Entrevista con Fernando González, presidente de la Federación Nacional Unión de Trabajadores del Transantiago:
Por Andrés Figueroa Cornejo
Fernando González Arias es presidente del Sindicato Unión de Trabajadores Express, presidente de la Federación Nacional Unión de Trabajadores (conductores del Transantiago) y secretario general del Movimiento Unitario de Trabajadores del Transporte. Las organizaciones que dirige agrupan asalariados de las empresas Alsacia (líneas 100), Veolia, Express (líneas 400, zona G y H, entre otras), Transaraucaria, Milenium, que reúnen al 50% de los trabajadores del Transantiago organizados. Tiene 43 años, un hijo en la universidad y hace 18 años que inició su derrotero sindical, en los tiempos de los microbuses amarillos.
El 10 de septiembre y el 15 de octubre, Fernando González junto a un grupo de dirigentes resolvieron fiscalizar la empresa en los ámbitos del cumplimiento del horario de trabajo y el buen estado de los buses. Eso provocó una demanda de la empresa, que tiene a 19 dirigentes en proceso de desafuero, pese a que la legislación permite a los representantes sindicales realizar esa función. “Hemos puesto acciones legales y dejado cartas en la Inspección del Trabajo, en el Ministerio del Trabajo, tribunales, Congreso Nacional. Las misivas al presidente jamás han tenido respuesta. Por ir a dejar una carta a La Moneda fueron detenidos 8 dirigentes”. Los 19 están separados de sus funciones como conductores hace 14 meses con remuneraciones no íntegras. Pero la empresa no sólo no les permite trabajar; ni siquiera admite que ingresen al recinto con el fin de que no puedan hablar con los socios. Los trabajadores tampoco salen por temor a ser despedidos. Sin embargo, el 7 de diciembre de 2010, los dirigentes ganaron el juicio en primera instancia y, por tanto, no los pueden despedir. Luego de la orden de la justicia de reintegro inmediato, la empresa se negó arbitrariamente a que lo hicieran, desacatando a los tribunales. Más tarde la empresa apeló para que fuera anulado el fallo. Los abogados de los dirigentes sindicales pusieron un recurso de reincorporación con la solicitud de orden de arresto contra el gerente general de Express de Santiago Uno, Claudio Castillo. Por otra parte, el gerente de recursos humanos de la corporación, Luis Zavala, que antes fue gerente en Tur Bus (la línea de transporte de personas que rankea los accidentes con resultado de muerte en la historia de Chile), aplicó su conocida maniobra de comprar dirigentes sindicales, y dividir el movimiento de los trabajadores. En marzo de 2011 debe realizarse la negociación colectiva, y Luis Zavala está evitando a toda costa que ello ocurra, llamando a otros sindicatos a que firmen un convenio colectivo anticipado, en el cual ofrece a los trabajadores un sueldo de $ 350 mil pesos (US$ 744), sin negociación para evitar el conflicto. Por eso quiere a los 19 dirigentes fuera.
Express y Alsacia (que son la misma compañía con distintos rut) pertenecen a capitales colombianos. El actual ministro de Minería, Laurence Golborne (súper héroe mediático del rescate de los 33 mineros de San Felipe y uno de los defines políticos de Sebastián Piñera), es accionista y director de la empresa del Transantiago Alsacia, como también es parte del directorio el ex ministro del Trabajo de la Concertación, Ricardo Solari, y Ricardo Lagos Escobar, ex presidente del país, junto con la ex primera dama, su mujer, Luisa Durán.
El presidente de la Federación Nacional Unión de Trabajadores del Transantiago, Fernando González, afirma que “nuestra plataforma de lucha son los intereses de los trabajadores y crear conciencia de clase. Somos los únicos que podemos transformar las cosas.”
-¿Y cómo se hace?
