martes, 20 de mayo de 2008

Chile: sobre los empeños anticapitalista chilenos (II)

9. Como ha planteado un allegado militante histórico chileno de los trabajadores y el pueblo, “hoy nuestra Sierra Maestra es la lucha ideológica y política”. A lo cual resultaría adecuado agregar, “y de masas”. Esta definición descansa sobre la formulación de la hegemonía de las fuerzas anticapitalistas de inspiración revolucionaria.

10. Pero, ¿Qué es la hegemonía de los trabajadores del pueblo y de sus intereses objetivos? Es la lucha incesante por imponer, desde abajo, al conjunto de los potenciales aliados de los sujetos protagónicos de las transformaciones fundamentales de la sociedad, una nueva epistemología, una nueva forma de conocer, interpretar y transformar Chile, totalmente contraria al “sentido común” y a las supuestas “certezas” y “saberes” dominantes provenientes de la minoría privilegiada. Aquí se habla del combate histórico y necesario contra el fetiche del mercado, la mercancía, la inviabilidad fatal de construir un orden distinto al actual, y hacerle frente al conjunto de ilusiones alienantes que reproduce la clase en el poder a través de mil dispositivos, entre los que sobresalen los medios de comunicación de masas (casi sin excepción), la instrucción escolar y superior conservadora, la mitología nacionalista, las versiones religioso medievales del alto clero más retrógrado, el racismo, el sexismo, la xenofobia. En resumen, el diseño multifacético, disciplinario, altamente ideológico del poder que tiene por objeto inocular en la conciencia de la totalidad social que el actual orden de cosas es “natural”, está predeterminado, es inmóvil e infalible.

11. La hegemonía de los intereses y la visión de mundo de los trabajadores y el pueblo se construyen mediante la relación interdependiente entre el alza de la lucha de clases y sus múltiples expresiones, y la armadura política porosa y ancha que la justifica racional y sensiblemente ante las grandes mayorías. La igualdad; la solidaridad emancipadora y no mendicante; la tolerancia –no como indolencia frente al entorno, sino como capacidad de empatizar con los intereses y demandas del conjunto de segmentos sociales y culturales castigados por el capitalismo en todos los planos-; la posibilidad cierta de enfrentar de igual a igual a la clase patronal mediante la organización; la convicción racional y fraterna de poder transformar el actual orden de cosas para el bienestar de la mayoría expoliada y haciendo trizas el miedo y la superstición impuestas desde arriba, son algunas de las matrices epistemológicas que, flexible, franca y creativamente, como el agua, deben inundar a amplios territorios sociales. Al respecto, tanto la memoria popular, como las formas y contenidos en manos de las nuevas generaciones en rebeldía, son el material sensible desde donde ya vienen y vendrán las claves de la recomposición de una mirada global integral, cultural y política que debe funcionar como plataforma compleja y en permanente recreación, crítica y autocrítica, para elaborar las pistas profundas del proyecto liberador en construcción.

12. Naturalmente, la labor titánica que reivindica la recomposición de la hegemonía compleja de los intereses de los trabajadores y el pueblo, no sólo puede ser tarea de un partido anticapitalista de inspiración revolucionaria. Al respecto, la organización política tiene roles específicos y especiales, que están asociados a tareas de conducción, orientación, blindaje orgánico y producción política íntimamente ceñidos al estadio actual de las lucha de clases, al análisis concreto de la situación concreta; muy lejos del aparatismo, los ideologismos de naturaleza sectaria, o de “instrumentos vanguardistas”. Por el contrario, siempre se formula codo a codo desde el pueblo profundo. De alguna manera, el partido anticapitalista de inspiración revolucionaria chileno será el resumen de la flora rica e inagotable de la historia no escrita de los trabajadores y el pueblo, y sus mejores hijos constelados, organizados, con los pies anclados en la geografía popular y la mirada puesta en la sociedad del futuro. La labor de la reconstrucción de la hegemonía de los intereses de los trabajadores y el pueblo, es fruto de la lucha amplia, es creación profusa e imaginación en tensión de millares de populares. Pueden existir vigas centrales respecto de la hegemonía popular, pero jamás, por el propio carácter de su movimiento, estará encorsetada por manuales, órdenes verticales, recetarios sin contexto o artificios instrumentales.

