Andrés Figueroa Cornejo
1. Al líder de la comunidad indígena qom Potae Napocna Navogoh (La
Primavera), Félix Díaz, establecida desde hace tanto y tanto en lo que ahora se
llama Formosa, norte grande argentino, no sólo han intentado matarlo desde hace
tiempo por encabezar la defensa y organización del territorio de su gente cada
vez más mordido por los gobiernos del Estado. Como Félix es de casco pedregoso
y no sólo resiste junto a su pueblo sino que está empeñado en convertir a los
qom en una nación, recuperar al menos parte de lo que les han arrebatado con
violencia y leyes (los sinónimos históricos del poder) y fortalecer la
identidad y autonomía, hace unos días asesinaron a uno de sus sobrinos. Ya
motoristas habían atropellado hace meses a otros de sus parientes, y el último
17 de enero a otro qom. El kirchnerista Gildo Insfrán es el gobernador de la
provincia y un gendarme en motocicleta quien ejecutó el crimen.
La actual manera para demoler a Félix es antigua.
Como los que ordenan no quieren transformarlo en un ícono de la lucha indígena
que recorre América Latina volcánicamente, le quieren vaciar las fuerzas y las
convicciones, descorazonarlo y pulverizar la causa de los suyos. Pero él y los
suyos son de madera incombustible, de piedra original. Tienen planes milenarios
para sobrevivir. Son materia azul y libertaria. De la mano con la mayoría
expoliada son la garantía para vencer.
2. El gobernador de la Provincia de Buenos Aires,
Daniel Scioli -y carta presidencial del kirchnerismo cuando ya sea
de mal gusto hasta bromear con la posibilidad de reformar la Constitución para
que Cristina Fernández pueda postularse por tercera vez a la administración de
la Casa Rosada-, en su 'guerra' contra la delincuencia basada en el terror, el
garrote y no en la justicia social y políticas de reinserción laboral, ampara
grupos parapoliciales con amplia libertad de acción. Si
probadamente altas y bien formadas jefaturas policiales están
vinculadas a las redes del crimen organizado -narcotráfico, trata de personas y
prostitución infantil-, qué puede esperarse del sicariato. Para la gradería,
renuncian las jefaturas cuando la corrupción con publicidad no se les quita ni
con azufre y luego son reciclados en otros cargos. El fantasma de Vito Corleone
vaga amargamente en Buenos Aires, pensando que toda mafia pasada fue
mejor.
3. Los funcionarios del Instituto Nacional de
Estadísticas y Censos (INDEC), organizados en juntas internas opuestas a la
burocracia sindical, el 15 de enero cumplieron 6 años denunciando la falsedad
de las cifras oficiales de esa institución. Consideran que ya es una victoria
que toda Argentina sepa que el INDEC miente y no sólo en los guarismos de la
inflación. Informaron, por ejemplo, que mientras el precio real de una canasta
familiar básica es de 7.000 pesos, el 70 % de los jubilados del país recibe
1.800 pesos al mes; que el 60 % de los trabajadores del Estado está precarizado
(no es de planta, permanece subcontratado, tercerizado, subempleado, en negro)
y que una franja de ellos cobra 1.500 pesos de salario. También afirmaron que la
indigencia, la miseria, la pobreza dura, la cesantía, el trabajo informal y las
desigualdades en la distribución de la riqueza han aumentado dramáticamente. Y
que el 2013 se agudizará la crisis. La fuente son los propios trabajadores del
INDEC que conocen de primera mano los misterios que oscurecen discrecionalmente
los funcionarios gubernamentales.
4. Economistas sistémicos señalan que los problemas
fundamentales del país se encuentran en la inflación, la falta de inversiones,
el cepo del dólar, la dependencia del precio de los granos, cereales, soja; la
brusca baja del crecimiento brasilero y su eco amplificado en Argentina, y la
lenta recomposición de los países centrales.
El gobierno subsidiario y concesionista de CFK
jibariza los programas sociales, quiere negociaciones colectivas aún más
restrictivas y muy por debajo de la actualización de la inflación, recorre el
mundo ofreciendo recursos naturales sin franquicias e impuestos ridículos al
capital, intenta sin éxito cegar la realidad con discursos altisonantes y
cautiva hasta el último dólar para pagar deuda externa pública que se
entremezcla con la privada en virtud de los subsidios al capital. Los grandes
grupos económicos transnacionales y mixtos aumentan sus beneficios sin ofrecer
más que poco y precarizado empleo, y gravámenes marginales al Estado en tanto
se multiplican y aumentan los impuestos a los trabajadores. El precio de las
remuneraciones para los trabajadores -especialmente para la inmensa mayoría
imposibilitada de sindicalizarse- se sostiene de manera nominal y en la
realidad, se destruye a diario. La especulación de los precios de las
mercancías tanto en el retailer (grandes minoristas) como en el almacén de la
esquina llena las flacas billeteras populares de tarjetas de créditos hormiga y
colabora con el incremento de la inflación. Una gaseosa corriente vendida en la
calle puede variar hasta un 100 %. Los problemas inmediatos más acuciantes se
concentran en la crisis de la educación y salud públicas, el transporte
colectivo, trabajo, y las dificultades extraordinarias para acceder a una
vivienda rentada o propia. En las provincias la situación cobra más dramatismo.
Por eso la migración interna hacia Buenos Aires alimenta las zonas más
empobrecidas del cono urbano.
