miércoles, 30 de octubre de 2019

Chile. Jornada 13 del alzamiento popular: Piñera cruje

Andrés Figueroa Cornejo 


Cuando corre la jornada treceava del alzamiento popular en Chile, no existe agrupación ni partido político capaz de liderar la movilización. Sólo existen convocatorias anónimamente viralizadas o firmadas con publicidad. Pero se trata sólo de convocatorias, de anuncios de puntos de encuentro. Esto es, resulta imposible en términos reales, que alguna fuerza en particular o grupo de interés, por bienintencionado que sea, pueda arrogarse el acaudillamiento de una pueblada cuya fortaleza se sostiene principalmente en la juventud, en estudiantes, trabajadores menores de 30 años, en escolares feministas que enarbolan la bandera mapuche, en quinceañeros animalistas y veinteañeros eco-luchadores. Por supuesto que participan diversas generaciones de pueblo empobrecido y profesionales precariados. En esta nota sólo se releva al sujeto social predominante. Que de jubilados en la miseria también se aplanan las calles del país.
Este 30 de octubre, el aún presidente Sebastián Piñera informó que los encuentros internacionales APEC (Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico) y COP25 (Conferencia sobre el Cambio Climático de la ONU) ya no tendrán por sede a Chile. Algunos gobiernos habían anunciado días antes que no asistirían a las cumbres multinacionales debido a las protestas populares.
Del mismo modo, el peso se deprecia verticalmente respecto del dólar y las acciones de las empresas que cotizan en los casinos bursátiles se desploman a diario. El disruptivo retorno de Chile a Latinoamérica, en todos los sentidos, pero sobre todo financiera y económicamente, adelantan el despliegue de la crisis mundial en curso, y cuyo pico se pronosticaba para el año venidero. La imagen país y su atractivo para la inversión capitalista, desapareció en menos de dos semanas. La paz social que requiere el gran empresariado para su reproducción y ganancia, comienza a extinguirse. Piñera y su administración se vuelve un escollo para los grandes grupos económicos. Pero los ricos no tienen amigos sino que intereses. Por tanto, si Piñera, aun siendo de los mismos, pone en riesgo sus utilidades, pues se cambia.
Las causas de la crisis social y la exposición nítida de la lucha de clases, se han situado genéricamente en la desigualdad social y la ausencia de derechos sociales y humanos garantizados. Al respecto, el académico marxista argentino Rolando Astarita, en un artículo reciente señala que, “el crecimiento capitalista en Chile genera riqueza, y en relación a esa riqueza, la pobreza aumentó. Es que la pobreza se define en relación con la riqueza general de la sociedad. Y en particular, en relación a la riqueza concentrada en la clase dominante”.
En el mismo texto, Astarita cita a Marx cuando el filósofo habla de períodos en los cuales aumenta el capital productivo: “Una casa puede ser grande o pequeña, y en tanto las casas circundantes sean igualmente pequeñas, la misma satisface todos los requisitos sociales que se plantea una vivienda. Pero si se levanta un palacio junto a la casita, esta se reduce hasta convertirse en una choza”.
La explicación aplica en algunos segmentos medios de la sociedad chilena que, ciertamente, no remuneran el salario mínimo, ni el promedio nacional de los sueldos que es apenas un poco superior al mínimo. Al respecto, debido al liberalismo ortodoxo impuesto desde la segunda parte de los 70’ del siglo XX, en Chile las mercancías en forma de bienes y servicios saturan todas las relaciones sociales existentes. Todo tiene valor de cambio o debe comprarse o venderse. En consecuencia, es el propio pueblo en su automovimiento quien debe conquistar esos derechos sociales, sin que tengan que ser costeados por los salarios o ingresos (la relación entre trabajo en relación de dependencia y el trabajo informal es prácticamente mitad y mitad), los cuales ya están deprimidos sustantivamente por la deuda doméstica.
Siempre en el campo de las causas del alzamiento popular y la hegemonía de la juventud en ella, al menos cabe dejar planteado que el régimen capitalista específico del país, al sostenerse, tanto por efecto como premeditadamente, sobre una alienación y disciplinamiento social altamente sofisticado y represivo, produce su propia negación. La juventud se observa así misma carente de porvenir, distópica, muy lejos de la épica que alimentó a la generación de jóvenes que lucharon contra la dictadura. Esta vez se trata de menores de 30 años que nacieron a la consciencia en medio de una crisis civilizatoria y de horizonte de sentido. Amanecieron existencialmente secuestrados por el calentamiento global, la guerra armamentista atómica y la más feroz incertidumbre; su tratamiento como segmento de mercado; su condición de súper explotado.
Por otra parte, y más allá de considerar que las asambleas constituyentes son procesos que se implementan luego de resolver el problema del poder (como lo ilustra la historia, tanto en América Latina, como en el mundo), cualquier transformación estructural para conquistar parcialmente el bienestar de las grandes mayorías, tiene como condición la caída del régimen de Piñera.
En tanto, la humanidad desarmada de los pueblos de Chile está llamada a procurarse su más pronta auto organización y autodefensa racional básica.
Es insoportable el olor de la sangre de tanto pobre asesinado, torturado, violado, desaparecido, baleado, tuerto y malherido por las municiones del monopolio de las armas del Estado.
La resistencia continúa y el final es abierto.
Fotos: Osvaldo Tello, Antonio Kadima, CC y AFC.