13. Lo cierto es que el partido anticapitalista de inspiración revolucionaria sí tiene labores concretas ligadas al ámbito de la lucha política. En este sentido, la lucha contra cierto movimientismo de origen postmoderno, muy conveniente como pura plataforma electoral de contenidos populistas, pero totalmente insuficiente para la toma del poder y el establecimiento del gobierno de los trabajadores y el pueblo es un punto de lucha inmediato a enfrentar. Asimismo, la perspectiva de sectores progresistas que reifican las instituciones burguesas de representación como arena medular de la resolución de la lucha de clases, e incluso como campo mediatizador, subordinador o ralentizador de la construcción de la fuerza social transformadora y sus expresiones, son materia de combate franco y honesto. En este sentido, siguiendo la historia implacable de Chile y otras costas, la participación en el plano prefabricado y superblindado por la burguesía luego de la experiencia de la Unidad Popular en el frontis de cartón piedra de la democracia sin pueblo actualmente reinante, sólo resulta una táctica accesoria de acuerdo a ciertas condiciones determinadas, muy asociadas a las correlaciones de fuerza y a la reconstitución de la arquitectura popular. Lo demás es pirotecnia que confunde; pobre intento de reedición de experiencias cuyos amargos resultados se conocen ampliamente, o franca colaboración de clases e hipoteca sobre las posibilidades de construir el socialismo en Chile y el mundo. El nuevo orden de cosas, comandado por los intereses de los trabajadores y el pueblo, no es el resultado aritmético de la lucha electoral más la lucha social. Más bien está asociado a un proyecto y horizonte de lucha a largo plazo que estratégicamente dinamice el derrotero de la creación del poder popular. Es decir, que acentúe sus mejores empeños a la recomposición de fuerzas por abajo, más que por arriba. Porque “la historia la hacen los pueblos”; porque las características totalmente otras del Estado burgués y sus ejes de dominación respecto de 1970 han transformado el escenario político y sus instituciones radicalmente contra las posibilidades que ofrecía una democracia burguesa –todavía tiznada por los estados de bienestar y el desarrollismo- tal como se conoció hasta el golpe de Estado de refundación capitalista de 1973. Porque las correlaciones de fuerzas internacionales; el contexto mundial; la caída de los llamados “socialismos existentes”; el capitalismo monopólico, hiperconcentrado y fundado en la industria armamentista y el capital financiero y especulativo; y el concierto regional, mandatan la constelación de fuerzas superiores a la hora de enfrentar un auténtico proceso liberador con posibilidades de éxito. Y porque, si no existe lucha por construir una alternativa socialista a nivel nacional y continental, sólo habrá capitalismo más o menos salvaje, más o menos “humanizado”, más o menos criminal. Se acabó la época de los frentes populares alentados por la guerra fría; se acabó el Estado de Bienestar (si es que, en rigor, existió alguna vez en Chile); se acabaron las batallas electorales por sí solas o que tras sus objetivos, digitan a su antojo las luchas sociales.. Un parlamento ampliado con una izquierda tradicional aminorada “tácticamente” en sus pretensiones ni siquiera será capaz de testimoniar las injusticias del modelo.

14. Estamos sólo en los titulares balbuceantes de la emancipación definitiva. La convicción de poder, la vocación de mayorías, la lucha combinada y compartida, la creación de amplios movimientos de trabajadores y pueblo con independencia política de clase y horizonte socialista; la majadera y urgente creación de hegemonía desde abajo; la alta sintonía política necesaria entre los incipientes empeños anticapitalistas de inspiración revolucionaria existentes y las presentes coordenadas populares; la construcción del partido o los partidos –continuación y superación con creces de los valiosísimos esfuerzos del pasado-, son apenas parte de la obra gruesa para transformar el doloroso panorama mundial y criollo impuesto por una sociedad de clases. Este artículo es sólo un compacto numerado de las tantas tareas pendientes para la organización de la mayoría descontenta, explotada, que pende injustamente en la sobrevivencia. Que se tome como la ilustración parcial de un empeño colectivo. Siempre será mejor y decorosa la reflexión articulada desde la práctica –por ingenua o distante que parezca-, que la autocomplacencia, la comodidad, la mala conciencia o la traición.

Andrés Figueroa Cornejo
Polo de Trabajador@s por el Socialismo
Mayo de 2008

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