El proyecto de ley de la administración ejecutiva de turno
del Estado capitalista chileno, llamado Estatuto Laboral para Jóvenes (ya
aprobado por los diputados), significa que las y los muchachos entre 18 y 24 años
que estudian en la educación superior y que al mismo tiempo trabajan, serán
contratados sin derecho a fuero sindical ni maternal; sin descanso dominical;
sin prestaciones por término de contrato; y sus jornadas de trabajo podrán
fraccionarse en bloques horarios, a discreción del empleador; entre otras
formas de legalización de la denominada flexibilización o precarización del
trabajo que, hace mucho tiempo, ya predomina en Chile.
Contra ese proyecto de ley alrededor de un millar de
personas, entre agrupaciones sindicales, sociales, estudiantiles y políticas,
marcharon desde la Plaza de Armas de Santiago hasta ocupar la avenida principal
del país, la Alameda, el reciente primero de agosto, por la tarde-noche.
La dirigente del Sindicato de Trabajadoras/es a Honorarios
del Servicio de Salud Metropolitano Central, Magda Becerra, señaló que, “los
asalariados estamos absolutamente vulnerados en nuestros derechos. El marco
legal que está propiciando el gobierno para los jóvenes es similar al que
sufrimos todos los trabajadores a honorarios del Estado (sin contrato, a
contrata, subcontratados, etc.).”, y añadió que, “El Estado patronal no hace
más que profundizar la precariedad laboral”.
-Tú
eres parte de una iniciativa que persigue la construcción de una central de
trabajadores/as independiente de los intereses del Estado, del empresariado,
del sistema de partidos políticos hegemónico.
“Estamos empeñados en configurar una sindical propia de la
clase social de las y los explotados. Consideramos que la Central Unitaria de
Trabajadores, CUT, y las otras dos centrales que existen, no representan
nuestros intereses, sino que, por el contrario, se conducen conciliando los
intereses del gran empresariado, sea estatal o privado, con los de los
empleados, toda vez que esos intereses contrapuestos son irreconciliables.”
-¿A
qué convocan?
-A crear sindicatos en todas partes, que contradigan al
sindicalismo burócrata, al sindicalismo vendido al empresariado. Por eso, este
próximo primero de septiembre realizaremos nuestro primer congreso de la
Central de Clase o clasista de Trabajadores/as.
-¿Y
qué pasa con los trabajadores que no tenemos ni siquiera la posibilidad de
sindicalizarnos?
-Aunque sean trabajadores independientes, eventuales,
inactivos o jubilados, todos tienen la capacidad de agruparse sindicalmente. Te
reúnes con otros asalariados a cuenta propia y forman su sindicato. La
Inspección del Trabajo tiene la obligación de legalizarlos. Nuestro llamado
principal es a la organización del pueblo trabajador.
Por su costado, la Presidenta del Sindicato de
Trabajadores/as Contratistas y Subcontratistas, de la Federación de Trabajadores/as
Clotario Blest, y vocera de la Iniciativa por la Unidad Sindical, Isolina
Acosta, entre bombas lacrimógenas, dijo que, “el proyecto de ley del gobierno
es sólo una parte del viejo, actual y futuro proceso de pauperización de las y
los trabajadores de todas las edades. Se trata de una política del Estado
capitalista, independientemente de una u otra administración”, y añadió que, “también
hacemos parte de la pronta fundación de una central sindical de clase, capaz de
luchar frontalmente contra las fuerzas del capital por un conjunto de derechos
conculcados, tan básicos como el derecho a colación y locomoción (transporte
colectivo), sala cuna, no más AFP, que se cumpla incluso la porquería de código
laboral”.
-¿Y
qué ocurre con las demás opresiones, como las de género, las medioambientales,
las indígenas, las de los migrantes, etc.?
-Creemos que la nueva Central de Clase debe ser parte de un
Polo Social mucho más amplio, donde se encuentren todos/as quienes luchan
organizadamente en contra del sistema capitalista.
Mientras las y los manifestantes son reprimidos y algunos
apresados por las Fuerzas Especiales de Carabineros, el periodista que escribe,
piensa en la caminata dura para hacer frente desde abajo, no solo a las nuevas
formas de organización de la fuerza de trabajo que impone el capital para su
reproducción y engorde incesante de su tasa de ganancia, sino que también le da
vueltas a las maneras de agrupar a las y los oprimidos de los pueblos que sobreviven
resistiendo en un Chile-cabeza de playa de las relaciones capitalistas del
mundo. Un lugar donde campean los intereses del Departamento de Estado de EEUU,
del capital chino, europeo y nativo. Un sitio donde cualquier tipo de
disidencia social es castigada desde su simiente, por sospecha,
anticipadamente. Un Chile que cuenta con una de las élites oligárquicas más
férreas y atadas del continente, y donde ni siquiera existe el derecho a la
prensa libre e independiente. Una dictadura capitalista que funciona como
plataforma financiera y comercial del capital especulativo más antipopular
imaginable. Donde no hay ni democracia liberal en forma. Sólo propiedad privada
concentrada, castas inamovibles en vez de clases sociales; estrategias
complejas de alienación, control y disciplinamiento poblacional; lumpenización
de las relaciones sociales (¡sálvese quien pueda!); desafecto, soledad,
intolerancia.
Pero también piensa, mientras ayuda a correr una valla de
las que usa el poder para volver celdas los espacios públicos, que ahora mismo las
calles están llenas de jóvenes de pupila insubordinada. Tan parecidas, piensa,
como la de las y los muchachos de los 80 del siglo XX, cuando la tiranía y no
existían los teléfonos móviles.
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