sábado, 26 de octubre de 2019

Chile. Millones de corazones para cambiar la vida

Andrés Figueroa Cornejo 
25 de octubre de 2019, Santiago de Chile, octava jornada de movilización popular. Alrededor de dos millones de personas en la capital y tres millones en todo el país, marchando. Las grandes alamedas, avenida y espalda fundamental de esta plaza austral que contiene 18 millones de seres humanos, se intimidaron ante tanto mundo reunido.
Todos los géneros nacidos y por nacer, todo el amanecer agrupado. Nadie hegemonizó. Ni un partido político ni muchos partidos políticos. Ningún grupo de interés ligado al poder. Ni líderes de ocasión, ni ex líderes, ni post líderes. Los átomos diversos de tanta humanidad constelada no hicieron ni escucharon discursos. Simplemente se reconocieron como iguales y únicos. Contradictorios, frágiles, veteranos, recién brotados. Mestizo, mapuche, pálido, feminista, ambientalista, crítico absoluto, crítico parcial, combatiente contra el régimen capitalista, antimilitarista rabioso, luchador por los derechos sociales y humanos. Aventurero, tímido, nostálgico, futurista, huraño, besador. Combinado y asimétrico. Tal cual la realidad cuando se expresa plenamente.
(La televisión de los pocos dueños de todo, dice que “habló la calle”. Donde pone “calle” debe ir “pueblo”. Releva hasta el hartazgo que se trató de “la marcha más grande de la historia de Chile”, pero, premeditadamente, convierte el medio en el fin. Fetichiza el instrumento popular. El objetivo, la justicia social y las transformaciones estructurales para vivir con la dignidad que aún no existe, lo rezaga a un lugar anecdótico. No importa, porque al menos tres millones de corazones saben la verdad.)
La encuesta Pulso Ciudadano de Activa Research “Crisis en Chile”, realizada los días martes 22 y miércoles 23 de octubre pasados, reveló que las movilizaciones cuentan con un 83 % de aprobación popular. El rechazo al gobierno de Sebastián Piñera alcanzó el 80 %. El ministro del Interior y primo-hermano de Piñera, Andrés Chadwick, tuvo apenas un 5% de aprobación. El 61,5 % de los consultados consideró que las medidas anunciadas por Piñera no son suficientes para resolver la crisis devenida, principalmente y según el 56 %, de la desigualdad social. Casi el 89 % de los sondeados estima que es preciso aumentar el salario mínimo, mientras el 77,5 % que los servicios básicos deben bajar de precio.
¿Qué banderas hubo? Dos: de Chile y del Pueblo Nación Mapuche. Es majaderamente necesario reiterar que nadie condujo la marcha. Esto es, nadie puede “capitalizar” electoralmente la movilización millonaria. Cuando la gente grita que “Chile despertó”, se quiere significar que la población mayoritaria de las clases populares y trabajadoras ya no está dispuesta a sobrevivir como lo ha hecho hasta ahora. Que las relaciones sociales, el orden establecido, deben modificarse orgánicamente. Este es uno de los procesos históricos en que la magnitud, la cantidad, alcanza un nivel capaz de dar un salto de cualidad respecto de una situación determinada. La inflexión de calidad es histórica. Por tanto, las cosas ya no pueden mantenerse como hasta ahora se desenvolvían. Lo público cuestiona lo privado; el protagonismo de la sociedad critica en la práctica el régimen de la oligarquía y la ganancia; el derecho a la vida subordina el derecho a la propiedad.
Las y los jóvenes, como los no tanto, exigieron la renuncia de Piñera, el fin del estado de emergencia, la vuelta de los militares a los cuarteles, justicia para los asesinados, malheridos, desaparecidos, violadas y torturados por uniformados durante estos días. Y también entonaron las canciones del grupo de rock Los Prisioneros, el más popular del país desde que lanzaron su placa “La voz de los 80” en plena dictadura pinochetista. Los temas más coreados fueron ‘El baile de los que sobran’, y ‘No necesitamos banderas’. Al respecto no es necesario abundar en explicaciones. Igualmente se vitoreó el estribillo del internacionalmente conocido “El pueblo unido”, y “El derecho de vivir en paz” del asesinado artista los primeros días de la tiranía, Víctor Jara. La canción de Víctor Jara fue creada en el marco de la solidaridad con el pueblo de Vietnam que entonces decidía su libertad e independencia, combatiendo contra las tropas estadounidenses.
La marcha que divide la realidad social entre un antes y un después, fue reprimida en puntos mínimos. Gases químicos y agua mezclada con gases químicos fueron profusamente lanzados sobre los manifestantes que se encontraban a una cuadra de La Moneda. No importa. Desde hace ocho días es el aire natural que se respira en Santiago.

