sábado, 28 de septiembre de 2013

Chile: La Canción de Patricia

“Hay 10 mil veces más coincidencias entre el cristianismo y el comunismo que entre el cristianismo y el capitalismo
Fidel Castro


“44. Todos los que habían creído vivían unidos; compartían todo cuanto tenían,
45. vendían sus bienes y propiedades y repartían después el dinero entre todos según las necesidades de cada uno.
Hechos de los Apóstoles, Capítulo 2



Andrés Figueroa Cornejo 

Cuando decidiste desbaratar el cáncer, simplemente abandonándolo para siempre y quedándote en medio de nosotros también para siempre el 23 de septiembre que pasó en Santiago de Chile, yo sabía que no eras allendista en lo de la Unidad Popular. Que eras una pendeja, militante convincente de la juventud de la Democracia Cristiana, brazo de ese partido que intenta representar junto a otras concesionarias y emprendimientos y grupos de interés, hoy vacíos, los intereses de la embajada norteamericana.

Pero lo importante, pese al olvido que apesta como nuevo rico, es que tú, Patricia Roa Fenero, como dirigenta de secundaria del Liceo Nº 4, el mismo día del golpe de Estado de 1973, al contrario de tanto joven demócrata cristiano y de la dirección hegemónica de ese partido que brincó de dicha, brindó con champaña y aplaudió a rabiar y con rabia anticomunista al generalato mientras La Moneda se eternizaba como lección para los pueblos del mundo; tú, Patricia Amalia, podrida de indignación, contraviniendo la orden del partido, te colgaste de la bandera chilena izada para celebrar la ruina de Allende en el patio de tu colegio porque el olor de la muerte y la infamia te sublevaron. Desde entonces no te detuviste, espada de la resistencia pacífica, en los años de plomo. Ahí están tus fotografías, flaca y en blanco y negro, mientras te arrastran otra vez, presa por la tiranía.

Otros, incluso muchos allendistas, incluso miristas, incluso súper revolucionarios, incluso líderes del más alto rango de los partidos de la propia Unidad Popular, ese mismo día y a esa hora en que intentaste con tus pocos kilos hundir el estandarte elevado por los vencedores, ya telefoneaban a embajadas donde refugiarse y salvar el pellejo cuando sólo días antes juraban lealtad espartana a Salvador Allende, al proyecto de la UP, a los intereses de los trabajadores y los pueblos. ¿Te acuerdas, Patricia, cuando en El Suceso -boliche único casi frente a La Moneda, en plena Alameda, plantado entre los cadáveres de la Central Unitaria de Trabajadores y de la sede del Partido Demócrata Cristiano  actuales- hablamos largamente sobre por qué Allende en su discurso final se despide de todos, menos de los partidos políticos de la UP?

Si en los cordones industriales, en las corridas de cercos de mapuche y campesinos en el campo, en los comandos comunales de autoabastecimiento, es decir, en las expresiones más maduras del poder popular en aquel período, el pueblo insurrecto, con o sin partido, se volvió protagonista libertario, superación autovalente de toda servidumbre conocida hasta ese momento en la historia chilena, transformado por necesidad y conciencia en voluntad que destruye el fatalismo y el miedo, ¿por qué algún feligrés de capilla ortodoxa, podría extrañarse de tu conducta, Patricia, de un acto rebelde que se ampliaría durante la dictadura? (En una fotografía te veo en una arteria capitalina abarrotada de policías, al lado de Andrés Aylwin, luchador intachable por la causa de los derechos humanos y que, siendo hermano del golpista y primer presidente de la ronda de gobiernos civiles desde los 90’ del siglo anterior, Patricio Aylwin, dejó la Concertación por diferencias axiológicas y políticas con sus posiciones. Una nueva prueba de que en política la genética no corre, no explica, no cuenta. Por eso el nepotismo, los apellidos y el ADN, en política son mitología faraónica, romana, estrategia del poder fundada sobre sus intereses y propalada para formar sentido común y opinión pública favorable. Mierda.)

Patricia, el verso de Cameron nos condensa cuando dice que “En verdad salí cachorro / en la calle me hice perro”. Mientras un puñado volaba torres, disparaba contra el enemigo, llenaba botellas con combustible para defenderse como lo hacen los plebeyos alzados, apilando piedras efectivas y resorteras; tus municiones fueron la protesta pública desde los inicios del levantamiento popular en el Chile de 1983 y hasta tu último día. En buenas cuentas, tu lucha fue una forma más, proveniente de la resistencia histórica de los oprimidos. Otros, demasiados, se ocultaron con mil excusas en las faldas de la dictadura, en el silencio, en el pasmo, en la familia pequeña Tú también, Patricia, tenías hijos. E incluso otros deberes familiares que sólo una mujer entera podrían enfrentar.