“Tenemos que unirnos con otros sectores, dejar las diferencias chicas de lado y concentrarnos en una sola plataforma de pelea para la clase trabajadora. En nuestro caso específico, luchamos para que se cumpla la ley laboral vigente; que se nos respete trabajar las 7,5 hrs. diarias; que podamos descansar cada 4 horas de conducción; que se nos paguen las horas extras; que contemos con los 30 minutos de descanso que corresponden. Estamos reivindicando lo que dice la ley.”
AMARILLAS V/S TRANSANTIAGO
-¿Cómo evalúa el sistema del Transantiago en relación a los anteriores microbuses amarillos?
“Mal. Respecto de las micros amarillas, estamos ganando la mitad ahora. Obtenemos un promedio de $ 450 mil pesos (US$ 957) al mes, y laboramos al día entre 10 a 12 horas, sin pago de horas extras.”
-¿De que manera se trabajaba en el modelo “amarillo”?
“Con las amarillas trabajábamos una tarde y una mañana un día, y luego teníamos una tarde y una mañana libres. Y contábamos con un fin de semana por medio libre completamente. Es decir, había tiempo para recuperarse, para la familia.”
-¿Cómo opera el Transantiago?
“La empresa debería funcionar con la resolución 805. Existen dos formas de resolver el tema: con un sistema biométrico o con planillas de ruta. Sin embargo, el sistema biométrico sólo indica la hora de inicio y de término de jornada. Es decir, si yo empiezo a trabajar a las 6:00 hrs. debería terminar a las 13:00 hrs. Pero normalmente finalizo la jornada a las 15 o 16:00 hrs. porque hay tacos o desfases.”
-Puede describir la rutina de un conductor promedio del Transantiago…
“Empieza alrededor de las 2:30 hrs. de la madrugada, cuando lo pasa a buscar al domicilio una camioneta de la empresa. Llega al depósito a las 4:00 hrs. de la mañana, donde tiene que esperar hasta las 6:00 hrs. para salir a trabajar. Da dos o tres vueltas de su ruta para recién poder hacer sus necesidades biológicas. Descansa 10 minutos y de nuevo a la calle hasta que termina el ciclo a eso de las 14:00 hrs. Vuelve a su casa a las 16:00 hrs.”
-¿Qué ocurre con la salud de los trabajadores?
“Ya no hay calidad de vida posible. La salud de los trabajadores es deplorable. La gran mayoría sufre estrés laboral. Muchos deben conducir con psicotrópicos. Uno de los tantos problemas es que descuentan demasiadas horas si se toman licencias médicas, y el estrés producto del trabajo no es considerado enfermedad laboral. Ya muchos se han separado de sus parejas por razones estrictamente económicas. Hasta hoy, se han suicidado cuatro conductores por estas causas. Las empresas no respetan la ley. Los conductores no deberían trabajar más de 4 horas continuas con un descanso de 20 a 30 minutos. Pero el conductor al retornar de su vuelta, sino tiene quien lo reemplace, es obligado a seguir arriba de la máquina. Innumerables compañeros tienen problemas a la próstata y de incontinencia. Por eso muchos trabajadores usan pañales. Para las mujeres conductoras es mucho peor. Hay una cantidad de gente que no dice que lleva pañales por vergüenza. Con las micros amarillas se salía de un paradero y se llegaba a otro en un intervalo de dos horas, máximo, y con 30 minutos para descansar y comer. Eso ahora no es posible. De hecho, los casinos que existen en las empresas actualmente venden café y galletas, pura comida chatarra.”
-¿Y los accidentes?
“Los principales accidentes son resultado de la mala mantención de los buses: frenos defectuosos, puertas desbloqueadas. Los buses originalmente fueron diseñados para que no se movieran con las puertas abiertas. Ahora cualquier persona aprieta el botón, se abren las puertas y el bus sigue andando. Se ha caído gente, por supuesto.”
-¿Y la supervisión de las instituciones pertinentes?