viernes, 25 de octubre de 2019

Chile. El factor anticapitalista

Andrés Figueroa Cornejo 
Que el alzamiento popular en Chile ya transite su séptima jornada este 24 de octubre sin conocerse espacios sociales y políticos que por sí solos puedan proclamar sus prerrogativas sobre el movimiento, no significa que no existan organizaciones en su interior. De hecho, en medio de las multitudes, tanto en las concentraciones populares a escala territorial, como en las más centrales y visibles, los grupos sociales que se referencian con una identidad política distintiva son un lugar común.
La sensibilidad política general de la protesta se expresa en contra de las instituciones en su sentido más amplio. ¿Qué quiere decir eso? El malestar de la población corresponde a un complejo profundo que no limita con objetivos puramente económicos. Incorpora en sus motivaciones un acumulado histórico propio de las relaciones sociales devenidas del vínculo contradictorio entre señor y siervo, entre opresores y oprimidos. Entonces no se trata de una «masa» que persigue una mera “negociación sindical” o un “promedio” entre peticiones y ofertas. El movimiento no busca “un consenso”. No emergió desde abajo, volcánicamente, para “llegar a un acuerdo” con los poderes establecidos, independientemente de cómo se resuelva la coyuntura. El movimiento, en su propio despliegue y conforme a las particularidades originales de la sociedad chilena en un espacio-tiempo dado, crea la narración identitaria de su despliegue. “Renuncia de Piñera y establecimiento de una sociedad justa”, “Que termine la represión y el estado de excepción, el toque de queda, y que los milicos vuelvan a los cuarteles”, son conceptualizaciones elementales que podrían aproximarse, hasta hoy, este 24 de octubre, a las aspiraciones mediatas e inmediatas del alzamiento popular.
No obstante, y como parte dinámica de la realidad, por diferentes causas y momentos anteriores a la explosión de la protesta, existe, por ejemplo, un compuesto de dirigentes sociales ligados a fracciones del Frente Amplio y a la ex Nueva Mayoría, y su entorno no militante orgánicamente. No es una formación homogénea. Es inestable, pero su cemento se resume en un conjunto de acuerdos mínimos y vocación orientadora políticamente.
Pero no es la única fuerza que aspira a “tener su lugar en el mundo”, y en el movimiento real en lucha, con el objetivo de constituirse en autoridad democráticamente legitimada.
Además de grupos ligados a las culturas libertarias, y de otras tradiciones emancipatorias, se acaba de formalizar el Polo Social Anticapitalista. Según la dirigenta de la Central Sindical Clasista de Trabajadoras y Trabajadores de Chile, Catalina Rojas, “Nuestro llamado es a la conformación de un polo social anticapitalista que avance en la confluencia de organizaciones sindicales y sociales, y articule a trabajadoras, trabajadores, estudiantes y pobladores y pobladoras bajo una plataforma de lucha común que ponga como horizonte la lucha contra el capitalismo para acabar con toda opresión y explotación”, y añadió que, “este polo social debe germinar desde la independencia de clase sin permitir la cooptación de la clase en el poder ni de ninguno de sus organismos ni organizaciones”.
La sindicalista informó que “Se realizará una convocatoria amplia a conformar este bloque a todas las organizaciones que se definan anticapitalistas y antipatriarcales para levantar la articulación del pueblo en lucha”.
Sin dudas, no sólo se multiplica una politización y consciencia respecto de los derechos sociales y humanos por parte del movimiento popular y social que, en su derrotero, cuestiona el régimen de la ganancia e impone la necesidad vital del bienestar común, como no ocurría desde hace décadas. No sólo el miedo se desploma como arma disolvente del poder. También diversas composiciones políticas y sociales con mayores definiciones y tomas de posición, se suman al movimiento de desobediencia popular, esta vez, de manera diferenciada. Semejante comportamiento político amerita un análisis e interpretación que no cabe en una nota tan breve como la presente.
Al término del texto, el Instituto Nacional de Derechos Humanos reportó que este 24 de octubre hubo casi 3 mil personas detenidas en todo el país; 582 personas heridas, de las cuales 295 lo fueron con armas de fuego. En el centro de Santiago trascendió que hay 40 personas heridas con perdigones en la Posta Central. Los perdigones son municiones policiales de 6 milímetros, de metal recubierto con goma. Por eso tantos heridos han perdido la visión de uno de sus ojos. La comisión de DDHH del Senado solicitó a los uniformados la no utilización de perdigones. Sin embargo, las razones de la represión no platican con el parlamentarismo.

jueves, 24 de octubre de 2019

Chile. 6ª Jornada de lucha: Hasta que renuncie Piñera y prime el bien común

Andrés Figueroa Cornejo  
Ya en la sexta jornada de lucha del pueblo chileno por la conquista de sus derechos sociales y humanos inexistentes desde hace casi medio siglo, en las principales ciudades del país se realizaron marchas pacíficas que, a diferencia de las anteriores, no sólo reunieron a jóvenes entre los 15 y los 30 años de edad, sino que a una franja etaria que promedió los 35 a 45 años. ¿Por qué? Debido al llamado a huelga general hecho por la agrupación Unidad Social en cuyo seno está la Central Unitaria de Trabajadores, CUT, y, especial y numerosamente, la Asociación Nacional de Empleados Fiscales, ANEF.
No se trata de que existe todavía alguna organización o grupo de organizaciones sociales con la capacidad y autoridad popular suficiente para convocar por sí sola a las incontables personas que participan a diario y de manera exponencial en las manifestaciones. Al respecto, la crisis del sistema de partidos políticos y de aglutinamientos sociales dentro y fuera de la institucionalidad, es la norma hasta ahora. Ocurre sí, que la convocatoria a huelga general de este 23 de octubre, en efecto, contó con la asistencia de sindicatos, gremios y la autorización para marchar desde la Plaza Italia de Santiago hasta la calle Santa Rosa, hecho que, felizmente, permitió una caminata de inestable tranquilidad por un par de horas. Otro tanto ocurrió en Concepción, Valparaíso y otras localidades.
Pero no por permitidas, las marchas no fueron reprimidas por las Fuerzas Especiales de Carabineros, como se ilustra profusamente en las imágenes de la jornada.
De acuerdo a las autoridades de DDHH del país, oficialmente habrían 22 personas muertas, más de 5 mil detenidas, cientos de torturados, jóvenes violadas por uniformados, y población desaparecida.
Se mantiene el estado de emergencia y el toque de queda. En Santiago, a diferencia de días anteriores, se dictaminó el toque de queda desde las 22.00 del 23 de octubre hasta las 04.00 horas del 24 de octubre. O sea, se atrasó la medida con el probable fin de dar señales de normalización a los mercados.
En ese sentido, tanto JP Morgan como las bolsas internacionales golpearon la economía chilena, depreciando el peso respecto del dólar de manera ostensible, y castigando el riesgo país que orienta las inversiones. Ello, más las presiones de la costilla liberal de la derecha en relación a la conservadora, han provocado el distanciamiento y «quitada de piso» a Piñera y su régimen a causa de las pérdidas en las ganancias de los grupos económicos más poderosos e influyentes del país. Hay quienes aventuran que incluso podría ser posible que sectores de la propia oligarquía y la embajada de EEUU en Chile estén considerando seriamente la renuncia de Piñera y el término de su forma de enfrentar el alzamiento popular. De hecho, con la militarización de todo el territorio nacional, no se ha frenado el movimiento, sino que todo lo contrario, con el agravante de las negativas consecuencias financieras para la minoría ínfima del gran empresariado, clase social que es la que verdaderamente sostiene el orden existente, las relaciones sociales dominantes y el poder. Por eso la actual ingobernabilidad daña estratégicamente sus utilidades y multiplica su incertidumbre.
Este jueves 24 continúan las protestas. Que no por las utilidades, claro. Sino que por el bien común.

