25 de octubre de 2019, Santiago de Chile, octava jornada de movilización popular. Alrededor de dos millones de personas en la capital y tres millones en todo el país, marchando. Las grandes alamedas, avenida y espalda fundamental de esta plaza austral que contiene 18 millones de seres humanos, se intimidaron ante tanto mundo reunido.
Todos los géneros nacidos y por nacer, todo el amanecer agrupado. Nadie hegemonizó. Ni un partido político ni muchos partidos políticos. Ningún grupo de interés ligado al poder. Ni líderes de ocasión, ni ex líderes, ni post líderes. Los átomos diversos de tanta humanidad constelada no hicieron ni escucharon discursos. Simplemente se reconocieron como iguales y únicos. Contradictorios, frágiles, veteranos, recién brotados. Mestizo, mapuche, pálido, feminista, ambientalista, crítico absoluto, crítico parcial, combatiente contra el régimen capitalista, antimilitarista rabioso, luchador por los derechos sociales y humanos. Aventurero, tímido, nostálgico, futurista, huraño, besador. Combinado y asimétrico. Tal cual la realidad cuando se expresa plenamente.
(La televisión de los pocos dueños de todo, dice que “habló la calle”. Donde pone “calle” debe ir “pueblo”. Releva hasta el hartazgo que se trató de “la marcha más grande de la historia de Chile”, pero, premeditadamente, convierte el medio en el fin. Fetichiza el instrumento popular. El objetivo, la justicia social y las transformaciones estructurales para vivir con la dignidad que aún no existe, lo rezaga a un lugar anecdótico. No importa, porque al menos tres millones de corazones saben la verdad.)
La encuesta Pulso Ciudadano de Activa Research “Crisis en Chile”, realizada los días martes 22 y miércoles 23 de octubre pasados, reveló que las movilizaciones cuentan con un 83 % de aprobación popular. El rechazo al gobierno de Sebastián Piñera alcanzó el 80 %. El ministro del Interior y primo-hermano de Piñera, Andrés Chadwick, tuvo apenas un 5% de aprobación. El 61,5 % de los consultados consideró que las medidas anunciadas por Piñera no son suficientes para resolver la crisis devenida, principalmente y según el 56 %, de la desigualdad social. Casi el 89 % de los sondeados estima que es preciso aumentar el salario mínimo, mientras el 77,5 % que los servicios básicos deben bajar de precio.
¿Qué banderas hubo? Dos: de Chile y del Pueblo Nación Mapuche. Es majaderamente necesario reiterar que nadie condujo la marcha. Esto es, nadie puede “capitalizar” electoralmente la movilización millonaria. Cuando la gente grita que “Chile despertó”, se quiere significar que la población mayoritaria de las clases populares y trabajadoras ya no está dispuesta a sobrevivir como lo ha hecho hasta ahora. Que las relaciones sociales, el orden establecido, deben modificarse orgánicamente. Este es uno de los procesos históricos en que la magnitud, la cantidad, alcanza un nivel capaz de dar un salto de cualidad respecto de una situación determinada. La inflexión de calidad es histórica. Por tanto, las cosas ya no pueden mantenerse como hasta ahora se desenvolvían. Lo público cuestiona lo privado; el protagonismo de la sociedad critica en la práctica el régimen de la oligarquía y la ganancia; el derecho a la vida subordina el derecho a la propiedad.
Las y los jóvenes, como los no tanto, exigieron la renuncia de Piñera, el fin del estado de emergencia, la vuelta de los militares a los cuarteles, justicia para los asesinados, malheridos, desaparecidos, violadas y torturados por uniformados durante estos días. Y también entonaron las canciones del grupo de rock Los Prisioneros, el más popular del país desde que lanzaron su placa “La voz de los 80” en plena dictadura pinochetista. Los temas más coreados fueron ‘El baile de los que sobran’, y ‘No necesitamos banderas’. Al respecto no es necesario abundar en explicaciones. Igualmente se vitoreó el estribillo del internacionalmente conocido “El pueblo unido”, y “El derecho de vivir en paz” del asesinado artista los primeros días de la tiranía, Víctor Jara. La canción de Víctor Jara fue creada en el marco de la solidaridad con el pueblo de Vietnam que entonces decidía su libertad e independencia, combatiendo contra las tropas estadounidenses.
La marcha que divide la realidad social entre un antes y un después, fue reprimida en puntos mínimos. Gases químicos y agua mezclada con gases químicos fueron profusamente lanzados sobre los manifestantes que se encontraban a una cuadra de La Moneda. No importa. Desde hace ocho días es el aire natural que se respira en Santiago.
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