Por Andrés Figueroa Cornejo
1. La política es relaciones de fuerza e intereses de clase. Fuerza e intereses. Condensación de la economía, consenso y fuerza. La decisión del gobierno piñerista de imponer la Ley de Seguridad Interior del Estado –creada el segundo año de la dictadura militar (1975)- en la Región de Magallanes debido a la “guerra del gas” puede ser la mejor manera de intentar apagar el fuego con combustible. Bachelet amenazó con aplicarla en su administración. Lo que sí hizo fue emplear la tiránica Ley Antiterrorista contra los luchadores mapuche.
La Ley de Seguridad Interior del Estado, parte sustantiva de la Doctrina de Seguridad Nacional o empleo de las fuerzas armadas y carabineros ya no contra un enemigo externo sino contra los trabajadores y el pueblo en movimiento y lucha, en su letra d) artículo 6 resume el contenido de su concreción contra “los que inciten, promuevan o fomenten o de hecho y por cualquier medio, destruyan, inutilicen o impidan el libre acceso a puentes, calles, caminos u otros bienes de uso público o semejantes”. El anuncio lo realizó el ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, después de que juraran los nuevos ministros en el marco de la peor crisis del gobierno de la derecha tradicional, cuando todavía no cumple un año. Al mismo tiempo, los representantes regionales de la Confederación de la Producción y el Comercio (gremio patronal), abandonaron la Asamblea Ciudadana de Magallanes. Es decir, luego de 6 días de paro general contra el alza de casi un 17% del precio del gas para la población de la región más austral del mundo, la Asamblea, como resulta histórico, al no cejar en su demanda, pierde transversalidad de clase, y se convierte en puro pueblo trabajador más algunos políticos muy oportunos que allí tienen su clientela. Todo en un día, en un solo acto. Se impone la Ley de Seguridad Interior del Estado mientras los empresarios ceden rápidamente a una propuesta absolutamente insuficiente para el pueblo trabajador del territorio extremo. El obispo de Magallanes dijo que es “lamentable la decisión del gobierno. Sorprende y será perjudicial para la gente de Magallanes”. Y se está hablando del sacerdote encomendado para dialogar entre las partes en pugna.
El 16 de enero la Central de Trabajadores de la provincia de Magallanes escribió al ministro del Interior, Hinzpeter, que “Tiene usted razón, en el resto del país se paga hasta 8 veces más por el m3 de gas……..pero cuente la historiacompleta, el gas residual que consume la zona central, es un gas IMPORTADO, conocido como Gas Natural Licuado (GNL), el cual debió pasar por un proceso de licuefacción, para pasarlo de su estado gaseoso a líquido y, así poder ser transportado en buques. Una vez recibido debe ser reprocesado para devolverlo a su estado gaseoso en
una PLANTA construida hace poco tiempo por ENAP e inyectarlo en las líneas matrices de distribución, por lo tanto, ESE GAS CUESTA 10 VECES MÁS que el que nosotros producimos en NUESTRA REGIÓN. Así que no somosuna región pobre…aahhhh, eso es, estos infelices supuestamente tiene plata, así que quitémoselas, no podemos aceptar que existan trabajadores que vivan bien, ¿verdad? ¿Por qué la empresa productora de metanol (la transnacional Methanex) paga menos que nosotros por el m3? POR QUÉ EL ESTADO LA SUBSIDIA. ¿Dónde quedan ahí los valores de mercado? Auméntenle el precio a $ 100/m3 o ciérrenles la llave y tenemos gas para rato”.
Por otra parte, la Coordinadora Sindical Minera, Metalúrgica y de la Energía, que agrupa a más de 100 mil trabajadores de empresas como CODELCO, ENAP y de la minería Privada, señalaron el 17 de enero que no descartan que sus organizaciones se unan a la paralización anunciada por trabajadores del petróleo, sino se logra llegar a una solución al conflicto en Magallanes.