miércoles, 23 de octubre de 2019

Chile. Piñera pretende frenar el alzamiento popular con medidas de miseria

Andrés Figueroa Cornejo  
Aumenta la muerte de manifestantes. 15 personar dice el gobierno. Pero el asesinato militar es de cifra oculta, de desaparición de cuerpos, de criminal adoctrinado contra los pueblos. ¿20 a 45 personas? Los heridos y torturados son nomenclatura más opaca todavía. Al compañero mío Juan Caripán, dirigente de la toma de terreno en la comuna de Cerro Navia, la Violeta Parra, efectivos de la policía lo llenaron de perdigones en el rostro, violando todo procedimiento, mientras protegía junto a otros un almacén de barrio miseria para impedir su ataque. ¿De quién los ataques? Algunos delincuentes comunes. Sí. Pero también, según grabaciones hechas con teléfonos móviles ciudadanos, se sorprende a carabineros y militares destruyendo propiedad pública y privada, montando escenarios para justificar la represión más impune. Y además están los grupos fascistas mezclados entre la población que protesta, con el fin de fabricar violencia artificial.
¿Quiénes protestan? Una mayoría social entre estudiantes de secundaria y jóvenes de 30 años. El precariado sin miedo que exige en la práctica tomar el devenir y el futuro en sus manos.
El Paquete de Piñera
Este 22 de octubre, a las 21.30 horas, por cadena nacional el mandatario Sebastián Piñera, en un mensaje desesperado ante el escalamiento de las protestas, anunció medidas de lo que llamó “agenda social”.
¿Cuáles fueron los titulares de la batería de proyectos de ley que, supuestamente, tendrían que comenzar a tratarse inmediatamente en el Congreso? Piñera mencionó aumentos de las pensiones más bajas a cargo de aportes fiscales directos y complementarios. La demanda popular de No más AFP se mantiene tan vigente como desde el comienzo: el negocio privado del ahorro forzoso fue intocado.
Sobre el ámbito de la salud pública, anunció un seguro de enfermedades catastróficas con un techo que, superado, cubrirá el Estado. Dijo que se ampliará el Fondo Nacional de Salud, Fonasa, para reducir el precio de los medicamentos.
Refirió a un ingreso mínimo garantizado de 350 mil pesos mensuales (482 dólares) para las y los trabajadores. La diferencia entre el actual salario mínimo y el Estado lo pagaría el fisco, lo que significa que el “incremento” sería un nuevo subsidio al empresariado.  Señaló “mecanismos de estabilización del precio de la electricidad” y anular el casi 10% de aumento de la electricidad que se impondría en lo inmediato. Piñera indicó el envío de un proyecto de un impuesto de un 40 % a las rentas superiores a los 8 millones de pesos mensuales (11 mil dólares). En concreto, se trata de la invención de un nuevo tramo impositivo a los ya existentes. Asimismo, manifestó que las comunas de altos ingresos deberían contribuir a las de menos ingresos. También expresó la reducción de la dieta parlamentaria y de los más altos sueldos de los funcionarios públicos, y la limitación del número de diputados y de reelecciones. De igual modo, hizo referencia a un proyecto de ley de beneficio a la infancia; y a sala cuna universal. Dijo que se disminuirían las contribuciones para los ancianos más pobres.
La “agenda social” de Piñera, que intenta retornar la gobernanza al momento anterior a las masivas protestas, no satisface en modo alguno los derechos sociales y demandas elaboradas por el pueblo alzado. No existe ninguna modificación estructural en el régimen chileno basado en la explotación de humanidad y expoliación de la naturaleza. Los recursos fiscales para financiar el paquete “social” (que costaría alrededor de 1200 millones de dólares, según los tecnócratas del gobierno) provienen de las propias tributaciones regresivas que paga la población, como el IVA. Se desconoce si esas mismas medidas no vendrán de, por ejemplo, préstamos del FMI o el Banco Mundial cuyas consecuencias nefastas sobre los pueblos son bien conocidas en la región.
No se nacionalizará ni medio nacionalizará ningún bien natural, como el litio, el cobre u otro mineral. No se tocó el levantamiento del estado de emergencia, el toque de queda ni la militarización del país. Nada se dijo sobre los asesinatos cometidos estos días. Ni siquiera se movió un solo ministro.
Lo último: Piñera tuvo la cara de invocar un verso del fallecido poeta y narrador uruguayo Mario Benedetti. El literato inolvidable sabrá atormentar el mal sueño del postulante a autócrata chileno.

