Las
tensiones se incrementan por minuto ante la incertidumbre. Radio Globo es
acallada sistemáticamente.
Andrés Figueroa Cornejo
En el marco de la tiranía cívico-militar hondureña, el
más que probable fraude electoral del pasado 24 de noviembre que dio por
ganador -con cuentas parciales e irregularidades de todo tipo- al representante
de la oligarquía de ese país centroamericano y de los intereses
norteamericanos, el 28 de noviembre, antes de las 06.00 hrs. fueron bloqueadas
las transmisiones por antena y por Internet de la única radio democrática que
quedaba en el golpeado territorio de Morazán, Radio Globo. Al menos, por
Internet, lograron volver a transmitir después de aproximadamente una hora.
Mientras el partido genuinamente triunfador, Libertad
y Refundación, LIBRE, todavía analiza voto a voto los escrutinios violentados
por la dictadura mediante artificios tanto sofisticados, como tradicionalmente
vulgares, los jóvenes estudiantes, indígenas y campesinos de la Resistencia ya
salen a las calles a denunciar la estafa electoral, vaticinada por diversos
analistas.
El silenciamiento forzoso de
Radio Globo, único medio de comunicación de alto impacto, simplemente
expresa el ínfimo derecho a la libertad de expresión que sobrevive en Honduras
momentáneamente debido a que los comicios presidenciales
y parlamentarios contaron con la reciente asistencia de más de mil observadores
internacionales que ratificaron los delitos electorales cometidos por el
partido oficialista, y aún se mantiene la atención de gran parte del mundo
sobre el curso de los acontecimientos.
El 28 de noviembre, primero los locutores y
comunicadores en la madrugada hondureña de la emisora Globo acusaron la caída
de la señal propia de una radio del dial legal para luego, a los pocos minutos,
desaparecer de Internet y su comunicación en línea. Sólo retornarían a
escucharse alrededor de una hora después.
Agudos, críticos,
inteligentes y amantes de su pueblo, los trabajadores y trabajadoras de Radio
Globo han denunciado valientemente la represión de la dictadura oligárquica
titiriteada por los intereses del Pentágono por la relevancia geoestratégica de Honduras en la Península de Yucatán. De hecho,
el territorio hondureño ha sido usado y abusado militarmente por el Estado
norteamericano como plataforma y retaguardia durante la Revolución
Nicaragüense, y las guerras populares tanto en El Salvador, como en Guatemala.
La tradición heroicamente antiimperialista de una región víctima del saqueo y
el crimen contra sus pueblos, tensiona aún más la situación de inestabilidad y
potencial ingobernabilidad de Honduras de
no reconocerse el triunfo electoral de la amplia oposición democrática
policlasista.
Por otra parte, intentando ganar tiempo para
normalizar y convencer a los hondureños y a la comunidad internacional de la
cuestionadas y no informadas aún cifras finales de las elecciones del pasado 24
de noviembre, el Tribunal Supremo Electoral -órgano de la tiranía- emplea
argumentos insostenibles, como "la mala vista de los digitadores"
para contar los votos.
Durante la jornada electoral,
el oficialista Partido Nacional canjeó papeletas de votación por bolsas de
comida, ropa y hasta tarjetas de crédito, entre otras aberraciones. Así y todo,
con la militarización del país y los asesinados por la dictadura, el pueblo
hondureño sufragó masivamente por Libertad y Refundación. En Honduras,
la mitad de la población es campesina y el 70 % de la población está bajo la
línea de la pobreza según estándares internacionales.
LIBRE, hasta ahora, ha obrado con gran cautela y no
ha llamado convincentemente al pueblo democrático a salir a las calles. Se ha
limitado a concentrarse en contar los votos y manifestar que oficializará su
posición el viernes 29 de noviembre. Por el momento.
Quien suscribe este artículo, teme que LIBRE se
distraiga en aspectos técnicos y no políticos para enfrentar esta hora crucial.
Resultaría un saludo a la bandera de consecuencias altamente inciertas, que
LIBRE se contentara con quedar como segunda fuerza electoral, entre los
dinosáuricos partidos Nacional y Liberal. Cuando el pueblo dispuesto a luchar
por oponerse a un fraude ejecutado bajo luz de mediodía observa las
vacilaciones de su conducción política coyuntural puede desorientarse por un
momento, pero luego, más temprano que tarde, busca y logra su recomposición a
través de nuevas conducciones políticas liberadoras.
La legitimación de un fraude electoral de talla mayor
y, por tanto, de una falsa democracia y auténtica tiranía remozada, arriesga la
propia unidad interna de LIBRE. No es abstracto ni ideológico que la lucha de
clases también se reproduce al interior de instrumentos político electorales de
inspiración democratista. El objetivo comprometido es el poder y las transformaciones
que demandan los oprimidos. Si ello se relativiza, el riesgo de la unidad
necesaria para encarar una dictadura simplemente, peligra.
Por minuto se incrementa la crisis política y
multidimensional hondureña. Su pueblo, como históricamente está probado, tiene
la última palabra.
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