Al ser una zona muy aislada y que sufre todo el año las inclemencias polares, el costo de la vida es el más caro del país. Un kilo de tomates vale lo mismo que una caja de tomates en el resto de Chile. El territorio es inhóspito, salvo en las ciudades y pueblos, donde habitan 160 mil personas en total, en una zona continental que tiene una superficie de 132.033,5 km² donde vive casi la totalidad de la población. Los trabajadores tienen demandas y proponen soluciones. Pero el capital ordena con implacablemente sus privilegios. El choque entre las relaciones de producción, su apropiación privada versus su carácter social ampliado, dice con claridad de mediodía que sobran los capitalistas. El tema entonces, es un asunto de fuerzas y del tipo de conducción del movimiento social. Lo cierto, preliminarmente, es que ha comenzado a detenerse por fin el reflujo del movimiento popular y, por otra parte y más coyunturalmente, se ha iniciado la caída de Piñera. Ello, sin embargo, no significa un proceso pre revolucionario, una huelga general en todo el país, una eventual insurrección generalizada, las condiciones para el derrumbe del imperio de la minoría hegemónica y financiera y los grandes propietarios, y la victoria de los intereses históricos de los trabajadores y el pueblo. Pero aunque terminara en los próximos días en una mesa de negociación el paro magallánico, incluso no obteniendo todas las reivindicaciones, ya empieza la recomposición, ora veloz, ora más lenta, pero indeclinable del pueblo como sujeto que levanta cabeza luego de largos años de letanía y mala siesta.
2. Producto del paro general en Magallanes y aprovechando el retiro del ministro de Defensa (Ravinet, único ex concertacionista en una cartera de la derecha tradicional), Sebastián Piñera realizó una vuelta de tuerca en su gabinete, colocando a uno de los ideólogos principales de Renovación Nacional en Defensa, Andrés Allamand, para que “modernice las FFAA” y atemorice o disuada al gobierno peruano en sus reivindicaciones (Chile después de Colombia, es el que más gasta en el área militar de América Latina); a la ultraderechista Evelyn Matthei (hija del último general del aire durante la dictadura, Fernando Matthei) en el Ministerio del Trabajo (!); al más popular ministro, según las encuestas, Lawrence Golborne, en Energía y Minería para enfrentar la crisis magallánica; y al tecnócrata Pedro Errázuriz en Transportes con el fin de que corrija el ineficiente, conflictivo e impopular sistema del Transantiago.
¿Qué ha ocurrido? Que finalmente, ante la irrupción actual y eventual de los sectores populares, Piñera clausuró su proyecto de gobierno empresarial con mando único (él mismo), “abrió el abanico”, colocando en vitrina a su ex archirival, la UDI Evelyn Matthei en una de las carteras que se avizoran como más conflictivas y duras durante el presente año ante un código laboral inútil para los trabajadores y la generalización del mal trabajo y peor salario, entre otras maldiciones reales y legales. Por otra, Allamand es uno de los políticos que siempre le ha hecho sombra en el sector al actual presidente. ¿Se le considerará entrar al ruedo de los posibles candidatos presidenciales junto con el bi ministro Golborne? ¿Y Matthei opacará la figura del pre candidato de la UDI para el 2013, el ministro de Educación, Joaquín Lavín? ¿O Piñera busca democratizar las responsabilidades políticas ante un eventual desastre electoral? En la mirada corta, el sello tecno-empresarial del Ejecutivo desaparece y es reemplazado por políticos profesionales de la derecha tradicional. Se acabó su sueño megalómano. Como se viene la temporada dura por abajo, Piñera procura blindar al gobierno con monstruos a los que no les tiembla la mano. Asimismo, el presidente pretende colectivizar las decisiones políticas a costa de su “estilo” original, “don” de gerente solitario y de su propio protagonismo. De paso, se libra de los ataques al interior de la Coalición por el Cambio. En este caso, en tanto cede, pierde y cae.