lunes, 21 de octubre de 2019

Chile. Disculpe las molestias, estamos luchando para usted

Andrés Figueroa Cornejo  
Destruido el miedo a la libertad, se desmoronan los dioses del poder y sus fetiches auxiliares. Una juventud con tantos motivos como estrellas disparando luz, que llena las arterias de todo Chile. Ya no es sólo Santiago, ni el pasaje del Metro, ni sólo estudiantes. A lo largo del país estrechado entre mar y cordillera, también se agregaron los trabajadores portuarios y los mineros de La Escondida. El martes 22 de octubre el paro nacional fue convocado por las y los trabajadores de la salud pública, área completamente hecha polvo por la falta de presupuesto y trágicamente famosa por los miles de pacientes que han fallecido en espera de su turno de atención.
No es posible dar cuenta de todos los momentos de resistencia y lucha que llenaron y aún acontecen durante la jornada del 21 de octubre. Históricas son las cifras de detenidos (el 21 solamente, se alcanzó el guarismo oficial de más de 1500 personas), heridos, torturados por la policía, familiares que buscan a manifestantes desaparecidos, y asesinados.
Sebastián Piñera y el equipo central que administra el Estado oligarca, policial y militarizado de Chile, ya están estorbando hasta las clases dominantes. La bolsa ha caído un 4 por ciento y en cualquier instante se puede comunicar la debacle en el ranking de riesgo país. Lo cierto es que la imagen país está enterrada, librada al despeñadero de la fuerza de gravedad y descrédito para la inversión capitalista.
Por arriba, la institucionalidad no da pie en bola. Este lunes en la principal sede de la Central Unitaria de Trabajadores, CUT, de la capital, los presidentes de los partidos de la oposición institucional (de la Democracia Cristiana hasta el Frente Amplio y el Partido Comunista) se reunieron para acordar, sin éxito, alguna propuesta de salida política en común. Como no fue posible, se reunirán mañana 22. En la misma sede se efectuará una Asamblea Popular sindical y gremial.
Mientras tanto Piñera comienza a sentir la soledad y hostilidad de sus ex partidarios. Por cadena nacional habló de que está en guerra contra una entelequia que no explicó qué era, pero que tendría planes, organización y poderes sobrenaturales. No le creyó la vieja y terrorista retórica del alucinatorio enemigo interno ni siquiera el jefe de seguridad nacional, el general Iturriaga del Campo, puesto en ese cargo especial para casos de estado de emergencia y toque de queda por el propio Piñera. El militar, especialista en doctrina de guerra, dijo por la mañana del día siguiente que, “soy feliz y no tengo enemigos”. Horas antes, una fracción más “liberal” de la derecha, en voz de su intelectual orgánico y fabricación de la cadena oligopólica del diario El Mercurio, Carlos Peña, ya se desmarcaba por televisión del discurso oscurantista. Uno tras otro, los dirigentes de su sector expresan sus grietas políticas y le quitan el piso.
La solidaridad internacional, ternura de los pueblos y mano que nutre el ánimo incombustible de la población en lucha, se multiplicó como pan repartido por todo el mundo. Y también la resistencia mapuche tendió su mano. Diplomacia de los pueblos, le dicen.
Cuando la realidad es sólo tránsito, fugacidad, incertidumbre y combate pacífico por la conquista de los derechos sociales y humanos, este 21 de octubre, en el centro de Santiago (que no está muerto, Silvio, que no te lo mataron, como profetizaste en una canción hace más de cuatro décadas), el movimiento real, el factor subjetivo, las fuerzas sociales, en su protesta chocan contra los intereses de la minoría insignificante en el poder. Esa humanidad es sobre todo juventud de vocación libertaria. Antimilitarista, encara a los militares para que se vuelvan a los cuarteles, que esto no es cuestión de ustedes. Antifascista que ofrece razones y exige bienestar social ahora ya.
Ruge la esperanza en el temblor de la libertad; la democracia de decisiones comunitarias; la vida nueva y creada socialmente. No más objeto, ni mercancía, sino que sujeto protagonista, respetuoso de la naturaleza, feminista.
Esta inflexión histórica se encuentra en pleno desarrollo.

sábado, 19 de octubre de 2019

Chile. Santiago alzado: No es el Metro, es el pinochetismo que agoniza


Andrés Figueroa Cornejo 


Ver a mi pueblo humillado huyendo, pisoteado, gaseado, baleado, apaleado, es mi derrota.

Ver a mi pueblo desesperado buscando una salida, es mi derrota.

¡Nosotros y nuestras derrotas somos invencibles!

Mauricio Redolés

"Protesto por tanta injusticia, por tanto abuso y porque nuestra voz no es escuchada jamás", dice una persona anónima, un perfecto y corriente desconocido en la Plaza Ñuñoa de Santiago. Ya es sábado 19 de octubre y las protestas populares que arrancaron con el alza del pasaje del Metro, se han tornado en expresión de los derechos sociales inexistentes en un país que representa la caricatura del manual del liberalismo ortodoxo más doctrinario. Las relaciones sociales, vueltas mercancía; los bienes comunes privatizados; una oligarquía conservadora culturalmente y rabiosamente liberal en el plano económico. Un orden sintetizado desde la dictadura militar como Estado policial y antipopular; fiesta de la concentración capitalista, y dominio de los grandes grupos económicos que brutalmente destruyen competencia, imponen los precios y subordinan a las pymes en la cadena de valorización, de acuerdo a la proyección de su tasa de ganancias. Chile primario exportador, plataforma financiera de buena parte de Sudamérica, agobiado por el extractivismo y sus consecuencias nefastas sobre las comunidades y la naturaleza. Chile desigual, que importa no sólo las tecnologías que no producen sus industrias ausentes, sino que hasta los alimentos y los bienes textiles. Chile dependiente de la economía China, estadounidense, de Europa y al final, del intercambio con los países de la región. Chile grisáceo, suicida, explotado y expoliado: viejos que no quieren jubilar porque los espera la miseria, y jóvenes sin porvenir con o sin títulos de educación superior.