Sé que hace años “te llamaban loca” y que, por ahí, tú acentuarías la parte de esa canción que sigue “pero fue por amor”. Sé que conocías a medio mundo, que la Concertación y tu partido político, derechizado como siempre, pero en los últimos 20 años, con alevosía, te castigó por las mismas razones que cementaron la amistad nuestra. Sé que como tantos, te entristecía nuestra incapacidad para crear una alternativa política  popular, superadora del capitalismo. Sé que preparaste hasta el último detalle de tu funeral en el Cementerio General de Santiago. Y reconozco tu honorabilidad política de elegir ese lugar y no otro.

¿Cuáles son los elementos de tu corazón que se quedan en la habitación mejor iluminada de los nuestros? Que tanta lealtad, que tan peleadora con la vida, que el cigarrillo infinito y un par de vasos de pisco con gaseosa, que ácida, crítica, reflexiva, mata-come-mierdas, impulsiva, busca vidas y busca pleitos, la mejor conversadora, el cariño sin nombre por tus hijos, díscola de verdad, trabajadora sin horario y en cualquier empleo, encariñada hasta los huesos con el cura más comunista conocido, Alfonso Baeza; la combinación tensa entre los principios del Cristo de los pescadores –ese palestino encubierto- y una socialista revolucionaria no confesa.

Por eso Patricia, cuando te encontraron el cáncer –seguro estoy, aparecido por los dolores profundos, las pateaduras, las detenciones, las heridas innombrables, las situaciones límites en la dictadura y en la cotidianidad (si es que pueden separarse)- y las cosas se volvieron azules e intercambiamos correos, tú desde Santiago y yo desde aquí, en Buenos Aires, la arteria combatiente de tu conducta me revolvió la arena del pecho hasta, finalmente, llevarme a retomar al Cristo que expulsó a los mercaderes del templo y que había dejado colgado en mi adolescencia. Con Papa y todo, aquí en Buenos Aires los cristianos no abundan. Me siento entonces en el último escaño de la iglesia, imperceptible bajo la luz mortecina de tango y santos de yeso, y discuto con el que resumió todo en el amarse los unos a los otros (te aclaro, Patricia, que de todos modos, los unos y los otros, para mí son los desheredados de cualquier parte y allí no caben los enemigos de la clase social ínfima que gobierna la vida aún por la fuerza y la alienación). Con espanto y un par de certezas, argumento desde tu propia experiencia, y hago malabares presentables para congeniar la dialéctica materialista e histórica, el socialismo, el cristianismo como ética y su posibilidad, nada nueva, de transformarse en expresión liberadora, sobre todo entre los pueblos dependientes y etcétera.

Recién es primavera, Patricia. Cuando triunfemos y cambiemos la vida por voluntad histórica, necesidad y sobrevivencia humana, me colgaré de tu risa intacta para que en medio de los buenos y los todavía invisibles, lavemos la Tierra de la miseria, la propiedad privada, la crueldad, el trabajo asalariado, el egoísmo.         
     
     

http://www.youtube.com/watch?v=TTJIKJYrQ_o (Credo - Misa Campesina del cantautor revolucionario nicaragüense, Carlos Mejía Godoy)


jueves, 19 de septiembre de 2013

Chile y Observadores de DDHH: Ahora nos acusa de "informantes" asesor de candidato presidencial derechista

Patricio Mery, como peón a pago de la minoría en el poder, busca muy poco creativamente, satanizar a las Observadoras con infundios y rumores con publicidad, y poner a hermano contra hermano.
Video Conferencia de Prensa Colegio de Periodistas.

Cuando individuos como Patricio Mery, asesor del candidato presidencial derechista Franco Parisi, acusa a nuestras compañeras Observadoras de Derechos Humanos agrupadas en el Sutra, de ser ‘sapas’ o ‘informantes’ de ‘Carabineros y la ANI’,  se mete con cada uno de los que aportamos a la recomposición de las fuerzas de nuestro pueblo; con cada integrante de nuestro sindicato; con cada uno de nuestros compañeros y compañeras; con cada uno de nuestros amigos.

No hay duda alguna de que sus acusaciones -sin fuentes ni fundamentos, violentando las normas básicas de la ética profesional periodística e insultando, de paso, a la inteligencia de los que luchan contra el capitalismo-  obedecen a parte de una estrategia antipopular y represiva  proveniente de las fuerzas del Estado con el fin de intentar sacarnos de las calles  e impedir el cumplimiento de nuestros deberes como militantes probados de la defensa de los Derechos Humanos en terreno.

