“los civiles son gente
uniformada
también”
Nicanor Parra, poeta vivo
extraordinario y hermano de Violeta Parra
1.
Sólo existen movimiento, relaciones y devenir. No hay destino ni final. Únicamente finalidades y tendencias.
2. En
la época del imperialismo financiero
mundializado, en línea, informatizado;
el capital encuentra sus resortes de acumulación en la especulación, el
monetarismo, el despojo y el extractivismo que, como composición, deviene en destrucción civilizatoria y planetaria (que sólo recuerda
pálidamente a la Europa de la conquista de América del siglo XV y a sus fases
coloniales en África y Asia iniciadas en el último tercio del siglo XIX); y a las
formas más brutales de la explotación, disciplinamiento y alienación
ampliada del trabajo asalariado y hasta
esclavo.
Las
clases sociales dependientes y mayoritarias encorsetadas en formas nacionales,
permanecen subordinadas a clases
sociales minoritarias que comandan las economías de los Estados corporativos
centrales (capital deslocalizado a la hora de organizar sus distintos momentos de producción, intercambio y consumo
de mercancías y servicios, pero súper concentrado en la apropiación privada del
excedente y las utilidades). Las
relaciones contradictorias entre necesidad y libertad humana según las
presentes e inestables relaciones de fuerzas, expresan los límites del capitalismo como totalidad histórica. Es
decir, ahora mismo habitamos el planeta
capitalista, y, por tanto, si bien coexisten distintas manifestaciones
geoculturales de dominación capitalista, rápidamente ellas mismas tienden a uniformar las resistencias
populares y las expectativas de la propia superación del actual modo de
reproducción de la vida humana en la naturaleza, en medio de su más feroz
crisis conocida.
3. Toda aquella alternativa
política electoral al duopolio dominante compuesto por el sistema de
partidos políticos de Chile en la segunda mitad de 2013 –derecha dura y
Concertación-, y cuya dirección y horizonte estratégico se proponga ir más
allá del capitalismo, de no contener-desbordándose al movimiento
estudiantil secundario, al pueblo mapuche en lucha, a los empobrecidos sin
derechos ni techo pero organizados, y a los trabajadores sindicalizados o no,
pero autoconcientes, no tiene sentido. Ese conjunto de sujetos sociales,
que se combina dinámicamente cuando rompe el corporativismo economicista,
dimana su autoridad política y social
conquistada en la práctica entre las clases sociales distintas a la gran
propietaria. De lo contrario, la alternativa necesaria para enfrentar el
momento electoral, al no constituirse
como fuerza suficiente (hoy, más cualitativa que cuantitativamente incluso),
carece de toda posibilidad de
presentar batalla disfuncional e insubordinada en la arena de la democracia
burguesa representativa.
Ello, de acuerdo al movimiento
real de las fuerzas sociales concretas que se encara directamente contra
los intereses del capital en la actual fase, período y momento histórico,
y en una sociedad que, junto con la colombiana, cuenta con una clase
hegemónica transnacionalizada con la más alta cohesión y unidad
programática y de sentido de América Latina (para no ir más lejos), y que
no escatima ningún recurso a la hora de conservar sus privilegios. Ninguno.
Esas son las condiciones de
fuerzas –o temperatura de la lucha de clases- en el Chile actual. Más allá de los deseos,
las mistificaciones, la bondad de las razones, y los argumentos abstractos
provenientes de la justicia, la igualdad y la libertad. Más allá del daltonismo
incurable de quien suscribe este artículo.
4. Los intereses del
imperialismo norteamericano en Chile demandan de las concesionarias
políticas dominantes, gobernabilidad, la menor incertidumbre social
posible o ‘lucha contra el terrorismo’, subordinación a sus inversiones
con arancel cero, financiarización y endeudamiento, consagración de
la privada o pública exportación primario extractivista de cobre,
celulosa, frutos del mar; y fuerza de trabajo precaria y barata.
Aunque el sistema de
partidos políticos en el país atraviesa una crisis de representatividad
sin parangón, al igual que el tipo de democracia estadounidense, y debido a las
relaciones de fuerzas sociales presentes, eso no le hace perder el sueño. Una
crisis de representatividad es una condición necesaria, pero insuficiente
para la concurrencia de una crisis de gobernabilidad. Al respecto, la
Constitución vigente es sólo un relato-reflejo de lo anterior y no su causa.