“Yo voy a protestar hasta que se arregle la vida”, afirma una joven que golpea una cacerola ante la cara de un militar. Sí, un militar. Porque el presidente de ultraderecha Sebastián Piñera, una de las piezas de Washington en el continente, y su equipo de gobierno, con el fin de terminar con las poderosas manifestaciones populares del 17 y sobre todo del 18 de octubre, en la madrugada del 19 decretó el estado de excepción en su forma de estado de emergencia constitucional. ¿Qué significa? Además de aumentar todavía más la dotación de Fuerzas Especiales de Carabineros, la seguridad nacional queda en manos del general Iturriaga del Campo durante 15 días y tropas militares se toman las calles de la Región Metropolitana. Se prohíben las protestas, las reuniones públicas y la movilización. Es un virtual estado de sitio y con posible toque de queda basado en la Doctrina y Ley de Seguridad Nacional Interior del Estado. O sea, el enemigo político militar del Estado y sus administradores es el propio pueblo chileno. Aunque el pueblo, en este caso, sólo se manifiesta pacíficamente. Está desarmado. Su izquierda política está diezmada. La institucional y la otra. Claro que el pueblo tomó la precaución hace mucho tiempo de no tener ninguna confianza con ninguna institución, desde la nomenclatura de la iglesia católica hasta el sistema de partidos políticos tradicionales. Lo cierto es que la toma de las calles por el ejército, en vez de amedrentar al pueblo de Santiago, ha multiplicado su indignación. Así, pese a que más de algún militar hace puntería sobre la gente, los manifestantes se les acercan, les sacan fotografías y los emplazan a volver a los cuarteles. Pero las fuerzas de guerra en vez de marcharse, provocan a la ciudadanía realizando ejercicios bélicos en plena Plaza Italia de la capital chilena.

La consigna inmediata es “Fin al estado de emergencia”. El miedo ya no derrota la protesta. Por cadena nacional, Piñera informa que presentará una propuesta para “amortiguar” el alza del pasaje. Pero además de ofrecer represión, no existen soluciones, mientras el mandatario se encuentra reunido con su equipo.

Hace un par de días nadie habría imaginado que Chile sería protagonista de un levantamiento popular pacífico no sólo contra el mal gobierno, sino que contra la totalidad del régimen profundo chileno y sus relaciones sociales. Subterráneamente, de manera invisible, el malestar de las mayorías sociales se acumuló durante largos años, expresándose de manera parcial mediante luchas desagregadas.

Tras las protestas no hay partidos políticos ni organizaciones sociales puntuales. De hecho, la oposición institucional llegó tarde y nadie la ha llamado, más allá de que ha opinado de manera tibia y distante sobre una medida gubernamental extraordinaria, como si viviera en otro mundo.

Los personeros de gobierno hablan de unidad nacional y de mesas de diálogo. Pero la desigualdad social, la precarización general de la vida y los atropellos acumulados son los condimentos que explicitan la lucha de clases de manera multidimensional, más allá de reivindicaciones estrictamente económicas que motorizan parcialmente el movimiento. Y no habrá comisiones ni mesas de diálogo que resuelvan contradicciones irreconciliables.

Como naranjos encendidos y luego de décadas, amanece el pueblo chileno. Y no hay que olvidar jamás que este mismo pueblo hace casi medio siglo eligió con el voto al primer presidente marxista en la historia. ¿No será la consciencia popular de la sociedad mayoritaria chilena un estado de latencia que se despierta como irrumpe un relámpago en mitad de la noche?



Chile. Ante la lucha por la tarifa social del transporte público, Piñera impone estado de emergencia