Triste papel le toca a Mery. Tiene que intentar por medios electrónicos a su disposición, propalar e instalar en el sentido común de la ciudadanía en general y de los luchadores sociales en particular, la idea de que las Observadoras son ‘infiltradas’. Ello no sólo para desprestigiar y dañar la honra, la historia y el papel que ahora les toca a las Observadoras en un momento álgido del movimiento social, es decir, cuando más las precisa el pueblo. Sino que, además, Patricio Mery, como peón a pago de la minoría que castiga con saña criminal cualquier movimiento o denuncia que atente contra sus intereses, busca muy poco creativamente, satanizar a las Observadoras con infundios y rumores, y poner a hermano contra hermano. Especialmente, el funcionario derechista apura sin base alguna su peregrina pluma y  concentra su odiosidad financiada contra la militante histórica de las fuerzas populares, Verónica Brito.

¿Cuánto cuestan los servicios viles de Patricio Mery?

Como si fuera poco, Patricio Mery es el asesor de comunicaciones del candidato presidencial y ‘socio-liberal’  Franco Parisi, quien ha recibido el respaldo de sectores de Renovación Nacional y otras expresiones partidistas cuyos objetivos antisociales e inhumanos son bien conocidos. Por eso no resulta extraño su comportamiento. Debe creer que está ‘blindado’ por los poderosos y, en consecuencia, también debe considerarse inmune e impune. Sin embargo, la ignorancia histórica y el cretinismo son condiciones propias de la mediocridad de los ‘rifleros’ inescrupulosos de turno.

Los integrantes del Sindicato por la Unidad de los Trabajadores, Sutra-Chile, nos hemos ganamos un puesto en la pelea cotidiana por recuperar nuestra dignidad como pueblo. Pero no hace poco tiempo. Es la historia y opción vital que asumimos hace décadas. La estatura de nuestras convicciones y compromiso con los intereses profundos de los trabajadores y los empobrecidos del país y más allá, no se amilanó en épocas durísimas. Menos será esta la hora para que consigan amedrentarnos.

Como personas y organización, avalamos la talla moral e intachabilidad de nuestra compañera Verónica Brito, Observadora de DDHH y parte de Sutra, y apoyamos contundentemente la demanda que ha interpuesto contra Mery por sus graves y gratuitas acusaciones. Que tiemble la injusticia cuando quieran dañar a quienes no tenemos nada más que perder que nuestro decoro y honor.

Junto y en medio de nuestro pueblo nacimos para luchar y luchamos para vencer.

Daniel Quilaipan Lorca
Andrés Figueroa Cornejo 


Sindicato por la Unidad de los Trabajadores de Chile - Sutra 

(Video de conferencia de prensa en el Colegio de Periodistas de Chile donde militantes históricos del pueblo ofrecen su apoyo irrestricto a la Observadora de DDHH, Verónica Brito.)

jueves, 12 de septiembre de 2013

Chile: Nunca más, cómo no. Pero nunca más una sociedad de clases.

Andrés Figueroa Cornejo 

A 40 años de la dictadura del capital en Chile, en la forma de una tiranía militar contrarrevolucionaria, resulta notable, como nunca antes, la cantidad de testimonios de ex militantes del pueblo que participaron en la lucha antidictatorial (sólo de soslayo quiero hacer referencia a los indecorosos llamados a perdonarnos en patota, como si el golpe hubiera sido producto de una travesura irresponsable tanto del pueblo, como de la burguesía titiriteada por el Imperialismo).

¿Por qué tantos relatos vivenciales?  Al menos por dos motivos, aparentemente contrapuestos. Los hombres y las mujeres le damos una autoridad especial a las fechas redondas. Se trata de 40 años desde el fin anunciado de la experiencia de la Unidad Popular.