Digamos que la Constitución es el momento jurídico de la hegemonía de la clase
en el poder, como el Estado es su momento que revela las propias
relaciones de clase realmente existentes.
5. En el plano de los fenómenos
inmediatos (no mediados por la racionalidad crítica, su movimiento y
relaciones), la derecha tradicional chilena
está formada por la Unión Demócrata Independiente (UDI) y Renovación Nacional
(RN). La primera es integrista, ultraconservadora, populista e hija natural del
pinochetismo. La segunda, aparenta ser más liberal culturalmente, más
respetuosa de la democracia burguesa, más centrista, según la nomenclatura de
la sociología de los que mandan.
Cuando recientemente el
ganador de las primarias de este sector, Pablo Longueira de la UDI, bajó
su candidatura, produjo un riesgo y una oportunidad. El actual
presidente Sebastián Piñera es dueño del partido RN y, por tanto y de acuerdo a
las lógicas de Intranet de sus pactos siempre por arriba, en las
elecciones generales de fines de 2013 le correspondería el cupo a la UDI.
Por ello, nada más ayer 20 de julio fue proclamada por esa tienda la aún
ministra del Trabajo, Evelyn Matthei. En tanto, el potencial candidato Andrés
Allamand de RN, puede, a su vez, ser proclamado por ese partido y entonces,
o se realizan pronto nuevas primarias entre ellos, o simplemente esas primarias
se efectúan en la primera vuelta oficial de las elecciones presidenciales. Sobre
los alcances posibles de la candidatura de Allamand, a quien le interese, puede
ver http://www.lahaine.org/index.php?p=70648 .
Ahora bien, de ganar la
representación de la derecha tradicional Evelyn Matthei, se provocaría un fenómeno
paradigmático que develaría de manera ejemplar la forma chilena de la
dominación capitalista internacional.
Tanto Bachelet como la Matthei son hijas de generales. Una del general Alberto
Bachelet (agregado militar en la embajada chilena en Washington en 1962,
durante el gobierno del derechista Alessandri Rodríguez), quien en el mandato
de Salvador Allende fue nombrado encargado de la Junta de Abastecimiento
y Precios (JAP) en 1972 y luego, por oponerse al golpe de Estado de
septiembre de 1973, fue torturado hasta morir el 12 de marzo de 1974, luego de
ser acusado por ‘traición a la patria’ por un Consejo de Guerra.
Por su parte, el padre de
Evelyn Matthei, el ex general y miembro de la junta militar de la tiranía desde
1978, Fernando Matthei, en 1974 era director de la Academia de Guerra
Aérea cuando fue interrogado y torturado el general Bachelet. Asimismo, el
hombre fue el primer miembro de la junta militar en reconocer el triunfo del ‘NO’ a la
dictadura en el plebiscito de 1988, tal cual lo dispuso y requería el interés
y proyecto político del imperialismo norteamericano para Chile, sobre la
base de la llamada ‘transición pactada’ que contempló la transferencia
del Ejecutivo, desde la dictadura, al
período de los gobiernos civiles en curso hasta la actualidad.
Es decir, ambos
generales, en distintos momentos, fueron ‘democráticos’. El oficial Bachelet
con mucho más honor y fallecido por su consecuencia personal (que no
intentó producir un quiebre real en una de las ramas de las FFAA contra los
golpistas); y el oficial Matthei, de manera oportunista y bajo mando
imperialista, en el cambio de período devenido formalmente por el
reconocimiento de la victoria del ‘NO’.
Entonces, un eventual
escenario de segunda vuelta en las presidenciales, pondría en falsa oposición
a las hijas de los generales mencionados. Semejante contingencia, de
producirse, descubriría condensadamente la forma nacional y sus
particularidades, respecto del desenvolvimiento del capitalismo mundial en el
país andino.
La
poesía de
uno de los más grandes de Chile –y allí la competencia del verso es más que
aguerrida históricamente-, resume de modo inmejorable el anterior y apretado análisis sobre una de las maneras específicas distintivas del ultraliberalismo
en ese país, en la voz de Nicanor Parra: “los civiles son gente uniformada también”.
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