Andrés Figueroa Cornejo  
Piñera aplica restricción de libertades cívicas por movilizaciones sociales: prohibido reunirse y los militares a la calle
Al igual que en dictadura, por cadena nacional, con el fin de disciplinar, atemorizar y reprimir impunemente, y con la excusa de incidentes repetidamente televisados, el presidente Sebastián Piñera para ahogar el descontento social por la alza arbitraria del pasaje del Metro, decretó estado de emergencia en la Región Metropolitana. El general Javier Iturriaga quedó como «jefe de la seguridad nacional» y será responsable de Santiago durante 15 días. El estado de emergencia prohíbe la libertad de reunión pública, de movilización, el derecho a protestar, y permite a los militares a cumplir funciones de la policía.
Todavía no termina de secarse la ropa del autor del presente texto, luego de ser bañado junto a tantos por los carros lanza aguas de las Fuerzas Especiales de Carabineros que arrojan una mezcla líquida de toxinas lacrimógenas e irritantes de origen desconocido, cuando aún resuenan las cacerolas y los gritos en contra del mal gobierno en innumerables comunas de la Región Metropolitana.
Esta vez no sólo se trata de escolares, de secundarios o de la resistencia del pueblo nación mapuche. La protesta frente al alza del pasaje del Metro S.A. de Santiago inició apenas la semana que este viernes 18 de octubre termina, y con velocidad lumínica alcanzó una masividad no vista desde las protestas contra la dictadura. No confundir la masividad aquí mencionada con los niveles de violencia organizada de los años en que el tirano todavía gobernaba. El salto de calidad de la lucha social alcanzado por la cantidad de sujetos sociales en ella integrados tiene de desobediencia pacífica popular y ciudadana.
La causa inmediata del despertar de la población santiaguina fue la segunda alza consecutiva del año de uno de los pasajes más caros del mundo de transporte colectivo subterráneo o Metro. Ello impulsó a los jóvenes estudiantes escolares a realizar «evasiones masivas» en ese medio de transporte. Esto es, saltar los torniquetes de entrada a los andenes del Metro. La práctica se generalizó velozmente y entonces las estaciones se convirtieron en cuarteles y comisarías policiales.
Al respecto, el Presidente del Sindicato de Trabajadores del Metro, Eric Campos, señaló que, «El problema es el alza del pasaje. Compartimos absolutamente la legitimidad de la demanda en contra del alza de los pasajes del Transantiago. Nos parece que es el momento que el gobierno saque a los carabineros de las estaciones y ponga en una mesa a los trabajadores y a los estudiantes a conversar.»
Sobre el protagonismo original de los escolares, el dirigente indicó que, «las sucesivas alzas del pasaje en estos últimos dos años responden a los caprichos de la ministra Hutt (Transporte), en la medida en que compra buses eléctricos y no licita con las nuevas bases del Transantiago, el pasaje se encarece y esos caprichos los están pagando los padres y las madres de esos estudiantes, que hoy con mucha razón se manifiestan porque ven que sus salarios no alcanzan», y añadió que, «de los $810 (1,2 dólares) que los trabajadores pagan en el Metro, la empresa no recibe más de $490, la diferencia del alza va a financiar el fracasado plan de transporte Transantiago, ahora mal llamado Red Movilidad».
El Transantiago corresponde a un servicio de buses de transporte colectivo de propiedad privada creado bajo el gobierno del socialista Ricardo Lagos Escobar a comienzos del siglo XXI, y que ha sufrido una serie de transformaciones e incluso ha estelarizado escándalos financieros. Cuando un usuario paga un pasaje del Metro, al mismo tiempo está cubriendo los gastos que comporta la pésima gestión del Transantiago.
Sobre el precio del pasaje del Metro, el sindicalista propuso establecer una «tarifa social accesible». Campos dijo que, «no puede ser que la tarifa que se cobra a los usuarios de Santiago alcance el 15% de un salario mínimo líquido. Se requiere que los millonarios subsidios que se ponen en el Transantiago impacten en la tarifa. Los ciudadanos de Santiago pagan doblemente la tarifa, la pagan desde su bolsillo y la pagan a través de los subsidios».
Frente a esto agregó que «Nosotros sin temor creemos que llegó el momento del debate de la estatización del transporte público».
Lo cierto es que el alza del pasaje del Metro ha funcionado como un verdadero catalizador y gatillante del descontento social ante el conjunto de derechos sociales y humanos inexistentes en Chile. A diferencia de la «imagen país» que el marketing ultra liberal pretende instalar entre los inversionistas del extractivismo y los negocios financieros, la sociedad chilena cuenta con promedios salariales que no le permiten llegar a fin de mes, fenómeno que vuelve la deuda doméstica en una tragedia de infinitas cuotas. Por lo demás, con el objetivo de mantener y aumentar la tasa de ganancias de los grandes oligopolios y monopolios que operan en Chile, se ha incrementado explosivamente el empleo informal, así como los accidentes y enfermedades asociadas a las malas condiciones laborales y de sueldos. Por eso, este 18 de octubre, la Alameda, arteria principal de la capital del país andino, junto al no pago masivo del Metro, ha sido escenario de protestas donde la represión del Estado policial chileno ha enseñado su dentadura fascistoide, resultado del proceso de militarización de Carabineros, inaugurado en los 80 del siglo pasado y perfeccionado durante los gobiernos civiles.
Heridos graves con balas del armas de servicio de la policía, balines, apaleados, detenidos, presos, aún se cuentan en tanto no acaba la jornada de manifestaciones.
Al igual que en dictadura, por cadena nacional, con el fin de disciplinar, atemorizar y reprimir impunemente, y con la excusa de incidentes repetidamente televisados, el presidente Sebastián Piñera para ahogar el descontento social por la alza arbitraria del pasaje del Metro, decretó estado de emergencia en la Región Metropolitana. El general Javier Iturriaga quedó como «jefe de la seguridad nacional» y será responsable de Santiago durante 15 días. El estado de emergencia prohíbe la libertad de reunión pública, de movilización, el derecho a protestar, y permite a los militares a cumplir funciones de la policía.
Sin dudas, el cuestionamiento de la gobernanza política de un país que hasta ayer nada más parecía una taza de leche, impactará negativamente en el precio del cobre, otras materias primas, bonos del Estado y paquetes financieros ligados a los fondos jubilatorios del privado sistema de AFP, que se cotizan en bolsas internacionales; a la vez que las calificadoras de riesgo, terror de la tecnocracia liberal en el poder, podrían degradar la ‘confiabilidad’ del país para eventuales inversionistas.

sábado, 12 de octubre de 2019

Chile. 12 de octubre: La marcha mapuche concita a miles, es reprimida sin éxito y abraza a indígenas de Ecuador

