Andrés
Figueroa Cornejo
La noche del 28 de agosto,
congregados en el Consejo del Salario, el gobierno de Cristina Fernández,
empresariado y sindicalistas amigos de los inquilinos de la Casa Rosada
acordaron el salario mínimo, vital y móvil en dos tramos: el reajuste de un 16
% a partir del 1 de septiembre y otro desde febrero de 2013 de un 8 %. En
cifras, el primer aumento dejará el sueldo mínimo en 2.670 pesos y el siguiente
en 2.875. Resulta tan opaco el guarismo inflacionario (alrededor de un 30 %)
que es inútil traducir los números a dólares. Lo cierto es que el arriendo de
una vivienda de dos ambientes promedio en Buenos Aires cuesta más de 2 mil
pesos al mes y la canasta alimenticia familiar, de acuerdo a la Universidad de
Buenos Aires, raya los 5 mil pesos. Las expectativas económicas del capitalismo
argentino se sustentan sobre el precio de la soja en las grandes bolsas
mundiales, y ya convergen las opiniones que aseguran la tendencia hacia fines
de 2012 de un grave contexto de decrecimiento económico combinado con una inflación
que no se detiene. Por ello no es extraño que en todo el país y todos los días
se multipliquen los conflictos sociales, aún de manera desarticulada. Sin
embargo, el movimiento real que pugna conciente o inconcientemente contra los
intereses del capital transnacionalizado y de hegemonía financiera, se expresa
en las luchas salariales, contra los nocivos efectos de la megaminería y la
represión frente a las demandas territoriales, políticas y culturales de los
pueblos indígenas. Otro alarmante ámbito -además de la industria de la trata de
personas, la prostitución infantil, el narcotráfico, la servidumbre laboral, el
vicariato sindical, entre muchos- tiene que ver con un territorio patriarcal,
donde las relaciones de poder que subyacen en una sociedad de clases cada vez
más polarizada, mata mujeres y menores a diario.
Los grupos de interés que disputan
la administración de los limitados fueros de la democracia representativa,
paternal, profesionalizada y clientelar, en una dimensión aparentemente
contradictoria, pero estructuralmente apenas diferenciadas retóricamente –como
un duopolio matizado, hasta que las fuerzas no capitalistas no acaben de
cuajar en un instrumento unitario y sigan atropellándose entre siglas sólo para
iniciados, y reyertas estériles y en circuito cerrado- se reducen al Frente
Para la Victoria y el PRO, más un tinglado de satélites que orbitan a sus
alrededores. La Presidenta Cristina Fernández juega su única carta a la reforma
constitucional para lograr una tercera postulación para el 2015 que, a su vez,
será determinada por los resultados de las parlamentarias de 2013. En medio de
la pirotecnia gubernamental, ya su contrincante interno, el gobernador de la
Provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli adelantó que no será candidato a la
primera jefatura nacional hasta que no se resuelva la posibilidad de la reforma
constitucional. Duramente golpeado por el Ejecutivo nacional mediante
condicionamientos financieros para paliar las demandas de los trabajadores
estatales, ahora se hace el caballero o sabe que Cristina no tendrá un
Legislativo para lograr su objetivo. Por su parte, Mauricio Macri, privatista,
ultraliberal y populista, mandamás de la Ciudad de Buenos Aires apuesta al
desgaste visible de la presidencia y establece alianzas con trozos
del radicalismo y el peronismo más liberal. En fin.
EL PARO VA
Durante la tarde que antecedió al
nocturno acuerdo del salario mínimo a la medida de la tasa de ganancia del
capital organizado por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social.
Guillermo Pacagnini, miembro de la
mesa directiva de la Central de Trabajadores de Argentina, CTA conducida por
Pablo Micheli (única multisindical independiente del gobierno y el
empresariado), indicó que por parte de los que sobreviven de un sueldo en el
Consejo del Salario Mínimo "están los viejos dirigentes sindicales
vendidos al capital. No están los dirigentes representativos", y añadió
que "el salario mínimo no puede ser menor que 5 mil pesos para responder a
la escalada inflacionaria que está castigando el bolsillo de los trabajadores y
para rechazar explícitamente la negociación de un salario de cerca de 2.900
pesos. Pero sólo abarca a los trabajadores registrados que son el 40 % de la
masa laboral, y resulta absolutamente insuficiente".
El miembro de la mesa federal de
la Corriente Clasista y Combativa, Freddy Marini, señaló que "repudiamos
el engaño del cual son parte los sindicalistas colaboracionistas porque ya
sabemos que tienen todo acordado para fijar un salario mínimo, vital y móvil
que no superará los 2.900 pesos en un país donde esos mismos funcionarios
gubernamentales afirman descaradamente que se puede vivir con 6 pesos diarios.
La mayoría de los desocupados de las organizaciones estamos inmersos en el
programa 'Argentina Trabaja' que ahora tiene un salario mensual de 1.700 pesos,
que muerde la inflación cotidianamente"
-¿Y tiene algún
efecto en los empleos de emergencia el reajuste?
"Nuestros ingresos se
mantienen congelados."
-¿Y han percibido
algún aumento en la cesantía?
"Totalmente. Estas políticas
de ajustes para enfrentar la crisis se descargan sobre los trabajadores.
Aumenta el ejército de desocupados. Hasta el propio Indec (Instituto Nacional
de Estadísticas y Censos) ha reconocido el incremento del desempleo."
-Esas mismas
cifras son utilizadas por los gobiernos para atemorizar y disciplinar a los
trabajadores…
"Si a los trabajadores
formales le han impuesto un techo a las negociaciones paritarias, ¿qué queda
para el resto? Y así seguirá porque el gobierno está cuidando 'la caja' para
las elecciones de 2013 que le permita al Ejecutivo de turno sacar un porcentaje
legislativo importante para la reforma constitucional que le permita a la
Presidenta ser candidata el 2015."
Carlos Chile, Secretario General
de la CTA Capital dijo que "cuando no opera el sentido común es porque hay
corrupción, perversidad o negocio. Y es una locura convocar a Consejo del
Salario después de terminadas las paritarias. Es al revés. Ahora bien, el
Consejo tiene 4 comisiones: la primera debe establecer cuál es la canasta
básica de una familia de una familia tipo. Esta no funciona hace 6 años, y si
no tienen ese dato no sabemos qué se está discutiendo".
Pablo Micheli, Secretario General
de la CTA a escala nacional enfatizó que "los que están reunidos en el
Consejo representan a una minoría de los trabajadores. Están urdiendo acuerdos
espurios a espaldas de la realidad y la democracia entera. El Consejo del
Salario es una herramienta producto de una conquista histórica y no un lugar
para hacer un acto político una vez al año donde no se resuelve absolutamente
nada. Allí ahora no se discute el salario familiar, la eliminación del impuesto
al sueldo como si fuera ganancia; una remuneración acorde a las necesidades
según los niveles de pobreza existentes y no se está considerando la verdadera
inflación que es la que padece el pueblo argentino".
-¿Y que van hacer al respecto?
"Nos movilizamos con diversas
organizaciones y no únicamente con los que piensan igual. Y desde ya estamos
construyendo las condiciones de un plan de lucha que desembocará en un paro
nacional a fines de septiembre o comienzos de octubre."
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