5. El candidato de la derecha tradicional a la
Presidencia para el 2015 y actual gobernador de la Ciudad de Buenos Aires, el
empresario y millonario Mauricio Macri, está en pleno despliegue de políticas
ultraliberales. Junto con aprobar en la legislatura porteña varias sesiones de
predios de propiedad estatal a la empresa inmobiliaria IRSA con los votos tanto
de su partido PRO como del kirchnerista Frente para la Victoria (FpV) a modo de
canje electoral para que en el Congreso Nacional el PRO le retornara el favor a
los ‘K’. De hecho, se autorizaron mutuamente y a mano alzada los presupuestos
2013 en la Ciudad porteña y a nivel país sin problemas. Cual si fueran socios y
garantes de la aplicación del mismo programa político, acorde con los dictados
imperialistas para la región. En concreto, ambas componendas pretenden asegurar
la frágil estabilidad institucional, como la gobernabilidad burguesa en
Argentina mientras el techo se llueve a prisa y sin pausa. Asimismo, Mauricio
Macri ya anunció la suba del transporte subterráneo (Subte), la entrega de la
recolección de la basura a una o varias corporaciones a un precio que triplica
el mismo servicio si lo otorgara el Estado. Ambos temas son materia de
controversia aparente entre el PRO y el FpV para llenar los noticieros,
distraer a las grandes mayorías y presentarse como bandos opositores, toda vez
que son complementarios, y juntos, hegemonía. Macri no es menos autoritario y
verticalista que CFK, en cuyo gobierno la participación política de la gente de
a pie en las áreas estratégicas se limita a haberlos votado en las elecciones
tanto de la Ciudad como del país por una vez. Los varios formatos de
participación inscritos en la ley no son vinculantes, se realizan de manera
irregular y no influyen en ámbitos decisionales. La puesta en escena instala la agenda país a discreción
–total, los grandes medios de comunicación están repartidos ‘democráticamente’ entre
ambas fuerzas-, mientras sus teatrales acusaciones no dan ni para el obituario
de los matutinos. En síntesis, se trata de la aplicación, con matices más o
menos contenciosos socialmente para procurar con caridad morigerar la lucha de
clases, en tanto, con torpezas, cortoplacismos y reyertas para hacer la siesta,
persiguen el mismo objetivo: combinar los privilegios del capital a costa del
trabajo con la gobernabilidad y paz social que demanda la minoría insaciable.
Como el 2013 es año electoral a nivel municipal y legislativo, se esperan promesas,
clientelismo y gastos en publicidad. Los resultados de las elecciones son
determinantes para las aspiraciones re-represidenciales
de una Cristina Fernández que decae diagonalmente en las pocas encuestas
conocidas.
6.
La masa crítica de los trabajadores y el pueblo se bate en fórmulas
generalmente apreciables en su coherencia interna –que no es igual a estar a la
altura de las circunstancias reales-, mientras la mayoría sólo padece las
calamidades del capital y espera un milagro o un desastre.
Las
formaciones políticas de quienes luchan por una sociedad postcapitalista mantienen
un sectarismo funcional y no terminan de sintonizar sus relojes con el pueblo y
entre sí. Mucha consigna, ideologismos de práctica y de café, ausencia de consistencia
política y correlato entre el decir y el hacer, carencia de audacia y sobre
todo de unidad no sólo en actos o contingencias contestatarias, posterga
riesgosamente la organización y conducción ampliada en un nuevo ciclo de luchas
sociales desperdigadas. Las agrupaciones sociales y políticas presionan
separadamente al Estado, sin dirección unitaria, no salen del economicismo, el
testimonio y las innumerables marchas y concentraciones peticionistas ante la
Casa Rosada. Tomar la calle como un fin para medir fuerzas resulta un ejercicio
insuficiente, como la praxis disgregada de creación de gérmenes de poder
popular. Se habla de todas las formas de lucha, pero no como combinación dialéctica
de acuerdo al estadio del movimiento real que combate al capital y al Estado. Más
bien se absolutiza la lucha legal o se absolutiza la lucha únicamente por abajo
y directa. Y con absolutos, la unidad más amplia posible del conjunto diverso y
válido de los empeños de todo un pueblo, funcionan como trabas, que no como
facilitadores en la construcción contra hegemónica en todos los planos para
fundar la arcilla generosa e inclusiva de una alternativa política que haga
frente a las expresiones matizadas de los intereses del capital. Es la hora de
la articulación y los articuladores de la unidad popular. Dinámicamente, con avances
y retrocesos, de la articulación es preciso transitar a la unidad más férrea,
abreviar el período de resistencia a las formas más brutales de la expoliación
y pavimentar las condiciones de la futura ofensiva y la edificación del poder
popular. En todas las trincheras, empleando todos los intersticios ganados a la
democracia burguesa, multiplicando las prácticas unitarias y combinadas,
avivando el mestizaje, el debate, la formación y la práctica. Que miren,
hermanxs y compañerxs, que todavía no tenemos ni un diario de papel que
represente los intereses de los trabajadores y el pueblo. Que no salimos de los
‘órganos oficiales’ para iniciados, que no tenemos un canal televisivo (¡o al
menos uno o más programas!) a disposición de la unidad; que las emisoras del
pueblo, más allá de su quehacer épico, son acotadas y su coordinación, lenta.
La
fuerza social liberadora es la condición para la lucha granítica por el poder
para conquistar la igualdad y la libertad. Lucha electoral, acción directa y
creación de poder popular no son estancos compartimentados o que se niegan
entre sí. Por el contrario. Son la composición y mixtura de combate necesarias
para vencer. Y la realidad y su movimiento las modula; la realidad y su
movimiento se ocupa de sus acentos, preeminencias y subordinaciones según la
dinámica contradictoria de la lucha de clases.
No hay comentarios:
Publicar un comentario