que el 2014 se cambiaron las metodologías de medición de los precios
bajo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Esto es, por una parte
el gobierno de turno crítica las políticas del FMI, pero por otro lado y desde
hace años realiza una labor de
cooperación con esa institución para obtener su visto bueno, ya no sólo
respecto de la veracidad de las estadísticas, sino para que la economía
argentina pueda volver al mercado financiero internacional del cual está
alejado por el default (cesación de
pagos de la deuda externa por insolvencia) desde el 2001.”
-¿Argentina no ha superado el default desde el 2001?
“En efecto. No ha
superado el default desde entonces.
Los últimos acontecimientos (los llamados “fondos buitre”) son sólo señales de un viejo problema. Debido
a ello es que en los últimos 6 meses Argentina aceptó las sentencias del Centro
Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones (CIADI,
organismo del Banco Mundial) y pagó las primeras sentencias con USD600
millones. Aceptó cancelar una compensación por la expropiación parcial de
Repsol de 5 mil millones de dólares. Asimismo, con el Club de Paris, por una
deuda registrada de unos USD6 mil millones, el gobierno se comprometió a pagar casi
10 mil millones de dólares. La semana recién pasada canceló USD600 millones a
ese respecto.
Argentina está hoy
intentando salir del default. El
último capítulo que le quedaba eran los holdouts,
pero el gobierno no lo está haciendo como lo imaginó. Consideró que se
trataba de un problema menor. Sin embargo, los involucrados en el juicio por
los holdouts, que en un principio
alcanzaban sólo USD1500 millones, cuando entran todos los demás al caso suman
15 mil millones de dólares. Pero ocurre que el gobierno ha señalado que si paga
la deuda por los holdouts con
sentencia en Nueva York, podrían activarse demandas desde los USD120 mil
millones a los 500 mil millones de dólares, agregados a un stock de deuda
actual del orden de los USD250 mil millones de dólares. En sencillo, la deuda
podría llegar a 750 mil millones de dólares.
Por otra parte, la deuda
también explica la fuga de capitales del país. En distintas etapas el gobierno
ha tomado deuda pública cuyos recursos han servido para que la burguesía se
lleve esas divisas al exterior. Este fenómeno actualmente se hace
cotidianamente y se llama “contado con liquidación”. Hoy un argentino adinerado
puede ir a la bolsa, comprar acciones que cotizan en Wall Street y vender allá,
y dejar los dólares en plaza neoyorkina, europea o donde le parezca. Se estima
que el stock de activos de Argentina en el exterior es superior a los USD200
mil millones.”
La cuestión política
-¿Qué ocurre en el ámbito político?
“Está en cuestión quién
gestiona mejor el capitalismo: si el gobierno o la oposición sistémica. Cada
vez que el gobierno propuso una renegociación de la deuda, la mayoría del
parlamento la aprobó, tal como aprobó la ley antiterrorista. No hay división
entre el kirchnerismo, el macrismo, el massismo, etc. Incluso ahora, en el
debate sobre el juez Griesa y la deuda en Nueva York, la discusión es sólo
sobre cuándo y de qué manera pagar. No hay distancias de fondo. Salvo una
minoría de izquierda y centro-izquierda que plantea la suspensión de pagos, auditorías,
etc. El debate es quién administra mejor el orden capitalista.”
-¿En qué pie está el kirchnerismo?
“No habrá posibilidad de
reelección para el 2015 y está poco claro el heredero de esa corriente. Sin
embargo, cuenta aún con la iniciativa política como para perder por la menor
cantidad de votos posible. El kirchnerismo probablemente no será gobierno el
próximo año, pero hará lo imposible por mantener su peso en las gobernaciones y
continuar siendo la primera minoría en el parlamento. La discusión es si sus
porcentajes estarán en el 20, el 30 o 35% de los sufragios. Y ello puede
significar “El Operativo Clamor”: la vuelta de Cristina Fernández ante el
fracaso de un gobierno nacional de oposición. En la actual crisis abierta de la
política argentina todo eso puede suceder. Porque en Argentina hay una crisis
política donde las clases dominantes no tienen claro a su candidato. ¿Y quiénes
han sido los sectores más beneficiados durante estos años? Los bancos y las
transnacionales. Ellos deciden.”
-¿Qué ocurre con las fuerzas anticapitalistas?
“También hay crisis
política de alternativas. ¿Se puede crear ahora una fuerza que vaya más allá de
los límites sistémicos? Eso es lo que no terminó de nacer en la crisis de 2001.
Por eso para mí lo más importante hoy es promover una fuerza sindical de clase,
anticapitalista y antiimperialista capaz de reunir al conjunto del pueblo. El
problema sigue siendo el qué hacer.”
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