(Ya existían dictaduras militares en Brasil (1964) y Uruguay (mediados de 1973), ni siquiera impuestas por el Imperialismo con su argumento de gobiernos que se dedicaron a 'atacar sus propiedades e intereses geopolíticos'. Lo que sí existía en toda América Latina eran guerrillas que, con el fresco ejemplo de la Revolución Cubana, buscaban la derrota del capital y la independencia del Imperialismo. Había, a vista del Pentágono, en consecuencia, que destruir cualquier germen que en potencia pudiera reproducir la gesta histórica de la Mayor de las Antillas. Sin embargo, en el caso chileno, jamás se había tenido un gobierno tan progresivo que, en la práctica y sin cálculos preconcebidos, liberara la organización y autoconciencia de las fuerzas sociales de los trabajadores y el pueblo. Nunca la lucha fue más explícita en mi país de origen ni más real el poder popular –que no como relación abstracta o como puro significante. Los cordones industriales bajo control de los trabajadores incluso contra las direcciones de los partidos de la UP y del propio gobierno; las corridas de cerco más allá de los límites de la Reforma Agraria por campesinos y mapuche, y los comandos comunales para resolver el desabastecimiento urdido por el sabotaje de los enemigos del pueblo, fueron momentos objetivos que manifiestan la estatura que había cobrado la lucha de clases-. Y, naturalmente, la llegada de Allende al Ejecutivo en 1970 no fue el resultado de una buena campaña presidencial. Fue fruto de la acumulación dinámica de los combates históricos de casi un siglo del pueblo trabajador, de sus derrotas, matanzas militares y enconada energía, voluntad y conquistas parciales.)

Estos 40 años, premeditadamente, por un lado, han  justificado un sinnúmero de programas televisivos, el medio de masas más barato y de más alto impacto en cualquier parte del mundo. En Chile, hoy todos sus canales están en poder de la oligarquía, justamente porque los que todavía mandan conocen su capacidad de formación de opinión, sentido común y promoción  del consenso social.  El objetivo claro de esos programas está subordinado a los intereses de la clase en el poder: torcer la historia con el apoyo impúdico y bien pagado del  abierto perdón o de disculpas relativas de políticos que participaron rabiosamente de la Unidad Popular y hoy se golpean el pecho bien editados y a todo color. De este modo, se fortalece 'la clausura histórica' de las riquísimas experiencias del poder del pueblo que, por sí solas, y de conocerse profusamente, logran hacer añicos el fatalismo, la resignación, la ignorancia, el olvido y el acomodo actuales.

La burguesía transnacionalizada chilena -vanguardia y laboratorio fundacional de la presente fase del planeta capitalista, financiarizado, belicista, explotador y de saqueo extractivista-, ha podido invertir mucho tiempo y recursos para elaborar un relato con el fin de intentar lavarse la cara de la sangre amorosa de mi pueblo. Y semejante plan mediático está dirigido en particular a las nuevas generaciones en lucha. Es decir, a los estudiantes secundarios, a los jóvenes trabajadores empobrecidos, al Pueblo Mapuche, al antipatriarcalismo, al ambientalismo consecuente, a la multiplicación del pensamiento crítico, entre otras batallas en plena recomposición.  

La exhibición televisada que persigue vaciar de contenido y forma las luchas de mi pueblo, ha provocado también un debate público y pendiente entre los propios protagonistas de la UP y la Resistencia Popular, como no había ocurrido antes.

Lejos de los perdonazos públicos de los oportunistas de hace mucho y que engordan las filas de la Concertación y de sus cuentas bancarias, por otra parte, el sinceramiento y la verdad   revolucionarias son indispensables para los intereses de las grandes mayorías. Toda vez que no se establezcan como pura negación entre sí (‘arreglos de cuentas’ que no le interesan a nadie), sino más bien como recuperación, abrigo y proyección de la memoria histórica de los desheredados. La continuidad de las luchas pasadas con las actuales y las por venir, si se presentan como lecciones y superación de los errores, entonces se convierten en armas críticas y vigentes para las nuevas generaciones destacadas a cambiar la vida enChile y sus alrededores.

De lo contrario, los testimonios, discursos culpógenos, cínicos y de conveniencia, sólo son funcionales a la mantención del actual estado de cosas, enemigo de la humanidad, y perjudican la moral de combate de la juventud que hoy mismo enfrenta al capital en la calle, en la ciudad y el campo.

No sólo no hay perdón ni olvido. El manido ‘Para que nunca más’ –usado desde la derecha hasta la izquierda tradicional-, desde abajo, no significa históricamente un ‘nunca más enfrentamientos sociales que provoquen la ingobernabilidad en el país (que en rigor, es la ingobernabilidad para el capital, el peligro de la pérdida de privilegios para la minoría en el poder, como una oportunidad política para las fuerzas populares)’.


Es y será un genuino, auténtico y objetivo ‘nunca más’, cuando devenga su realización mediante la lucha creativa y permanente de los pueblos, en una sociedad libre e igualitaria, radicalmente democrática y colectivamente organizada. Nunca más, por supuesto. Pero nunca más una sociedad de clases.