Andrés Figueroa Cornejo 
Plomizo lucía el encielado santiaguino mientras este 12 de octubre en la capital de Chile, y por la Alameda, de cordillera a mar, miles de mapuche y mestizos marcharon por la vida, el agua, la tierra, los territorios, la desmilitarización del wallmapu, la libertad de los prisioneros políticos y contra un Estado que a un pueblo entero da trato de ‘terroristas’.
Desde temprano, las Fuerzas Especiales de Carabineros o policía militar chilena efectuaron controles de identidad mientras desplegaron un dispositivo de seguridad de magnitud oceánica. Sin embargo, y pese a la represión y detenciones habituales del Estado racista, oligarca y policial del país andino ante cualquier movimiento que disienta con el orden establecido, la caminata brilló por su organización y el cumplimiento de sus objetivos.
Las voces del camino
“Lo que en un principio fue calificado de suicidio, hoy es un homicidio”, dice Marcelino Collío, suegro de Macarena Valdés, la luchadora ambientalista mapuche hallada muerta hace tres años en Tranguil, Los Lagos, sur de Chile. “Los tribunales han sido irresponsables y cómplices en el caso de Macarena. Con todas las pruebas científicas que hemos entregado hasta ahora, ya no debiera caber ninguna duda del asesinato. Sin embargo, la justicia se resiste a reconocerlo”, señala Marcelino y continúa, “están los peritajes del doctor Luis Rabanal, de la doctora Cerda, de la Policía de Investigaciones, que dicen que en la propia cuerda con la que colgaron a Macarena hay huellas de terceros. Y finalmente está el informe que aportó la Haya a través del médico John Clark, quien efectuó un meta peritaje que incluso describe la forma como mataron a ‘La Negra’. Se ha llegado al absurdo de que tribunales ha desechado testimonios sobre el homicidio porque el caso no lo consideran un crimen sino que un suicidio”.
-¿Y qué les resta por hacer?
“Durante los próximos días entregaremos a tribunales dos peritajes más. Si pese a ello no varía la situación, buscaremos justicia en otras partes porque el Estado chileno no la garantiza. Suponemos que la justicia internacional tendrá las facultades para presionar a las cortes chilenas sobre la verdad de un asesinato cometido con todas las pruebas a la vista.”
Antonia Huentecura es mapuche urbana, “no por opción, sino que por la imposición de una migración forzada. Entonces resistimos desde donde estamos. En la ciudad nos encontramos en las poblaciones, en los espacios educativos y laborales. La mantención de nuestra lengua y de la producción de bienes simbólicos y textiles mapuche también son un territorio”.
-¿Su resistencia es simbólica y económica al mismo tiempo?
“El caminar nuestro en la ciudad no se aleja de la autodeterminación ni de la autonomía. Cuando resolvemos autoeducarnos es una decisión nuestra, no del Estado. Y esa formación propia es deconstrucción del ‘blanqueamiento’, es práctica descolonizadora. Asimismo creamos joyería, instrumentos musicales y bienes mapuche que vendemos para autogestionarnos la vida misma. La calles se convierten en un espacio de lucha, de denuncia, de sobrevivencia.”
Antonia pertenece al Bloque Antipatriarcal Mapuche y al colectivo de economía solidaria Nañawén. Respecto del levantamiento de los pueblos indígenas en Ecuador indica que, “lo admiramos y, a la vez, no nos sorprende. El liderazgo femenino indígena en los movimientos populares del continente se ha vuelto corriente. Nosotrxs siempre decimos en forma irónica, ‘ahora se vinieron a dar cuenta que el dinero no se puede comer, que si no cuidamos la tierra desaparecemos todxs’. La lucha contra el régimen patriarcal y capitalista que nos oprime demanda enormes sacrificios de la humanidad. A mis hermanxs de Ecuador les digo que esta lucha la ganaremos porque con nosotrxs van nuestros ancestros”.
El vocero de Arauco y que hace parte de las comunidades territoriales en conflicto, José Huenchunao, cuenta que, “las empresas con las que tenemos problemas se han retirado de nuestra zona debido a que las comunidades las hemos expulsado. En cuanto ingresan de nuevo a nuestros territorios, la cosa cambia, por supuesto. La resistencia de nuestro pueblo está viendo sus frutos. Ya podemos hablar de franjas de tierra que mantenemos semi ocupadas”.
-¿Cuáles son las conquistas principales?
“Espacios territoriales semi controlados; se han alejado empresas forestales de nuestras tierras; hemos frenado inversiones capitalistas mineras, turísticas y pesqueras. Ello nos ha permitido cobrar mayor organización.”
-¿Y económicamente?
“Ha mejorado la vida de las comunidades. Con las recuperaciones territoriales ahora tenemos más holgura para sembrar y criar animales. Y eso nos permite realizar trueque y ventas para hacernos de lo que no producimos aún. Mira, todavía no hemos resuelto cómo será la economía mapuche, pero gracias a la lucha hemos logrado llegar a plantearnos esta cuestión que antes nos resultaba imposible. Contamos con principios: toda economía mapuche debe ser comunitaria, donde prime el bien común y no la ganancia privada.”
-¿Cuál es su proyecto estratégico?
“Reconstruir un territorio histórico y la liberación de nuestro pueblo. Pero una liberación anticapitalista, una liberación según nuestros modos de pensar y hacer el mundo.”
-¿Qué piensas de los combates que libran los pueblos indígenas de Ecuador?
“Los distintos pueblos indígenas que hoy luchan contra las políticas abusivas del gobierno del Ecuador de Lenín Moreno, presidente de derecha y de corte capitalista neoliberal, cuyo gobierno defiende los intereses de las corporaciones capitalistas que tienen sus inversiones en los territorios indígenas y que son los responsables directos de la usurpación y devastación de esos territorios, cuentan con todo nuestro apoyo político.
Como pueblos hermanos, nos une la lucha por la existencia, la lucha por la resistencia cultural y política, la defensa, respeto y liberación de nuestros territorios. Nos une la misma historia de despojo violento del cual fuimos objeto por los Estados que hoy ocupan nuestros territorios. Valoramos profundamente sus acciones políticas y consideramos que lo están haciendo es una evidencia irrefutable de que los pueblos indígenas que alguna vez los Estados creyeron derrotados, están plenamente vigentes. Somos pueblos con memoria, con capacidad organizativa y lo lógico es que los gobiernos no pueden tomar determinaciones sin nuestro consentimiento.
Lamentamos que los costos de la lucha siempre traen sangre, muerte y encarcelamiento. Esto lo hemos sufrido a lo largo de cientos de año de brutalidad, discriminación racial, despojo territorial y crímenes de lesa humanidad que siguen en nuestra memoria. Valoramos su valentía en desarrollar tal nivel de movilización política y social que hoy son un ejemplo para otros pueblos indígenas del continente y del mundo. Una muestra de valor para nuestras legítimas y justas causas ante la opresión que los Estados ejercen contra nuestros pueblos.”