“Aquí nadie fiscaliza porque las empresas del Transantiago gozan de un “blindaje político”. Los partes son rarísimos. Antiguamente siempre estaban supervisando si las máquinas estaban en malas condiciones, y si era así, la máquina era retirada a los corrales. Las autoridades ahora hacen vista gorda. Lo que si se práctica es multar a los conductores por pasarse una luz roja, cuando va con 170 personas arriba y los frenos están en mal estado. Aquí se pusieron de acuerdo la Inspección del Trabajo, el Ministerio del Trabajo, el Ministerio de Transportes y el gobierno. Nuestro compañero conductor Leopoldo Valdivia, en un acto de protesta por las graves deficiencias de los buses, el 2009 cruzó el bus en plena Alameda en Santiago.”
-¿Tienen muchos ojos sobre ustedes?
“El primer control es cuando se llega a la empresa. Después, cuando te entregan el bus. Luego, en el momento en que te dan la salida del bus. El cuarto, cuando sales a la puerta del depósito y llegas a la esquina y se anota la frecuencia. Si el bus queda en pana, se llama a la grúa, se engancha la máquina, y se da la vuelta completa –con el conductor adentro- para que a ese bus se le pague de todas formas por un servicio, en este caso, que no se hace. Esto es, pagan por kilómetro recorrido.”
-¿Por qué hay máquinas que viajan vacías con la luminaria que dice ‘Posicionamiento’?
“’Posicionamiento’, ‘En Tránsito’ o ‘En Servicio’ es lo mismo. Ocurre que como no todos tienen paraderos, hay recorridos que salen de un lugar y luego vuelven al mismo sitio de una sola vez. Por ejemplo el 401 sale de Maipú, llega a Paul Harris, da la vuelta por el Camino El Alba y baja hasta Maipú otra vez. Ese no tiene paradero arriba (en el barrio alto). La vuelta dura 4 horas, sin parar. Hay otros recorridos donde el conductor tiene que ir a buscar el bus a Pajaritos y toma postura en Plaza Italia o en La Concepción. Por eso los nombres esos. Y cuando un bus no se detiene en un paradero en el que debería hacerlo es porque, generalmente, los que controlan el sistema a través de un monitoreo ubicado en la Estación Central, ordenan a los buses que van atrasados que apuren la marcha, no tomen pasajeros y avancen dos o tres paraderos sin recoger usuarios. Por eso queda la gente botada, porque van atrasados en el ciclo. Y esto es producto del mal funcionamiento y la mala administración del sistema. En realidad, todos los buses deberían andar a 60 kilómetros por hora (que es la velocidad legal), en un Santiago donde todo el mundo va apurado. Si se completara de personas el bus rápidamente, la máquina demoraría menos la vuelta y todos podríamos desocuparnos temprano. Pero según el diseño, mientras más lento, mejor el sistema. ¿Con quién descarga su ira el pasajero que sale atrasado mientras los buses no se detienen o marchan lento? Con los operadores, con nosotros. Creen que estos problemas de producen por negligencia nuestra, pero no es así. Lo que pasa es que el proyecto del Transantiago en el papel es bonito, pero no se educó a la gente antes de su implementación. Como era un muy buen negocio, se tiró no más. Si las empresas tomaran en cuenta nuestra opinión, esto podría tener solución. Pero los famosos ingenieros en tránsito –que ni siquiera viajan en los buses- inventan recorridos incluso donde no hay usuarios. Si los trabajadores fuéramos considerados a la hora de tomar decisiones, podríamos hasta descongestionar el metro subterráneo.”
LA PARALIZACIÓN GENERAL
-Ya existen diversos sectores del trabajo que se plantean seriamente el paro general, ¿qué piensa usted?
“Es lo mejor que puede pasar, y es el camino. Yo soy dirigente del sector transporte, pero me vinculo con dirigentes de otras áreas económicas y vemos que tenemos los mismo problemas. Cambia a veces la forma, pero el fondo es el mismo. En ninguna empresa se respeta la ley laboral; no se cancelan salarios justos y dignos; hay un terrorismo laboral generalizado; el abuso y acoso laboral es permanente en todos los sectores. El tema es la unidad, y para allá va la micro.”
Diciembre 23 de 2010
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