3. Resulta altamente probable que el paro general de Magallanes y el movimiento social que amanece sean capitalizados por Bachelet en las próximas elecciones presidenciales. Si pudiera tomarse una instantánea de lo que ocurre y se le agregara la variable elecciones, la Coalición por el Cambio simplemente, pierde. Y Bachelet, al igual que en el caso de Piñera, no gana, sino que su contrincante pierde.
¿Qué ocurre con el archipiélago de fuerzas anticapitalistas y de la propia organización de los trabajadores? En la instantánea sólo les quedaría poner el cuerpo, para variar, mientras otros o los mismos, se quedan con el Ejecutivo. Qué decir del Parlamento. No obstante, si se echa a correr la película, más allá de la pura fotografía, resta paño que cortar.
Por abajo, ya existe una coordinadora que reúne a dirigentes de sectores ligados al cobre, la metalurgia, la energía. Está dando sus primeros pasos. Asimismo y en paralelo, otra reunión se prepara en otras áreas de la economía como los portuarios, bancarios, el Transantiago, servicios, para muy pronto. En algún momento no lejano deben, por estatura histórica y a pesar de sus rencillas minúsculas a ojos del pueblo, reunirse, confundirse, pensarse, crear el nuevo instrumento de lucha de los trabajadores de acuerdo a las nuevas coordenadas determinadas por la presente organización del trabajo. La CUT de Arturo Martínez, tal cual está, es parte del problema del pueblo trabajador y no de la solución. Ya existen las condiciones para su superación. Aquí la voluntad unitaria, la inteligencia y la audacia juegan un rol nuclear. Los modos del sindicalismo chileno deben adecuarse a un renovado ciclo de luchas, con otros personajes, que los que están o se marchan demasiado lento, no son útiles para este tránsito. Ya hicieron lo que pudieron, en el caso mejor. Pero las cosas han cambiado por arriba y por abajo.
¿Qué debe hacer el anticapitalismo en territorio chileno ante el nuevo escenario? Desde noviembre de 2010 algunas agrupaciones político-sociales reunidas en el Movimiento de los Pueblos y los Trabajadores resolvieron la táctica de colaborar con la construcción de las condiciones para el paro general. Sus tareas son básicamente dos: apoyar y facilitar la articulación de la unidad de los trabajadores y los pueblos, y constituirse en una poderosa herramienta de propaganda (en su sentido más amplio y fuerte) al respecto. Ningún grupo político-social que se proponga estratégicamente la creación futura de una sociedad no capitalista es actualmente un “partido en forma”. Son más bien, núcleos de la nueva conducción política que debe resultar del propio movimiento social y la lucha de clases. Como desde hace tanto y tanto, la contradicción esencial no es Coalición por el Cambio versus Concertación, ambos rostros matizados de un mismo proyecto de la clase en el poder, sino barbarie capitalista o socialismo. Pero quedan muchos tramos todavía para formar la alternativa política que represente los intereses y las fuerzas sociales del pueblo trabajador. La crisis que comenzó con Piñera y que continuará, es una amenaza y una oportunidad. Y sólo quedan tres años para las próximas elecciones en un país donde la máquina del olvido tiene poderes psico-mágicos. La caída de Piñera ha sido más rápida de lo esperado. Resultaría una nueva desgracia y tiempo perdido, luchar y hasta ofrendar vidas como recientemente en Magallanes para que volvieran los que estaban, como si ellos no tuvieran nada que ver con la mala vida de las grandes mayorías, las privatizaciones y las pérdidas de los derechos sociales elementales. Querrán lavarse la cara, aventurar nuevos actores que, en definitiva, representan los mismos intereses de la minoría. No resultaría extraño que el Pentágono prefiriera a una Concertación con un PC descafeinado en su interior, pero capaz de amortiguar más efectivamente los conflictos sociales que la derecha tradicional, sin tocar la tendencia del imperialismo del capital financiero de profundizar un Chile cada vez más dependiente en todo ámbito, con una minoría transnacionalizada cada vez más concentrada, y la desigualdad de espanto que sufren los de abajo. Son tres años y Piñera no es el único problema. Sólo tres años.
Enero 17 de 2011
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